EL DILUVIO BÍBLICO. PERCY ZAPATA MENDO.
EL
DILUVIO BÍBLICO
Antes
del desarrollo de la geología científica y de la aparición de las teorías de la
evolución, en el siglo XIX, solía pensarse que el Diluvio bíblico fue un
acontecimiento histórico (se creía que se habían conservado como reliquias
fragmentos del arca), aunque los estudios comparativos de la mitología mundial
han manifestado la existencia de numerosos mitos que hablan de la destrucción
de la antigua sociedad humana por un diluvio, y de la preservación de
determinadas criaturas escogidas en una nave similar al arca. El antecedente
más evidente del mito bíblico es la narración sumeria del diluvio, que existe
en diversas versiones en la mitología mesopotámica. Una característica común es
que un hombre —que según la versión se llama rey Ziusudra, Atrahasis o Utnapishtim—
es advertido de la intención de los dioses y construye una nave para
sobrevivir. En la mitología griega, quien construye el arca es Deucalión, en
tanto que en la India, es el antepasado de la humanidad, Manu, quien, guiado
por un pez al que había salvado, construye un arca en el que se puede conservar
la semilla de todas las cosas. Tras el diluvio, el arca se posa en lo alto de
una cima montañosa, Agri Dagi, denominada Ararat en la Biblia, y Parnaso, Etna
u otros en la mitología griega. Los pasajeros humanos y animales desembarcan,
una vez cumplido el propósito del navío.
En
el presente artículo consideraremos el tema descrito en Génesis 6,1 - 9,19, y a
la que se alude en los siguientes pasajes de la Sagrada Escritura: Sab. 10,4;
14,6-7; Eclo. 16,8; 44,17-19; Isaías 54,9; Mt. 24,37-39; Lc. 17,26-27; Heb. 11,7;
1 Pedro 3,20-21; 2 Ped. 2, bajo los siguientes títulos:
1.- LO QUE REFIERE LA BIBLIA
El
Libro del Génesis da la siguiente breve reseña del Diluvio: Dios ve la maldad
de los hombres, y determina destruirlos con excepción de Noé y su familia
(6,1-8). Le revela su decreto a Noé y le indica cómo puede salvarse a sí mismo
y la semilla de toda vida animal por medio de un arca que debe construir de
acuerdo a ciertas dimensiones (6,9-22). Siete días antes del Diluvio, Dios
manda al patriarca a entrar al arca (7,1-5). Noé completa su entrada al arca el
mismo día que comienza el Diluvio; la lluvia cae durante cuarenta días y
noches; todos los seres vivos fuera del arca son destruidos; las aguas prevalecen
sobre la tierra ciento cincuenta días (7,6-24). Las aguas disminuyen, la tierra
se seca; Noé comprueba su condición por medio de un cuervo y una paloma
enviados fuera del arca (8,1-14). Noé obedece la orden divina de salir del
arca, construye un altar, ofrece un sacrificio, hace un pacto con Dios y comienza
a ser un labrador (9,1-27).
Tan
simple como este relato parece ser, los críticos bíblicos sostienen que es un
mosaico compuesto de dos historias del Diluvio, que difieren en la autoría y en
su contenido. Le atribuyen una al escritor yahvista,
usualmente designado por la letra J;
y el otro, al escritor sacerdotal post-exílico,
generalmente conocido como P. Según
Kautzsch, las secciones 6,1-8; 7,1-5.7-10.12.16b-17.22-23;
8,2b-3a.6-12.13b.20-22; 9,18-27, pertenecen a J, mientras que le asignan a P
6,9-22; 7,6.11.13-16a.18-21; 7,24 - 8,2a; 8,3b-5.13a.14-19; 9,1-17. Esta
división del texto se basa en los siguientes motivos:
1. J utiliza el nombre divino Yahveh, mientras
que P emplea Elohim;
2. J y P narran la misma serie de eventos,
3. J y P se diferencian en el idioma;
4. J y P no están de acuerdo en sus
declaraciones.
El
carácter compuesto de la historia del Diluvio no entra en conflicto con la
autoría de Moisés. El estudiante de la Biblia más conservador admitirá que
Moisés no fue un testigo ocular del Diluvio. Prescindiendo de la revelación
divina, debe haber obtenido su información sobre el evento ya sea de la
tradición o de documentos escritos. Si la crítica bíblica ha tenido éxito en la
restauración de las principales fuentes utilizadas por Moisés en su historia
del Diluvio, ha hecho el servicio más insigne a la exégesis bíblica.
Afortunadamente, estamos en posición de poder controlar el valor de las
conclusiones críticas por medio del relato babilónico o acadio del Diluvio. Sin
detenernos sobre su forma según aparece en los fragmentos de Beroso, que son de
fecha relativamente reciente, encontramos que la versión que figura en una
inscripción cuneiforme en tablillas conservadas en el Museo Británico, y descifradas
por primera vez por George Smith en 1872, contiene una combinación de los
elementos de P y J del relato del Diluvio. Los expertos dicen que esta versión
se remonta al menos a cerca de 3,000 a.C. Es cierto, por lo tanto, que los
llamados documentos P y J reconstruidos por los críticos se combinaron mucho
antes de que el texto bíblico se pusiera por escrito. Este hecho es confirmado
por una historia del Diluvio que figura en el fragmento recién descubierto por
Scheil, que no puede ser de fecha muy posterior a 2,140 a.C. Los críticos ya no
pueden negar la existencia de una tradición del Diluvio similar a la historia
contenida en el Libro del Génesis, anterior a nuestro relato bíblico. A fin de
defender su división del texto inspirado en los llamados documentos J y P,
sostienen que la historia acadia se copió parcialmente en los documentos J y P,
y que el “redactor” bíblico reunió estos dos relatos parciales en uno solo.
Esta serie de suposiciones, sin embargo, es a lo mejor un torpe intento de
explicar un hecho que está en el camino de su teoría. Pero estamos dispuestos a
admitir la división crítica del relato del Diluvio, a pesar de su desacuerdo
con los resultados de los descubrimientos más recientes, si los argumentos
críticos son realmente convincentes.
1.1.- Se nos dice que J usa el nombre divino
Yahveh, mientas que P utiliza Elohim.
Pero se deben
tener en mente las siguientes consideraciones: Primero, estamos apenas
suficientemente seguros del uso de los nombres divinos en los textos inspirados
primitivos para construir un argumento sólido sobre su ocurrencia en la forma
actual del texto. En segundo lugar, en la forma actual del texto Elohim aparece
dos veces en el documento yahvista, 6,2, y 7,9. En tercer lugar, seis pasajes
en la sección 7,16 - 8,20 se asignan al escritor yahvista, aunque el nombre de
Yahveh no aparece ni una sola vez. En cuarto lugar, la variación de los nombres
divinos en la historia del Diluvio puede explicarse satisfactoriamente sin
recurrir a la acción violenta de dividir el texto entre dos escritores
distintos.
1.2.- Se alega que J y P informan los mismos
hechos.
Si examinamos los
dos documentos según reconstruidos por los críticos, a la luz de este
argumento, encontramos que son fragmentarios y que no contienen dos series de
eventos. J pasa de la determinación de Dios de destruir el mundo (6,1-8) al
mandato divino a Noé para que entre al arca sin decirle dónde encontrar o cómo
conseguir un arca (7,1-5). Noé construye un altar y ofrece holocaustos sin
salir del arca (8,20). P no nos informa de la verdadera naturaleza de la
corrupción de toda carne (6,9-12); él sabe de la orden de Dios para salvar a
los animales, pero no sabe nada de la orden de Dios sobre Noé y su familia
(6,17-22; 7,13); incluso once meses después del inicio del Diluvio y dos meses
después de la aparición de las cimas de las montañas, él no conoce de ningún
intento por parte de Noé para determinar la condición de la tierra (8,13 ss.);
finalmente, no da ningún motivo ético para la bendición divina otorgada a Noé
(9,1 ss.). Los críticos están conscientes de estas lagunas en los dos
documentos, y los explican con la suposición de que el "redactor",
que tenía ante sí las historias originales del Diluvio, no insertó su texto
completo en el relato bíblico. Pero si el "redactor" omitió ciertas
partes de los documentos originales a fin de evitar repeticiones, ¿por qué no
omitió las repeticiones descubiertas por los críticos? ¿O vamos a suponer que
presenta algunas repeticiones, mientras que cuidadosamente evitó las demás? ¿No
es más probable que él consideró las repeticiones alegadas por los críticos
como meros recursos retóricos, como transiciones resumidas, por ejemplo,
(6,9-12), o gradaciones (7,17-20; 7,21-23), o amplificaciones (7,7.13-16a)?
1.3.- Se dice que J y P difieren en el
lenguaje;
Pero siendo la
división crítica lo que es, sería extraño si los documentos no difirieran en
lenguaje. Las secciones que contienen material cronológico, sistemático y
científico son atribuidas a P, el resto se deja a J. ¿No es sorprendente que J
no describe las medidas del arca, viendo que los críticos no le dan ningún arca
que describir? ¿O es notable que P carece del estilo poético que se halla en la
descripción del cuervo y la paloma en J, ya que no se le asigna ninguna sección,
que admita tal tratamiento? El cuidado con que sólo se asigna a J y P
respectivamente temas establecidos y expresiones determinadas está bien
ilustrado por el hecho de que a pesar de su minuciosa disección de la historia
del Diluvio, la crítica debe eliminar del documento J parte de 6,7;
7,3.7.17.22.23; 9,18.22.23.26, y 7,8.9 completo; y del documento P parte de
6,17, 7,6; 9,4, a fin de no permitir inconsistencias en sus fuentes.
1.4.- Por último, se dice que J y P no
concuerdan respecto a los animales que se llevarían en el arca,
En cuanto a la duración del Diluvio y
en cuanto al comportamiento de Dios hacia el hombre después del diluvio. En
6,19, de hecho, P registra el mandato de Dios, "de toda carne meterías en
el arca una pareja"; pero ¿es incompatible con esto, si 120 años después,
cuando Noé está a punto de entrar al arca, J relata una especificación divina
más exacta, "de todos los animales puros tomarás para ti siete parejas… y
de todos los animales que no son puros, una pareja” (7,2-3)? No se puede decir
que el cumplimiento muestra que al arca se llevaron sólo dos de cada especie,
tanto 7,9 como 7,15-16 leen “sendas parejas de cada especie", de modo que
expresan las parejas aptas para la generación, más que cualquier número
absoluto. La discrepancia en cuanto a la cronología entre J y P es más
artificial que real; no hay incoherencia en la cronología del relato bíblico
del Diluvio, por lo que la discrepancia entre los documentos, si alguna, es de
fabricación crítica. Además, una simple lectura del documento J, tomado por
separado, muestra que su cronología no es satisfactoria. Por último, si en 9,15
P sabe de una alianza divina que, de acuerdo a J, es el resultado de la
auto-reflexión de Yahveh en consecuencia del sacrificio del patriarca (8,21-22),
los dos documentos son más bien complementarios que contradictorios, J
proporciona la motivación ética de la acción de Dios tal como es descrita por
P.
2.- HISTORICIDAD DEL DILUVIO
Se
ha argumentado que la historia bíblica del Diluvio y las leyendas del diluvio
de otros pueblos, miradas desde un punto de vista meramente histórico,
descansan sobre una base similar, siendo el relato bíblico una mera variante
tardía de uno de ellos. Y al investigar su origen, encontramos que se han
propuesto cuatro teorías:
2.1. La historia del Diluvio es un mero producto
de la fantasía. Esta teoría contradice la analogía de leyendas similares entre
todos los pueblos.
2.2. Otros consideran la historia del diluvio como
un mito de la naturaleza, y que representa el fenómeno del invierno que en
Babilonia, en particular, es el tiempo de la lluvia. De nuevo, otros escritores
creen que este mito de la naturaleza se desarrolló a partir de un mito “éter” arcaico,
según el cual se imaginaban al sol como un hombre que navegaban en un barco en
el mar celestial. El hecho de que el mar se encontraba en la tierra, y no en el
cielo, y los daños causados por la incesante lluvia invernal y la inundación de
los grandes ríos, transfirió el mito del cielo a la tierra, cambiando el mito
éter en un mito de la naturaleza. Pero también esta teoría deja de lado las
historias de numerosos Diluvios existentes entre muchas naciones, que no se
prestan a una explicación similar.
2.3. Relacionada con la teoría anterior es la
explicación que convierte la historia del diluvio en una fábula cosmogónica. Se
ha visto que el héroe rescatado en el barco debe haber sido el dios-sol (ver el
mito éter). Así, el diluvio se convierte esencialmente en una variante del mito
babilónico de la creación. Es por esta razón que el texto mitológico publicado
por Peiser llama al tiempo del Diluvio "el año de la gran serpiente".
Pues esta "gran serpiente" es el océano personificado que en los
viejos mapas rodea a Babilonia, así como Leviatán es el océano que rodea al mundo
personificado como una serpiente; es el mismo monstruo que es una figura
central en la historia de la creación. No es necesario añadir que esta teoría,
también, deja inexplicadas la mayor parte de las tradiciones del Diluvio
existentes.
2.4. Se ha inferido a partir de la improbabilidad
de las teorías anteriores, que la historia del Diluvio debe ser una
presentación poética o legendaria de algún acontecimiento natural. Por otra
parte, se sostiene que la base inmediata de la leyenda es una perturbación
local. Puede haber sido una gran inundación causada por un desbordamiento de
los ríos Tigris y Éufrates, o la incursión de un maremoto como consecuencia de
un terremoto al sur de la boca de los dos ríos. Pero por terrible que fuera la
ruina provocada por tales inundaciones, esta teoría no explica la universalidad
de la tradición del Diluvio, a menos que supongamos que la ruina afectó a todos
los antepasados de todas las razas humanas.
Hasta
aquí hemos considerado la historia bíblica del Diluvio desde un punto de vista
meramente histórico. Pero el que cree en la inspiración de la Biblia y admite
el valor de la tradición en su exégesis apenas puede quedar satisfecho con los
resultados obtenidos hasta la fecha. Ni siquiera será suficiente aceptar que la
antigua leyenda del Diluvio se convirtió en el vehículo de la verdad religiosa
y espiritual por medio de un sentimiento religioso guiado por la divinidad y la
intuición del escritor inspirado. El Diluvio es mencionado en varios pasajes de
la Escritura como un hecho histórico; los Padres en sus escritos consideran el
evento bajo la misma luz, y esta opinión del asunto es confirmada por numerosas
variantes bajo las cuales la tradición del Diluvio vive en las más distantes
naciones de la tierra.
(a)
Los siguientes son algunos de los pasajes del Nuevo Testamento que implican que
el Diluvio fue un evento histórico real: “Como en los días de Noé, así será la
venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días que precedieron al Diluvio,
comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el
arca, y no se dieron cuenta hasta que vino el Diluvio y los arrastró a todos;
así será también la venida del Hijo del Hombre.” (Mt. 24,37-39). En estas
palabras Cristo se refiere al Diluvio con sus circunstancias como no menos real
que lo que serán los últimos días de los que habla en el pasaje. Él implica la
misma opinión sobre el Diluvio en Lucas 17,26-27. En la Epístola a los Hebreos
(11,7), el escritor inspirado no es menos claro sobre la historicidad del
Diluvio: "Por la fe, Noé, advertido por Dios de lo que aún no se veía, con
religioso temor construyó un arca para salvar a su familia; por la fe condenó
al mundo y llegó a ser heredero de la justicia según la fe.” San Pedro (1 Pedro
3,20) también se refiere al arca y al Diluvio como datos históricos: “cuando
les esperaba la paciencia de Dios, en los días en que Noé construía el arca, en
la que unos pocos, es decir ocho personas fueron salvados, a través del agua”.
Regresa a la misma enseñanza en 2 Pedro 2,5. Podemos apelar a Is. 54,9; Nahúm
1,8; Ezequiel 14,14; Eclo. 44,18 ss.; Sal. 29(28) ,10; 32(31) ,6; pero lo que
se ha dicho muestra suficientemente que la Biblia impulsa la historicidad de la
historia del Diluvio.
(b)
En cuanto a la opinión de la tradición cristiana, es suficiente apelar aquí a
las palabras del Padre Zorell, quien sostiene que ningún escritor católico ha
explicado ni comprendido la historia bíblica sobre el Diluvio en ningún sentido
que no sea el verdaderamente histórico (cf. Hagen, Lexicon Biblicum). Sería
inútil el trabajo y excedería el ámbito del presente artículo enumerar la larga
lista de Padres y teólogos escolásticos que se han referido al asunto. Las
pocas voces discordantes aisladas pertenecientes a los últimos quince o veinte
años simplemente se ahogaron en este coro unánime de la tradición cristiana.
(c)
La historicidad del relato bíblico del Diluvio es confirmada por la tradición
existente en todos los lugares y en todo momento en cuanto a la ocurrencia de
una catástrofe similar. F. von Schwarz (Sintfluth und Volkerwanderungen, págs.
8-48) enumera sesenta y tres de tales historias, que son en su opinión
independientes del relato bíblico. R. Andree R. (Die Flutsagen ethnographisch
betrachtet) discute ochenta y ocho diferentes historias del Diluvio, y
considera a sesenta y dos de ellas como independientes de las tradiciones
caldea y hebrea. Por otra parte, estas historias se extienden a través de todas
las razas de la tierra, salvo los africanos, a los cuales se exceptúan, no
porque no posean ningunas tradiciones sobre el Diluvio, sino porque sus
tradiciones aún no han sido suficientemente investigadas. Lenormant declara la
historia del Diluvio como la tradición más universal en la historia del hombre
primitivo, y Franz Delitzsch opinaba que también podríamos considerar como un
mito la historia de Alejandro Magno, como para llamar la tradición del Diluvio
una fábula. Sería, en efecto, un milagro mayor que el del Diluvio mismo, si las
diversas y diferentes condiciones que rodean las varias naciones de la tierra
hubiesen producido entre ellos una tradición prácticamente idéntica. Causas
opuestas habrían producido el mismo efecto.
3.- ¿FUE UNIVERSAL EL
DILUVIO?
El
relato bíblico le adscribe una especie de universalidad al Diluvio; pero puede
haber sido geográficamente universal, o puede haber sido sólo
antropológicamente universal. En otras palabras, el Diluvio puede haber
cubierto toda la tierra, o puede haber destruido a toda la humanidad, cubriendo
sólo cierta parte de la tierra. Hasta alrededor del siglo XVII, se creía
generalmente que el Diluvio había sido geográficamente universal, y esta
opinión es defendida, incluso en nuestros días, por algunos eruditos
conservadores (cf. Kaulen en Kirchenlexikon). Sin embargo, doscientos años de
estudios teológicos y científicos dedicados al asunto han arrojado mucha luz
sobre él, de modo que ahora podemos defender las siguientes conclusiones:
3.1.- La
universalidad geográfica del Diluvio puede ser abandonada seguramente:
Ni
la Sagrada Escritura, ni la tradición eclesiástica universal, ni tampoco las
consideraciones científicas, hacen aconsejable adherirse a la opinión de que el
Diluvio cubrió toda la superficie de la tierra. Las palabras del texto
original, traducidas como "tierra" en nuestra versión, significa
"región" así como "tierra"; de hecho, "la región"
parece haber sido su significado principal, el cual se ajusta admirablemente a
los capítulos 4, 5 y 10 del Génesis; ¿por qué no adherirse a este significado
también en Gén. 6 - 9, o la historia del Diluvio? ¿Por qué no leer, las aguas
"llenaron todo sobre la faz de toda la región", "fue destruida
toda la carne que se movía sobre la región", "murieron todas las
cosas en que había un aliento de vida en la región", "quedaron
cubiertos todos los montes altos bajo el cielo (correspondiente a la
región)"? El significado principal del texto inspirado propone una
universalidad del Diluvio que cubre todo el país o región en que vivió Noé,
pero no toda la tierra.
En
cuanto a la contundencia de la prueba a partir de la tradición para la
universalidad geográfica del Diluvio, se debe recordar que muy pocos de los
Padres se refirieron a esta cuestión ex professo. Entre los que lo hacen hay
algunos que restringen el Diluvio a ciertas partes de la superficie de la
tierra, sin incurrir en la culpa de atentar contra la tradición, como por
ejemplo:
Muchos
exceptuaron el paraíso terrenal, independientemente de su ubicación, en la cima
de una montaña o en otro lugar;
Y
lo mismo debe decirse del lugar en el que debió haber vivido Matusalén durante
el Diluvio de acuerdo a la variante de los Setenta;
San
Agustín sabía de escritores que eximieron del Diluvio al monte Olimpo, aunque
él mismo no está de acuerdo con ellos;
Pseudo-Justino
rechaza con duda la opinión de los que restringen el Diluvio a las partes de la
tierra realmente habitadas por los hombres;
Cayetano
revivió la opinión que el Diluvio no cubrió el Olimpo y otras montañas altas,
creyendo que el Génesis hablaba sólo de las montañas bajo el cielo aéreo;
Tostato
ve una figura retórica en la expresión bíblica que implica la universalidad del
Diluvio; en todo caso, exime el paraíso terrenal puesto que Henoc tenía que ser
salvado.
Si
los Padres hubiesen considerado la universalidad del Diluvio como parte del
cuerpo de la tradición eclesiástica, o del depósito de la fe, la hubiesen
defendido más vigorosamente. Es cierto que la Congregación del índice condenó
el tratado de Vossius "De Septuaginta Interpretibus" en el que
defendía, entre otras doctrinas, la opinión de que el Diluvio cubrió solamente
la parte habitada de la tierra, pero teólogos de gran autoridad afirman que la
obra fue condenada debido a su autor protestante, y no debido a su doctrina.
También
hay ciertas consideraciones científicas que se oponen a la opinión de que el
diluvio fue geográficamente universal. No es que la ciencia se oponga a
cualquier dificultad insuperable para el poder de Dios, pero llama la atención
a un número extraordinario de fenómenos muy extraordinarios, si no milagrosos,
envueltos en la admisión de un diluvio geográficamente universal.
En
primer lugar, no se han hallado huellas geológicas como las que deberían haber
sido dejadas por un diluvio universal; pues la catástrofe relacionada con el comienzo
de la era glacial, o el diluvio geológico, no debe estar conectado con la
Biblia.
En
segundo lugar, la cantidad de agua requerida por un diluvio universal, como se
describe en la Biblia, no puede ser explicada por los datos suministrados en el
relato bíblico. Si la superficie de la tierra, en números redondos, equivale a
510.000.000 kilómetros cuadrados, y si la elevación de las montañas más altas
llega a unos 7000 metros, el agua requerida por el Diluvio bíblico, si fue
universal, es de alrededor de 3, 570, 000,000 kilómetros cúbicos. Ahora bien,
una lluvia de cuarenta días, diez veces más copiosas que las precipitaciones
más violentas conocidas por nosotros, elevaría el nivel del mar a una altura de
más de 800 metros; puesto que la altura que debe alcanzar es de unos 7000
metros, todavía hay una brecha a ser llenada por fuentes desconocidas ascendiente
a una altura de más de 6000 metros, a fin de elevar el agua hasta el nivel de
las montañas más altas.
En
tercer lugar, si el diluvio bíblico fue geográficamente universal, el agua de
mar y el agua dulce se mezclarían hasta tal punto que ni los animales marinos
ni los animales de agua dulce podrían haber vivido en la mezcla sin un milagro.
En
cuarto lugar, hay dificultades graves relacionadas con los animales en el arca,
si el diluvio fue geográficamente universal: ¿Cómo fueron llevados a Noé desde
las regiones remotas de la tierra en que vivían? ¿Cómo podrían ocho personas
cuidar de tal variedad de bestias? ¿De dónde obtuvieron el alimento necesario
para todos los animales? ¿Cómo pudieron los animales del Ártico vivir con los
de la zona tórrida durante todo un año y bajo el mismo techo?
Es
más, hay huellas en la historia bíblica del Diluvio que favorecen un limitado
alcance de la catástrofe: Noé pudo haber conocido la universalidad geográfica
del diluvio sólo por revelación; aun cuando el relato bíblico parece haber sido
escrito por un testigo presencial. Si el diluvio hubiese sido universal, el
agua tendría que haber caído desde lo alto de las montañas de la India al nivel
de las de Armenia, en las que descansó el arca, es decir, cerca de 3.500 metros
sobre el nivel del mar, en el espacio de pocos días. El hecho de que la paloma
encontró "las aguas... sobre toda la tierra", y que Noé "vio que
la faz de la tierra se secó", deja la impresión de que el escritor
inspirado utiliza la palabra "tierra" en el sentido restringido de
"región". También se ha llamado la atención a “la rama de un olivo,
de hojas verdes" cargada por la paloma en su boca en su segundo regreso al
arca.
3.2.- El
Diluvio debió haber sido antropológicamente universal, es decir, debió haber
destruido toda la raza humana:
Después
de limitar el alcance del Diluvio a una parte de la tierra, nos preguntamos
naturalmente si vivía algún hombre fuera de la región cubierta por sus aguas.
Se ha sostenido que no todos los hombres pueden haber perecido en el Diluvio
por las siguientes razones: tribus que sin duda surgieron de Noé fueron
precedida en sus primeros asentamientos por otras tribus cuyos origen se
desconoce: las tribus dravídicas precedieron a los arios en la India; los
proto-medios precedieron a los medos, los acadios precedieron a los etíopes y a
los semitas en Caldea; los cananeos fueron precedidos en Palestina por otras
razas. Además, los más antiguos monumentos egipcios presentan la raza negra
igual que la encontramos hoy día, de modo que, incluso en esa época remota, era
totalmente diferente de la raza caucásica. Una vez más, se dice que las lenguas
de las razas que surgieron de Noé están en un estado de desarrollo diferente de
aquel que encontramos en las lenguas de los pueblos de origen desconocido. Por
último, se dice que el relato bíblico del diluvio admite una restricción de su
universalidad antropológica tan fácilmente como una limitación de su integridad
geográfica; pues si "tierra" se sustituye en nuestra traducción por
“región”, el Libro del Génesis, al hablar de las víctimas de las aguas, habla
sólo de los hombres que habitan en un distrito determinado, y no de los hombres
de toda la tierra. Consideraciones como éstas han inducido a varios escritores
católicos a considerar como muy sostenible la opinión de que el diluvio no
destruyó a todos los hombres fuera del arca.
Pero
si se examina debidamente las razones esgrimidas para limitar el Diluvio a una
parte determinada de la raza humana, se encuentra que son más engañosas que
ciertas. Los argumentos científicos anteriores no son favorables a una
destrucción parcial de la raza humana en absoluto, sino sólo en la medida en
que la existencia ininterrumpida de las distintas razas en cuestión les da más
tiempo para el desarrollo racial y los datos históricos que deben ser
armonizados con el texto del Génesis. Quienes impulsan estos argumentos
aceptan, por lo tanto, implícitamente, que la asignación de una longitud
adecuada de tiempo explicará los hechos en los que se basan sus argumentos.
Como no hay nada en la enseñanza de la Biblia que nos impida asignarle al
Diluvio una fecha mucho más temprana que la que generalmente se le ha dado, las
dificultades presentadas por la ciencia contra la universalidad antropológica
del Diluvio pueden ser fácilmente eludidas. Tampoco se puede apelar a la
distribución de las naciones como se describe en el capítulo 10 del Génesis,
puesto que dicha sección no enumera todas las razas de la tierra, sino que se
limita probablemente a la raza caucásica.
Por
lo tanto, la ciencia puede exigir una fecha temprana para el diluvio, pero no
necesita una limitación del Diluvio a ciertas partes de la raza humana. La
cuestión de si todos los hombres perecieron en el Diluvio debe ser decidida por
la enseñanza de la Biblia y de su intérprete autorizado. En cuanto a las
enseñanzas de la Biblia, si se toma por sí mismo el pasaje que trata ex profeso
sobre el Diluvio (Génesis 6 - 9), puede ser interpretado como una destrucción
parcial del hombre; insiste en el hecho de que todos los habitantes de la
"región", no de la "tierra", murieron en las aguas del
diluvio, y no nos dice explícitamente si todos los hombres vivían en la
"región". También se pueden conceder que los pasajes que se refieren
incidentalmente al Diluvio, Sab. 10,4; 14,6; Eclo 44,17 ss.; y Mt. 24,37 ss.,
pueden ser explicados, más o menos satisfactoriamente, por una destrucción
parcial de la raza humana debido a la inundación del Diluvio; pero nadie puede
negar que el significado prima facie de 1 Pedro 3,20 ss.; 2 Ped. 2,4-9, y 2
Ped. 3,5 ss., se refieren a la muerte de todos los hombres que no estaban en el
arca. Las explicaciones de estos pasajes, ofrecido por los opositores de la
universalidad antropológica del diluvio, son apenas suficientes para eliminar
toda duda razonable. Pasamos, por tanto, a la autoridad, a fin de llegar a una
solución definitiva de la cuestión. Aquí nos enfrentamos, en breve, con los
siguientes hechos: Hasta los siglos XVI y XVII, la creencia en la universalidad
antropológica del diluvio era general. Por otra parte, los Padres consideran el
arca y el diluvio como los tipos del bautismo y de la Iglesia; cuya opinión no
tenida como una privada, sino como un desarrollo de la doctrina contenida en 1
Pedro 3,20 ss. Por lo tanto, el carácter típico de ambos, el arca y el Diluvio,
pertenece a la "materia de fe y de moral» en las que los Concilio de
Trento y Vaticano I obligan a todos los católicos a seguir la interpretación de
la Iglesia.
4.- TEMAS COLATERALES
Éstos
pueden reducirse a la época del Diluvio, su lugar y sus causas naturales.
4.1.- Época
del Diluvio:
El
Génesis sitúa el Diluvio cuando Noé tenía seiscientos años; el texto masorético
lo asigna al año 1656 después de la creación; el samaritano al 1307; los
Setenta al 2242, Flavio Josefo, al 2256. Una vez más, el texto masorético lo
coloca en 2,350 a.C. (Klaproth) o 2253 (Lüken), el samaritano, en 2903, los
Setenta, en 3134. Según las tradiciones antiguas (Lüken), los asirios colocaban
el Diluvio en 2,234 o 2,316 a.C., los griegos en 2,300, los egipcios en 2,600,
los fenicios en el 2,700, los mexicanos en 2,900, los indios en 3,100, los
chinos en 2,297, mientras que los armenios sitúan la construcción de la Torre
de Babel en alrededor del 2200 a.C. Pero, como hemos visto, debemos estar
preparados para asignar fechas anteriores a estos acontecimientos.
Ahora
de vuelta a nuestro problema. Como nuestro punto de partida tomaremos el
nacimiento de Cristo. Es improbable que alguien dispute que Cristo nació hace
aproximadamente 2016 años (esto fue escrito en 2013). Puesto que se registró a
Cristo refiriéndose al Diluvio de Noé como un evento pasado debería ser obvio
que necesitamos datos que nos lleven más allá de 2000 años.
La
siguiente fecha que podemos poner con certeza es 935 AC o hace 2980 años. Esta
es la fecha en que Salomón puso el fundamento del templo (ver Reyes 6:1). Para
aquellos que están interesados en evidencia detallada de por qué este evento
puede ser ubicado en el 967 AC los referiré a la obra del Profesor Edwin Thiele
"Los Misteriosos números de los Reyes Hebreos" Su obra puede
resumirse en la frase que tanto las cronologías de la Antigua Cultura Asiria y
el registro Bíblico apuntan a esa fecha. El primer verso de Reyes capítulo 6 es
también útil en que nos dice que hubo un espacio de tiempo de 480 años desde
que Israel salió de Egipto (el Éxodo) hasta que Salomón comenzó a construir el
Templo.
El
Éxodo ocurrió entonces hace apenas 2013 + 935 + 480* años o hace 2996 años o
983 AC +- 1 año. ¿Por qué digo +/- 1 año?
Al
comparar el cronologista las genealogías familiares o cronologías en la Biblia,
es interesante notar que estas listas usan sólo años enteros (p.e. Gen. 11).
Ahora si una persona es listada como teniendo 44 años de edad cuando su hijo
nació, pudieron haber sido apenas 44 o casi 45. En cualquier parte de este
periodo de 12 meses todavía tienen 44. Esto introduce un margen de error de
hasta 12 meses o 1 año para cada persona o evento en tal lista.
Como
la Biblia registra el diluvio un tiempo significativo anterior al Éxodo, examinemos
datos que nos lleven antes de este evento.
Pablo,
un Judío entrenado en la universidad, bastante docto en la lengua Hebrea, la
religión de los Judíos y los escritos de Moisés, escribió en los primeros años
de la era Cristiana, una carta a una iglesia en Galacia (Gálatas 3: 17). Él
afirmó que los Israelitas dejaron Egipto para regresar a la tierra prometida
430 años después que Dios le dio la promesa a Abraham, el fundador de la raza
Judía.
Según
Hechos 7:14 y Génesis 12:1-4, Abraham tenía 75 años cuando Dios le dio la
promesa y en el mismo año su padre Taré tenía 205 años y Abraham nació cuando
Taré tenía 130 años de edad. (Gen. 11:2~33).
Las
declaraciones de Genealogía en Génesis capítulo 11:10-26, son declaraciones
padre-hijo y unen a Abraham al hijo de Noé, Sem. Las declaraciones listan a las
personas por nombre. Su año de nacimiento en relación con la edad de su padre
se lista y su padre es nombrado. Estas cronologías no tienen generaciones
perdidas, no hay brechas.
Si
añadimos las cifras mencionadas entre el año 100 de Sem (Gen. 11:10) y Abraham
(Gen. 11:26) nos da 350 años. Puesto que 9 nombres son mencionados son 350 años
~ 9 (9 márgenes de error de 1 año cada una aproximadamente).
Génesis
11: 10 nos dice que Sem tenía 100 años, 2 años después que el Diluvio terminó.
¿Cuándo ocurrió el diluvio de Noé? 2013 años hasta O DC más 935 años hasta la
fundación del templo de Salomón más 480 años hasta el final del Éxodo más 430
años hasta la promesa a Abraham más 75 años hasta el nacimiento de Abraham más
350 años hasta el cumpleaños 100 de Sem más 2 años hasta el Diluvio. Los datos
Bíblicos ubican el Diluvio en 2272 AC +/- 11 años; o lo que es lo mismo, hace 4285 años
+/- 11 años de margen de error.
Esta
fecha está, como se esperaba, en conflicto con la arqueología secular que trata
el Diluvio como local o un mito y las cronologías Bíblicas como irrelevantes o
inadecuadas.
4.2.- Lugar
del Diluvio:
La
Biblia sólo enseña que el arca descansó en una montaña en Armenia. Por lo
tanto, el Diluvio debió haber ocurrido en un lugar desde donde el arca pudiese
ser llevada hacia esa montaña. La tradición babilónica sitúa el Diluvio en el
valle inferior del Tigris y el Éufrates.
4.3.- Causas
Naturales del Diluvio:
La
Escritura asigna como las causas del Diluvio las fuertes lluvias durante
cuarenta días, la ruptura de las fuentes del gran abismo, y la apertura de las
compuertas de los cielos. Esto no excluye la opinión de que ciertas fuerzas
naturales entraron en juego en la catástrofe. Se ha sugerido que el eje de la
tierra se desplazó a causa de la colisión de la Tierra con un cometa, o que
poderosas erupciones volcánicas levantaron nuevas montañas en el mar, o que un
sismo causó un maremoto para cubrir ciertas partes de las tierras secas. Así,
Suss habla de la frecuencia de los terremotos y tormentas en el Golfo de
Persia, pero esto sería incluir el Diluvio dentro de límites demasiado
estrechos, tanto de espacio como de tiempo. Von Schwartz ha propuesto otra
conjetura, la cual supone que un mar interior de Mongolia, de tamaño casi igual
al Mediterráneo, situado a una altura de unos 2.000 metros sobre el nivel del
mar y a 1500 metros sobre la circundante llanura Aralo Caspiana, en el momento
de un terremoto se rompió en uno de sus muros, y envió sus 3.000.000 de
kilómetros cúbicos de agua a la región norte de Persia, Armenia y el Cáucaso,
cubriendo así toda la llanura, hasta que las aguas fueron drenadas por el
camino del Mar Negro y el Mediterráneo en el Océano Atlántico.
Aquí
tenemos la ruptura de los lazos de un gran abismo, tenemos una salida de agua
que dura varios meses, y encontramos que el arca debió haber sido llevada hacia
el oeste por la tendencia general de las aguas hasta que descansó sobre las
montañas de Armenia. Pero sin mencionar la improbabilidad de la suposición
presentada por varios científicos, no entendemos por qué las cimas de las
montañas no fueron visibles incluso después del amarre del arca. Se han
propuesto un sinnúmero de otras hipótesis para explicar por causas naturales
los fenómenos implícitos en el relato bíblico del Diluvio, pero hasta ahora
éstos no han satisfecho los diversos detalles que figuran en el libro del
Génesis.
BIBLIOGRAFÍA
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