CARAL, LA CIVILIZACIÓN MÁS ANTIGUA DE AMÉRICA. PERCY ZAPATA MENDO.


CARAL, LA CIVILIZACIÓN MÁS ANTIGUA DE AMÉRICA

Muchos conocen Cusco como la capital del Imperio Inca y Machu Picchu como el predio de uno de los últimos incas; pero pocos todavía saben que la Ciudad Sagrada de Caral fue edificada por el primer Estado político que se formó en el Perú 4400 años antes que gobernaran los incas.

Caral-Supe representa a la civilización más antigua de América, desarrollada casi simultáneamente con las de Mesopotamia, Egipto, India y China. Los habitantes del Perú se adelantaron en, por lo menos, 1500 años a los de Mesoamérica, el otro foco civilizatorio de los seis reconocidos mundialmente, y en más de 3000 años a la sociedad que edificó las reconocidas ciudades mayas.

El precoz desarrollo de la sociedad de Caral-Supe la convirtió en la civilización más antigua del Nuevo Mundo pero, a diferencia de otros focos civilizatorios, como Mesopotamia, Egipto e India, que intercambiaron conocimientos y experiencias, logró un avance sin precedentes en completo aislamiento de sus coetáneas de América y del Viejo Mundo.

En el Perú, las formas de organización económica, social y política de las poblaciones de Caral-Supe causaron fuerte impacto en la historia del área; trascendieron el espacio y el tiempo, y sentaron las bases del sistema sociopolítico que tendrían las poblaciones de los Andes Centrales.
En el área norcentral del Perú, el modelo de organización diseñado e implementado por el Estado de Supe, condujo por varios siglos el accionar de los individuos en los diferentes campos: económico, social, político y religioso.

La Sociedad de Caral-Supe en los Albores de la Civilización

La ciudad de Caral se encuentra en el inicio del sector medio del valle de Supe, provincia de Barranca, a 184 km al norte de Lima, en el área norcentral del Perú. Es el asentamiento urbano más destacado por su extensión y complejidad arquitectónica de todos los identificados en el Perú entre los 3000 y 2000 años a.C.

Caral ocupa 66 hectáreas, en las cuales se distingue una zona nuclear y una zona marginal. En el núcleo, las edificaciones están distribuidas en dos grandes mitades: una alta donde se pueden apreciar las construcciones piramidales más destacadas, una plaza circular hundida, dos espacios de congregación pública masiva, además de las unidades domésticas y de almacenamiento de los funcionarios, así como un conjunto residencial extenso. La mitad baja tiene edificios de menores dimensiones, aunque destaca el complejo arquitectónico del Anfiteatro, y un conjunto residencial, igualmente, de menor extensión. La zona en la periferia tiene numerosas viviendas agrupadas, distribuidas a modo de archipiélago en «islotes», a lo largo de la terraza que linda con el valle.

Millones de piedras fueron cortadas y trasladadas a la ciudad para la construcción de los edificios públicos, para remodelar los diseños arquitectónicos o para enterrarlos cíclicamente y construir uno nuevo.

Organización Económica

Los pobladores de Supe aprovecharon distintas zonas naturales de su territorio para obtener una amplia gama de productos; tuvieron acceso a los recursos del valle, el río, los puquiales, los humedales, las lomas, los bosques y los montes ribereños.


En el valle los campesinos excavaban y limpiaban acequias y cuidaban sus cultivos de zapallo, frijol, calabaza, algodón, camote, ají, mate y tutumo. Asimismo, cultivaban o recolectaban pacay y guayaba. A sus autoridades les entregaban parte de sus cosechas y les prestaban servicios cuando eran convocados para los trabajos colectivos en las tierras y edificios de los dioses.

En el río extraían camarones y peces. Cazaban venados y vizcachas o recolectaban frutos, raíces y caracoles en las lomas. En los humedales cortaban juncos y totoras, necesarios para la elaboración de petates.

Por los caminos transversales de la costa, sierra y selva los comerciantes de valle llevaban productos agrícolas y pesqueros que eran intercambiados por maderos, hierbas, semillas, pigmentos, plantas medicinales y caracoles, provenientes de asentamientos distantes; los cuales hacían circular, a la vez, por los poblados costeños.

Los pescadores de la costa extraían anchovetas y sardinas, además de machas y choros. Secaban pescado y separaban los moluscos destinados al intercambio. Al igual que los campesinos, entregaban parte de los recursos extraídos y estaban al servicio de sus autoridades.

Los agricultores abastecieron de algodón a los pescadores, fibra indispensable para la confección de las extensas redes que solían utilizar; a la par, los pobladores del valle adquirían productos marinos, necesarios para complementar su alimentación. Se formó así la primera integración socioeconómica entre regiones, dando lugar a una dependencia mutua y a la especialización ocupacional.

Los señores de Caral tuvieron también relaciones comerciales con pobladores de otras regiones, principalmente con los del litoral, que los abastecían de pescados y moluscos. También intercambiaron productos con los costeños de Pativilca y Fortaleza, e inclusive tuvieron vínculos con lugares lejanos como Kotosh en el Huallaga, La Galgada en Tablachaca, Santa; Piruro en el Marañón y Huaricoto en el Callejón de Huaylas.

El intenso intercambio generó un dinámico proceso económico entre regiones y fomentó la acumulación. Aquellas condiciones permitieron a la sociedad de Supe fortalecer su proceso de integración política bajo la forma de un gobierno estatal y favoreció la formación de clases sociales. La eficacia de esta forma de gobierno puede ser cuantificable por el auge de las construcciones de grandes conjuntos monumentales, que emprendió el Estado.

Organización Política

Para algunos se requiere constatar la presencia de una fuerza militar para probar la existencia de la organización política estatal, pero el primer Estado no tenía enemigos con los que pudiera competir, su poder radicaba en la capacidad de unir a distintas comunidades en una misma ideología.

La religión fue la fuerza que usó el primer Estado para implantar la disciplina laboral y social. Los gobernantes eran sacerdotes, administradores y científicos, encargados de las ceremonias; dirigían los actos y rituales públicos, preparaban los trabajos colectivos y administraban los bienes recaudados, cotejaban los datos astronómicos y elaboraban los calendarios para ajustar las actividades del pueblo. Por otro lado, los agricultores y pescadores reconocían el poder de sus gobernantes pagando tributos en sobre trabajo y servicios, en beneficio de la clase señorial.

Se tenía la certeza popularizada que los dioses les habrían enseñado a preparar sus chacras, trazar sus canales, sembrar las plantas y construir sus hitos; por lo cual era necesario realizar rituales propiciatorios y cumplir con el calendario de ceremonias y ritos al sol, al agua y a la tierra. Todas las actividades, domésticas de producción, construcción, administrativas y gubernamentales realizadas en Caral, están de una u otra forma relacionadas con ofrendas, ceremonias, rituales y sacrificios.

En las distintas edificaciones, ya sean residenciales o públicas, se puede observar la presencia de fogones, usados para la quema de ofrendas; costumbre generalizada que consideraba al fuego como medio para comunicarse con los dioses. La gran cantidad de templos y las constantes remodelaciones que se observan evidencian un sistema relgioso dinámico, en constante renovación y, al mismo tiempo, el poder social de la religión y el voluminoso trabajo invertido por los pobladores con el fin de alcanzar el favor de los dioses.

Sacrificios Humanos Rituales

Los arqueólogos del Proyecto Especial Caral hallaron el esqueleto de un hombre de unos 20 años de edad bajo una capa de tierra y piedras, desnudo y con los brazos cruzados en la espalda.

Se presume que el hombre, de 1,68 metros de altura, fue sacrificado con golpes en la cara y el cráneo, que le provocaron la caída de los dientes incisivos y dos fracturas en el hueso occipital.

Debido a las lesiones encontradas en la zona lumbar de la columna vertebral y en las articulaciones de ambos pies, los expertos suponen que se dedicaba al transporte de materiales para la construcción o que recorría grandes distancias para hacer transacciones comerciales.

Su rostro presentaba cara ancha, frente inclinada y pequeña, cejas poco pobladas, nariz recta perfilada, labios delgados, y cabello lacio enrollado con hilos de algodón.

En las excavaciones realizadas en Caral se encontraron además un "quipu", conjunto de hilos trenzados para registrar hechos o cuentas, pelotas e instrumentos musicales como las antaras (similar a las quenas), sonajas y flautas fabricadas con huesos de animales.

Además, un centenar de figuras de barro halladas en el lugar permitieron descubrir los peinados usados por hombres y mujeres, según su edad y condición social.

Las mujeres usaban largas trenzas que eran recogidas con mantillas, mientras los hombres de la nobleza se diferenciaban porque usaban flequillo, además de las trenzas sujetadas con hilos.

Los vestidos eran de algodón, al igual que las sandalias que calzaban.

El Quipu más antiguo

El Quipu es un mecanismo de nudos utilizado para transmitir información detallada. El haber encontrado uno en la ciudad más antigua de América, revela que hace 5.000 años ya existía un sistema de escritura en esta parte del mundo. En la imagen, la arqueóloga peruana Ruth Shady muestra una figura durante una exhibición en el Museo Nacional de Lima el 18 de julio de 2005.

Datos interesantes de Caral

El descubrimiento de Caral, por sus características, es uno de los más importantes de los últimos años para la arqueología mundial. Una de las peculiaridades que hasta la fecha llama la atención es que no se haya descubierto ningún complejo militar en esta zona.

En Caral no hay indicios de violencia militar, aunque sí hubo violencia para aquel que no cumplía con las normas de la sociedad; el control se hacía a través de la religión. Fue la religión el instrumento de control y coerción que la sociedad tuvo, y que fue ejercido por el grupo que la dirigía. El poder en la población de Caral lo detentaba un grupo de individuos, sobre la base de sus conocimientos directamente vinculados con la reproducción de las condiciones materiales para la supervivencia de la población. Este grupo de dirigentes era el encargado de hacer las observaciones astronómicas para elaborar el calendario y así indicar los períodos de tiempo más convenientes para realizar las diversas actividades económicas. Ellos fijaban las fechas de la siembra y de la cosecha; dirigían la construcción de las terrazas de cultivo y la apertura de los canales de riego; conducían el comercio entre pescadores y agricultores; y hacían llegar los productos hasta largas distancias, en la costa, sierra y selva.

Las construcciones que se hicieron en Caral estuvieron relacionadas con ciertas orientaciones obtenidas de observaciones astronómicas, y es probable que ellas fueran erigidas para ciertos astros, que representaban a los dioses, reguladores de la vida social. Al Sol, la Luna y las cuatro cabrillas, el lucero, etc. (que ellos representaban como seres divinos) les construyeron templos en los cuales se celebraba una serie de rituales de reconocimiento por los beneficios que de ellos recibían. En esas ceremonias y rituales comprometían a toda la sociedad. En suma, el poder que alcanzaron estos señores se cimentó en el conocimiento que ellos poseían y en el ser intermediarios con los dioses, para garantizar el orden social y la reproducción de las condiciones de vida materiales de la sociedad. Ellos desarrollaron conocimientos de matemática, geometría, medicina, que quedaron plasmados en las obras que ahora excavamos los arqueólogos. Se han descubierto templos de 18 metros de altura que se han mantenido estables por miles de años, construidos con piedras y barro, conformados por terrazas y plazas. También se observa los tratamientos médicos que administraban, por ejemplo, con hojas de sauce, que ahora sabemos contienen ácido salicílico, principio activo de la aspirina y se usa para aliviar el dolor; y otros preparados cuyas evidencias aún se están recuperando.

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