LA CAPTURA DEL INCA ATAHUALPA Y EL PAGO DEL RESCATE MILLONARIO POR SU VIDA.
LA
CAPTURA DEL INCA ATAHUALPA Y EL PAGO DEL RESCATE MILLONARIO POR SU VIDA
Dibujo de Huamán Poma de Ayala sobre la captura de Atahualpa |
Los
conquistadores españoles pasaron la noche a la vista de los ejércitos de
Atahualpa y en permanente guardia temiendo un ataque sorpresivo, sin embargo
nadie los molestó. Al día siguiente, al atardecer, Atahualpa se decidió a
entrar al pueblo. Precedieron al Inca unos cuatrocientos hombres, todos con
vestimentas iguales, cuya misión era limpiar de piedras y pajas el camino.
Mientras
tanto, Pizarro dividió sus huestes en cuatro partes que se escondieron en los
edificios que rodeaban la gran plaza. En el primero esperaba agazapado Hernando
Pizarro con catorce o quince jinetes, en el segundo estaba Soto con quince o dieciséis
caballos, en el tercero se situaba un capitán con otros tantos soldados
mientras Francisco Pizarro con veinticinco efectivos de a pie y dos o tres
jinetes esperaban en un galpón. En medio de la plaza, en una fortaleza que
probablemente era un usno (especie de trono) estaba el resto de la gente con
Pedro de Candia y ocho o nueve arcabuceros más un falconete.
Pedro
Pizarro, al narrar los episodios de Cajamarca, señala que hasta entonces los
españoles no habían luchado contra los naturales y no sabían cómo se
enfrentaban en la guerra pues los acontecimientos de Tumbes y de La Puná eran
meras escaramuzas. Según este cronista, el gobernador dividió su gente de a caballo
en dos partes, comandadas por Hernando Pizarro y por Soto, respectivamente.
Pedro de Candia y unos cuantos soldados fueron apostados en la pequeña
estructura en medio de la plaza.
Acompasada
y paulatinamente entró el Inca a la plaza después de que sus soldados la
ocuparan parcialmente y se sorprendió de hallarla vacía. Al preguntar por los
españoles le dijeron que de miedo permanecían escondidos en los galpones.
Entonces, con mucha solemnidad, avanzó el dominico fray Valverde con una cruz
entre las manos, acompañado por su traductor indígena Martinillo, y pronunció
el requerimiento formal a Atahualpa de abrazar la fe católica y servir al rey
de España, al mismo tiempo que le entregaba la biblia. El diálogo que siguió es
narrado de modo distinto por todos los testigos; es posible que la tremenda
angustia vivida en esos instantes impidiera recordar después las frases exactas
que se cruzaron entre los diversos actores de la tragedia.
Tras
el Inca, y en otras andas, era llevado el señor de Chincha. En ese momento el
gobernador vaciló no sabiendo cuál de los dos era el soberano, sin embargo,
ordenó a Juan Pizarro dirigirse hacia el curaca, mientras él y sus soldados
avanzaron en dirección al Inca.
A
una señal de Pizarro el silencio cargado de amenazas que envolvía la plaza se transformó
en la más tremenda de las revueltas. Estallaron el trueno, el estampido del
falconete, y retumbaron las trompetas, era el aviso para que los jinetes
salieran al galope de los galpones. Sonaban los cascabeles atados a los
caballos, disparaban ensordecedores los arcabuces; los gritos, alaridos y
quejidos eran generales. En esa confusión los aterrados indígenas, en un
esfuerzo por escapar, derribaron una pirca de la plaza y lograron huir. Tras
ellos se lanzaron los jinetes, dándoles el alcance mataron a los que pudieron,
otros murieron aplastados por la avalancha humana.
Mientras
tanto Juan Pizarro se abalanzó en dirección del señor de Chincha y lo mató en
sus mismas andas. Por su parte Francisco Pizarro con sus soldados masacraban a
los indígenas que desesperadamente sostenían el anda del Inca, caían unos y
eran reemplazados por otros. Al ver la situación, un español sacó un cuchillo
para victimar a Atahualpa, pero Pizarro se lo impidió, saliendo herido en una
mano y ordenando que nadie tocase al Inca. Por fin, los españoles asidos a un
costado del anda lograron ladearla y cogieron al soberano.
Al
caer la noche aquel aciago 16 de noviembre de 1532 había terminado para siempre
el Tahuantinsuyo, el Sapa Inca estaba cautivo y con su prisión llegaba a su fin
la autonomía del Estado indígena. Desde ese momento, cambios trascendentales
transformaron el ámbito andino, cambios que no sólo afectaron a los naturales,
sino que produjeron profundas consecuencias en Europa. *
Pedro
Pizarro señala en su crónica que hasta el memorable día de Cajamarca, los
españoles no habían combatido a los naturales fuera de unas cuantas escaramuzas
en Tumbes y La Puna. En ningún momento del recorrido desde la costa hasta el
real de Atahualpa habían hallado los españoles el menor estorbo; muy al
contrario, en todo momento les fueron ofrecidos guías y víveres de los
depósitos estatales. Atahualpa no cayó ante una guerra abierta, lo que
aconteció fue una atrevida y audaz emboscada.
Muerte
En
prisión, Atahualpa ofreció a cambio de su liberación llenar dos habitaciones de
plata y una de oro “hasta donde alcanzara
su mano”, los españoles aceptaron y de inmediato se mandó la orden a todo
el imperio inca de que enviasen la mayor cantidad posible de oro y plata hacia
Cajamarca. De esta manera, los españoles recibieron el prometido tesoro, pero
no cumplieron con liberar al inca por motivos de seguridad. El rescate, como lo
entendieron los españoles, ascendió a 971,125 pesos de oro y 40,860.3 marcos de
plata (sin contar el quinto real) y se reconoce como el rescate más alto pagado
en la historia de la humanidad. Después de cumplir su parte los españoles lo
sentenciaron a muerte por idolatría, fratricidio, poligamia, incesto y lo
acusaron de ocultar un tesoro.
Se
le concedieron las dos últimas opciones: ser bautizado como cristiano y luego
ahorcado o ser quemado vivo. Al escoger la primera opción, fue bautizado con el
nombre cristiano de Francisco. Se cree que Francisco Pizarro lloró su muerte. (Pedro Pizarro narra en su crónica: “yo vi
llorar al Marqués”).
Fue
ejecutado el 26 de julio de 1533. La noticia de su muerte originó una gran
anarquía, muchas etnias dominadas por los incas se sublevaron e intentaron
recuperar su independencia.
Fue
enterrado en la iglesia de Cajamarca pero unos días después su cadáver
desapareció misteriosamente; probablemente sus súbditos lo rescataron para
momificarlo y enterrarlo junto con sus antepasados
Tras
su muerte, muchos incas partidarios de Huáscar (como Manco Inca) se unieron a
los españoles para derrotar a Chalcuchimac, Quisquis y los demás partidarios de
Atahualpa.
Cálculo aproximado del rescate de
Atahualpa
Estudiando
un poco sobre la historia, los mitos y leyendas del Perú, nos encontramos con
fascinantes relatos que nos tele transportan a
una época de bonanza aurífera, pero también de barbaries y hambre de
poder.
Atahualpa,
conocido gobernante Inca y considerado por los peruanos como el último
emperador (aunque los españoles después de su muerte nombraron a otros más),
pagó un alto precio por su libertad a Pizarro.
Ofreció
a este llenar la habitación en la cual se encontraba cautivo de oro y plata,
relación 1:2, hasta la altura que alcanzara el dedo medio de su mano derecha,
estando de pie.
Las
dimensiones aproximadas de la habitación eran 6.00 × 6.00 × 2.30 metros, que fue
la altura que alcanzó Atahualpa, lo que supone unos: 82.80 m3. Pizarro recibiría más o menos 82 toneladas de
Oro y 164 de Plata.
Pasado
un tiempo, en el cual Atahualpa había pagado ya la mitad del rescate a Pizarro,
se dio cuenta que lo traicionaría y al final de cuentas lo mataría al tener
todo el oro y la plata en su poder.
Por
ello el gobernante Inca ordenó esconder el resto del tesoro, lo que se
convirtió en uno de los secretos y los enigmas jamás desvelados, nunca nadie
encontró el resto del botín.
Los
Incas encontraron este acto vergonzoso por parte de los conquistadores
españoles, ya que la palabra dicha debía ser cumplida, y mientras que Atahualpa
aportaba su oro y plata como parte del trato, Pizarro iba vaciando de noche lo
que se llenaba de día. Lo que generó el choque entre dos civilizaciones, la
indígena que llenaba y la occidental que vaciaba.
Es
difícil por este motivo precisar cuánto pagó Atahualpa por su rescate. Pero es uno de los rescates más caros jamás
pagados que ronda los $ 1.285.760.000 de dólares. Fueron varios meses de recaudación del metal
en esa habitación, lo que da fe de la abundancia y fertilidad de la zona, y del
poderío de Atahualpa, quien de todas formas fue ejecutado al ser acusado de
traición y conspiración contra la Corona Española. Escogió ser ahorcado después de bautizarse
como cristiano.
*
La economía europea se vio afectada por el impacto del arribo de los enormes
contingentes de oro peruano, y más adelante por la adaptación de la papa,
tubérculo que permitió el crecimiento demográfico europeo y acabó con el hambre
que periódicamente amenazaba al viejo continente cada vez que menguaban las
cosechas.
REFERENCIAS:
1.
María
Rostworowski de Diez Canseco. “Historia del Tahuantinsuyo”
2.
http://www.lingoro.info/page/13/
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