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Mostrando entradas de septiembre, 2018

Alfonso Ugarte

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Alfonso Ugarte Alfonso Ugarte fue uno de los más ricos terratenientes de Tarapacá. Estallado el conflicto con Chile, su madre le instó a huir a Europa, donde tenían una residencia vacacional, y dada su inmensa fortuna, esperar con tranquilidad a que terminara la guerra con el país sureño, no obstante, él prefirió quedarse. Solicitó voluntarios, les uniformó, les armó con los mejores rifles de la época y les asignó una mensualidad; nombró a dicho batallón como "Iquique N° 1", estuvo conformado por 429 soldados y 36 oficiales, cuyo mando asumió con el grado de coronel, no siendo militar de oficio. Participó con los suyos en las batallas de San Francisco y Tarapacá. Junto con lo restante del ejército profesional del Sur, se replegaron a Arequipa y Arica. Él siguió al anciano coronel Francisco Bolognesi hacia Arica, pues le profesaba afecto y admiración. El 7 de junio de 1880, con los escasos sobrevivientes en el Morro, decide inmolarse para evitar cayese el pabel

Sacrificios humanos en el incanato

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Sacrificios humanos en el incanato Momia "Juanita", sacrificada a los 13 o 14 años, entre los años 1440 a 1450 d.C. Descubierta en Ampato, Arequipa Los sacrificios humanos se dieron con cierta frecuencia en el Tawantinsuyu, aunque restringidos a ciertos acontecimientos importantes como el advenimiento de un soberano, la muerte o el peligro amenazante para un Inca, el inicio de guerras o si acaecían epidemias y desastres. El sacrificio ritual humano recibía el nombre de “capacocha”. Cuando el Inca tomaba la mascapaycha (borla de mando imperial), se escogían más de doscientos niños de cuatro a doce años, hermosos y sin tachas, y de dos en dos, varón y hembra, se les enterraban vivos tras haberlos adormecido con chicha y coca.

Reconocimiento al Inca

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Reconocimiento al Inca Contrario a lo que se piensa, la lucha por el poder era constante entre las familias que detentaban el poder en el Tawantinsuyu, aun el Inca corría con el riesgo de ser asesinado por sus hermanos de madre si no tomaban las precauciones debidas, por lo que optaba por cambiar cada noche de lugar donde dormir, acompañado sólo de su séquito de confianza. Cuando un nuevo Inca juramentaba, invitaba a todos sus hermanos y curacas de los demás pueblos de su territorio a la juramentación, en la misma, el inca al hacer la invocación al dios Ti (Sol), pedía por la “obediencia y lealtad de todos sus súbditos”. La no participación en persona de algún invitado sobre el que se recelaba futura insubordinación, se tomaba como desaire y no acatamiento a la autoridad, como pasó con Atabalipa (Atahualpa) al no asistir a la jura de Cusi Huallpa (Huáscar). Las mujeres de los incas fallecidos, no perdían del todo su poder. Los bienes y sirvientes con que contaban en vid