EFECTOS Y RIESGOS DEL CONSUMO DE ALCOHOL. PERCY ZAPATA MENDO.
EFECTOS Y RIESGOS DEL
CONSUMO DE ALCOHOL
"El
borracho está convencido que a él, el alcohol no le afecta los sentidos...
por
el contrario que sus reflejos son muchos más claros y tiene más control"
Acabo de recibir una infausta noticia,
un conocido con el cual sostenía unas charlas amenas sobre filosofía, sufrió un
aparatoso accidente de tránsito en la capital peruana; afortunadamente – y lo
digo sin ánimos de parecer irónico - , salió de ese trágico evento con
fracturas múltiples en las extremidades inferiores. La causa: Estaba un “poco
mareado” debido a la ingesta de alcohol en una ocasional reunión social, aunque
el término “poco” es relativo, pues para los concurrentes de dicha reunión, él
estaba completamente ebrio, y aun así, se atrevió a subir al volante de su
pequeño Volkswagen blanco y correlón. Ni bien me enteré de la noticia, las
imágenes se agolparon en mi mente y trataron de recrear ese momento: salió de
la fiesta con paso trastabillante, por varios segundos y tras varios intentos,
al fin pudo calzar la llave en la cerradura de la puerta del auto, abrióla y se
sentó en las recientemente tapizadas y mullidas sillas, se miró en el espejo retrovisor, alisó sus
cabellos y seguramente vio en él no su imagen reflejada, sino la de Meteoro,
así que aceleró por las frías y neblinosas carreteras limeñas sorteando a las
unidades que por ellas transitaban…supongo tenía una mirada adormilada, los
pelos alborotados por el viento nocturno que se colaba por la ventanilla
abierta de su portezuela, una sonrisa torcida y el cuerpo inclinado hacia
delante, con las manos y los dedos engarfiados sobre el timón; según su
embotado cerebro, hacía las más sublimes y temerarias maniobras… y al momento
de tratar de sobrepasar a un Mazda, se dio súbitamente con una luz intensa que
venía en sentido contrario, probablemente miró a su volante, tal vez estaría
buscando los controles del “Max 5” que le permitieran saltar sobre el vehículo
que se le venía encima, no los encontró, desvió hacia la derecha – una maniobra
instintiva e inveterada – y se fue a estrellar contra las bermas laterales. Lo
demás lo podrán imaginar. Ahora le espera a mi querido polemista, semanas o
meses de dura rehabilitación.
Debido al suceso acaecido a este
conocido mío, motivó la presente disertación. Espero les sea de provecho y no
les colme de aburrimiento.
El alcohol es la droga
más consumida en nuestro entorno sociocultural, de la que más se
abusa y la que más problemas sociales y de salud causa - accidentes de
tráfico y laborales, malos tratos, problemas de salud, etc.-.
El alcohol es
un depresor del sistema nervioso central que adormece progresivamente
el funcionamiento de los centros cerebrales superiores, produciendo desinhibición
conductual y emocional. No es un estimulante, como a veces se
cree; la euforia inicial que provoca se debe a
que la primera acción inhibidora se produce sobre los centros
cerebrales responsables del autocontrol.
Las bebidas alcohólicas se clasifican
básicamente en dos grupos en función de su
proceso de elaboración:
Bebidas
fermentadas: Proceden de la fermentación de los
azúcares contenidos en diferentes frutas (uvas, manzanas, etc.). Son,
características de este grupo, la cerveza, la sidra y
el vino. Su graduación alcohólica oscila entre 4% y 12%. La cerveza producida
en la Capital de la Primavera - a la que
el público local tiene cierta afición, y con la cual se fotografían botella en
mano como si su consumo fuera un logro digno de elogio y mérito y suben dichas
imágenes en el Facebook y en cuanta página virtual existe, apareciendo en las diapositivas
con los ojos enrojecidos y vidriosos, la mirada perdida, nariz rubicunda y una
sonrisa a medio esbozar - tiene una
concentración del 6%.
Bebidas destiladas: Resultan de la depuración de las
bebidas fermentadas, para obtener
mayores concentraciones de alcohol. Se
trata de bebidas como el whisky, el vodka, la ginebra o el
ron, y oscilan entre 40% y 50%.
La graduación de una
bebida indica el volumen de alcohol etílico que contiene. Así,
una botella de vino de 12% que contiene un volumen de 600
mililitros, presenta 72 mililitros de alcohol puro.
El alcohol, aun en dosis
pequeñas, tiene una influencia muy negativa en la conducción –como el
que le aconteció a mi camarada de charlas- , el consumidor inmoderado se expone
a ocasionales accidentes, y al momento de producirse éstos, juran no volver a
consumir licor, pero pasado el susto - lo cual usualmente son menos de dos
semanas -, nuevamente vuelven a las andadas creyéndose invulnerables, o que la
“suerte está con ellos”, o que un “ángel” o un familiar fallecido está
cuidándoles - como si los ángeles no
tuvieran algo más importante que hacer -.
En todos los países desarrollados
se hacen grandes esfuerzos para mentalizar a los
conductores sobre los graves riesgos que para el tráfico
entraña la conducción bajo los efectos del alcohol.
Los efectos del alcohol dependen de diversos
factores. Podemos a estos factores que
influyen en la alcoholemia:
- La cantidad y el
grado de alcohol de la bebida – el ron es más
tóxico que la sangría por su elevada concentración de alcohol -.
- El peso. Los efectos son mayores
en las personas delgadas.
- El sexo y naturaleza. A igual peso y
cantidad de alcohol, la mujer presenta, generalmente,
un nivel de alcoholemia más elevado que el hombre.
- La alimentación, tanto el tipo
como la cantidad de alimento. El estómago
lleno, sobre todo de alimentos grasos, dificulta un
tanto la intoxicación.
- El tiempo
transcurrido desde la última ingesta. Un estómago “vacío”
facilita la embriaguez.
- La mezcla del alcohol con
medicamentos, que potencian sus efectos tóxicos.
- La fatiga, la emotividad, la angustia,
el embarazo o la menstruación y el consumo en horas nocturnas
potencian los efectos del alcohol.
- La edad.
Beber alcohol mientras el organismo todavía se encuentre en
pleno desarrollo, es especialmente nocivo. Los menores de 25
años y los mayores de 60 son más vulnerables al alcohol.
- La combinación con bebidas gasificadas
aceleran la intoxicación.
ABSORCIÓN. El alcohol se
absorbe desde el estómago, intestino delgado y colon y pasa
a la sangre: con el estómago vacío, en apenas 30 minutos; con alimentos, la mayor
concentración se produce a la hora o a la hora y
media. La asimilación es más rápida conforme más grados
tienen la bebida. Las bebidas gaseosas
aceleran la absorción del alcohol por el organismo.
DISTRIBUCIÓN. El alcohol es
hidrosoluble y, a través de la sangre, se distribuye uniforme y
rápidamente por todos los tejidos del organismo.
METABOLIZACIÓN. Entre
el 90 - 98% se metaboliza (oxida) casi exclusivamente en el hígado; el resto, a
través de la orina, el sudor o la respiración – razón
por la cual estos órganos se lesionan severamente con el consumo crónico de
alcohol, más el hígado, degenerando con el tiempo, en una cirrosis.
ELIMINACIÓN. El ritmo de eliminación es
constante: 120 miligramos por kilogramo de peso y por hora. El hígado
elimina el alcohol ingerido en una proporción de entre el 90 y
el 98%. El ritmo de destrucción del alcohol es 6-7 gr.
/hora, en un ritmo constante e independiente del grado
de alcoholemia.
Los efectos psicológicos que
produce el alcohol son: desinhibición, euforia, relajación,
aumento de la sociabilidad, dificultades para hablar, dificultad
para asociar ideas y descoordinación motora.
Dependen de la tasa de alcoholemia:
1.
Entre 0,15 y 0,5 g/l disminuyen los reflejos, la capacidad
para apreciar las distancias, trastornos motores y
euforia, desinhibición, perturbaciones leves en la conducta. El
riesgo de accidentes de tráfico se multiplica hasta por 3.
2.
De 0,8 a 1,5 g/l, se pasa a comportamientos de confusión, desorientación
e incoordinación.
3.
Aparecen cansancio, fatiga y
pérdida de la agudeza visual. El riesgo de accidentes
se multiplica hasta por 9.
4.
A partir de 1,50 g/l, se alcanza el
estado de embriaguez. El riesgo de accidente llega a
multiplicarse por 15.
5.
A más de 2
g/l, la confusión y la incoordinación motora hacen que el
individuo pierda su autonomía de marcha.
6.
A partir de 3 g/l, se produce un
estado de apatía y desestimulación, alcanzándose el
estado de coma a partir de los 4-5 gr/l.
Además de una
intensa dependencia psicológica, sentida como necesidad
apremiante de beber alcohol, el abuso regular
puede provocar pérdida de memoria, dificultades cognitivas
y demencia alcohólica.
Puede producirse también
tolerancia y dependencia física, con un síndrome de abstinencia
caracterizado por ansiedad, temblores, insomnio, náuseas, taquicardia e
hipertensión, que puede desembocar en un delirium tremens si no se recibe tratamiento adecuado.
En el plano orgánico, el abuso
crónico de alcohol está asociado a diversos
problemas de salud: gastritis, úlcera gastroduodenal, cirrosis
hepática y cardiopatías.
Los efectos psicológicos
producidos por el alcohol hacen que, cuando se conduce, no sólo no se
sea consciente de la disminución de las facultades
sino que se sienta todo lo contrario. Pero estas merman, agravándose el
problema con el aumento de alcoholemia. Se produce:
- Dificultad para percibir el color rojo
(de frenado, semáforos, señalizaciones de obras).
- Dificultad para
acomodar la vista a la luz y a la oscuridad
y a los cambios de luz (autopistas, cruces, túneles, etc.)
- Apreciación
inexacta/equivocada de las distancias (adelantamientos, entrada
en curva, no respetar distancia de seguridad, etc.).
- Disminución del campo
visual. La visión normal del ojo humano disminuye, quedando
reducido el ángulo del campo visual, por lo que se pierden los
estímulos que están en los laterales (cruces).
- Disminución de los reflejos y
aumento del tiempo de reacción. Aumenta la distancia
recorrida desde que el conductor percibe la señal
hasta que actúa sobre los mandos del vehículo (al frenar ante un
peligro, si se ha bebido, se recorre un 10% más de distancia:
esos metros pueden ser mortales).
- Perturbación del sentido del
equilibrio.
- Imprecisión en los movimientos
- Disminución de la resistencia
física y aumento de la fatiga.
- Euforia,
sentimientos de invulnerabilidad, subestimación del riesgo,
sentimientos de impaciencia, agresividad, déficit en la capacidad de atención.
Muchas personas intentan
reducir la tasa de alcoholemia antes de coger el
volante utilizando trucos que responden,
en la mayoría de los casos, a errores extendidos
en la población que no producen el efecto deseado. Analizaremos
alguno de ellos:
- “Si comes cuando bebes te emborrachas
menos”. Es un mito a medias. Lo único cierto es que el que come
con alcohol tarda más tiempo en apreciar sus efectos que el
que se lo toma sin haber ingerido ningún alimento, que apreciará sus consecuencias de forma
casi inmediata.
- “Ingerir varias tazas con café”. No es
efectivo porque el café granulado absorbe el alcohol que se
encuentra en la saliva, mientras que
el alcoholímetro de los policías mide el alcohol
que está en los pulmones.
- “Salir del auto y ponerse a correr o
bailar desenfrenadamente”. El ejercicio físico
aumenta la velocidad de metabolización del alcohol,
pero esto no se aprecia hasta pasadas al menos dos horas.
- “Tomar efervescentes de venta pública”.
Este medicamento es un protector de la mucosa gástrica.
Evita que algunas sustancias se absorban por el estómago y al igual que
ocurre cuando se bebe y a la vez se come algo, retarda
los efectos de la bebida. Pero los alcoholímetros
miden el alcohol que se encuentra en los pulmones.
- “Ingerir aceite o comer mantequilla”.
Retarda la absorción del alcohol, pero no
altera la medición que se hace de los pulmones.
Tiene efectos laxantes a las dos horas de tomarse
unas cucharadas.
- “Beber agua en grandes cantidades”. No
tiene fundamento, porque no ayuda a diluir el alcohol.
- “Comer hierba, pasto o cualquier vegetal
que encuentran a mano”. Es sólo un laxante. No tiene valor alguno.
- “Comer pasta de dientes”.
Tampoco tiene ninguna utilidad.
- “Vomitar”. Lo único que se consigue es
eliminar el alcohol del estómago, pero no el que está en los
pulmones.
- Tomar el aire, sudar o darse una ducha
fría antes de coger el coche no reduce la borrachera.
Pasé cierto
tiempo en la morgue principal departamental, y por ella vi desfilar los cuerpos
en camillas de innumerables víctimas de los efectos del consumo desmedido de
alcohol, eviscerados, decapitados, con las extremidades amputadas o con el
cráneo aplastado en condiciones inverosímiles; o lo que es más triste,
discapacitados de por vida, sin valerse por sí mismos y siendo una carga para
la familia. Espero valoren y aquilaten el consumo de bebidas alcohólicas.
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