LA QUÍMICA DEL AMOR. PERCY ZAPATA MENDO.
LA
QUÍMICA DEL AMOR
Al
enamorarse se llega a un escenario emocional que encubre la realidad y que
tiene una traducción bioquímica a nivel del cerebro. Muchos científicos la contrastan
con otros trastornos emocionales compulsivos, y parecen tener buenas razones
para ello.
Varios
psicólogos piensan que el enamorarse es una dolencia. La persona objeto del
amor se convierte en una obsesión, se distorsiona su imagen real, y por ello se
puede llegar a grandes locuras, que más tarde parecen irracionales.
Algunos
científicos comparan el estado de enamoramiento al cuadro psiquiátrico que se
ha llamado "Desorden Obsesivo Compulsivo" (DOC). Los enfermos que
padecen de él experimentan una fuerza compulsiva que los obliga a realizar las
más irracionales acciones en forma repetitiva (La psicosis obsesiva compulsiva).
En ellos se han detectado cambios bioquímicos cerebrales que acompañan al
trastorno. Por esto ha parecido interesante buscar iguales cambios bioquímicos
cerebrales en los procesos de enamoramiento.
En
el año 1990, Donatella Marazzitti, una psiquiatra de la Universidad de Pisa en
Italia, inicia la búsqueda de explicaciones bioquímicas para el DOC. Pensó que
la serotonina, un neurotransmisor que ejerce una acción tranquilizante en el
cerebro, podría estar alterada. Los niveles bajos de serotonina se han ligado a
estados de agresión, depresión y ansiedad. La droga Prozac ayuda a combatirlos
estimulando presencias de serotonina en el cerebro. Por ello Marazzitti decidió
determinar los niveles de serotonina en pacientes con DOC.
Pero
establecerlos en el cerebro humano no es posible, por lo que decidió hacerlo en
otras células más accesibles. Así, montó una técnica para determinar este
neurotransmisor en las plaquetas, células que podía obtener de una muestra de
sangre. En las plaquetas, la serotonina juega un rol totalmente diferente, cual
es facilitar la formación del coágulo. Sin embargo, su nivel varía en la misma
forma que lo hace en el cerebro. Ello podría ser un método indirecto para saber
cómo se modificaba la serotonina en los estados emocionales ya señalados.
Fue
así como Marazzitti encontró que en los pacientes con DOC, los niveles de
serotonina en las plaquetas estaban inusualmente bajos. Pero lo más interesante
fue que también los encontró bajos en las personas enamoradas. Durante el día
los pacientes con DOC, por horas están obsesionados por diferentes objetos o
personas, como podría ser el enamorado. Ello ocurre aun cuando en ambas
situaciones están conscientes que esto es irracional, pero que de ellas no
pueden escapar.
La indagación del amor
Marazzitti
comenzó a buscar enamorados. Puso un aviso en la Facultad de Medicina de la
Universidad de Pisa pidiendo estudiantes voluntarios que se hubieran enamorado
en los últimos seis meses y que durante esa época hubiesen estado obsesionados
por su amor, por lo menos cuatro horas al día, pero que al mismo tiempo no
hubieran tenido relación sexual. Ella deseaba encontrar Romeos y Julietas, con
una pasión fresca, que no se hubiese aún mezclado con el sexo. Así encontró a
17 mujeres y tres hombres, cuya edad promedio fue de 24 años. Como grupo
control seleccionó otras 20 personas que no hubiesen caído en el amor, ni
tampoco padeciesen de DOC.
A
todos ellos les tomó una muestra de sangre, y de ellas separó las plaquetas.
Encontró que el grupo control tenía niveles normales de serotonina, mientras en
los enamorados estaba como promedio un 40% más bajo. Marazzitti señala que la
frase de "estar loco de amor",
refleja la realidad de la situación.
Con
el objeto de corroborar que los niveles de serotonina sólo se elevan en los
estados de enamoramiento y no después, reexaminó un año más tarde a seis de los
mismos pacientes, cuando ya la pasión por su pareja se había normalizado y un
afecto más tranquilo la había reemplazado. Efectivamente, en este nuevo examen,
los niveles de serotonina de las plaquetas estaban en niveles normales. Observó
que lo mismo pasaba cuando los enfermos de DOC lograban un estado de
tranquilidad. El estudio fue publicado en “Psycological
Medicine” (vol. 29, 1999, pág. 741).
Thomas
Insel, director del Emory University del Regional Primate Research Center en
Atlanta, encuentra el trabajo muy interesante y los resultados le parecen muy
lógicos. "Cualquiera de nosotros que
ha estado realmente enamorado, sabe que detrás de todo tiene que haber un
proceso bioquímico cerebral", dice Insel.
Abdulla
Badawy, un bioquímico del Whitchurh Hospital en Carfiff, Wales ha observado
también que el ingerir alcohol, desciende los valores de serotonina en el cerebro.
"Por el alcohol se pierden las
inhibiciones, lo que en ocasiones lleva a ver como muy atractiva, e incluso
experimentar sentimientos pasionales, a la persona que está al otro lado del
bar", señala Badawy. Según Erik Hollander, director del Compulsive,
Impulsive and Anxiety Disorders en Nueva York, señala que el DOC tiene un
espectro mucho más amplio de lo que hasta ahora se le ha atribuido. "Algunos impulsos como robar, comprar o
jugar producen placer en la misma forma que enamorarse", señala Hollander.
Este
mismo autor también ha estudiado otra condición que podría asociarse al DOC:
los celos compulsivos. Uno de sus pacientes estaba convencido de que su mujer
se la jugaba.
Todos
los días le preguntaba en forma inquisitiva, con quién había estado y a quién
había visto. Le imponía a que corriera todas las cortinas de las ventanas y que
no fuera a la playa en traje de baño. Lo trató con Prozac, con lo que el
paciente se relajó. "Las emociones
persistentes como el enamoramiento o los celos compulsivos, corresponden a
otras formas de DOC", señala Hollander.
El objeto del amor debe ser más complicada
La
química de Eros amerita estudios más profundos, señala Hagop Akiskal, un
psiquiatra de la Universidad de California en San Diego. Si la serotonina
varía, las causas hay que buscarlas en nuestros genes, para tratar de
explicarse por qué sucede eso. Las emociones intensas crean imágenes no reales
en el objeto amado. El cerebro funciona así por un objetivo último: procrear.
Las
personas que tienen niveles de serotonina crónicamente bajos, tienden a ser más
sexy. "Los hombres que tienen menos
activo el gene de la proteína que transporta la serotonina (lo que se traduce
en niveles más bajos de ella) son más activos sexualmente en relación de los
que poseen el gene normal", señala Dean Hamer del National Cancer
Institute, cerca de Washington.
Pero
en el temperamento apasionado hay también otras variaciones bioquímicas. En
1996, dos equipos de investigadores ubicaron un polimorfismo particular en el
gene que codifica el receptor D4 dopamina. "Algunos
de los que habían heredado este gene eran muy apasionados en el amor",
dice Akiskal. El piensa que los grandes románticos son personas que sufren de
ciclotimia, una enfermedad bipolar, como la depresión maniaca, que alterna
períodos de intensa agitación con períodos de melancolía.
De
acuerdo con las investigaciones de Akiska, los pacientes con ciclotimia se
enamoran indiscriminadamente durante sus tiempos felices. Pero ello
inevitablemente falla, olvidando su amor cuando lo absorbe una grave
melancolía, que incluso puede llevar a sentimientos suicidas. Todo ello amerita
un detallado estudio cerebral, que desgraciadamente es muy difícil realizarlo
en los seres humanos.
Por
ello los investigadores buscan un modelo animal. ¿Pero cómo conseguir que una
rata se enamore? Es cierto que los animales se cruzan, pero ¿realmente
experimentan un amor romántico? Cuando nace una cría, en muchas especies el
macho se siente atraído, pero eso no puede considerarse un romance.
Actualmente
están estudiando un tipo de ratón de praderas que tiene la particularidad de
ser monógamo. En ellos están determinando la dopamina. Tal vez podamos aprender
de ellos cuál es la bioquímica del amor, ya que hay otros ratoncitos del mismo
género, que en cambio son promiscuos (Creces, Octubre 1998, pág. 12). Cuando
las hembras de los primeros no tienen sexo, al dársele una dosis de dopamina,
escoge a cualquiera como pareja y con él vive el resto de su vida. ¿Se puede
considerar esto una enfermedad? (News Scientist, Julio 31, 1999, pág. 42).
Por qué habría que enamorarse
Si
el transcurso de enamoramiento raya en lo patológico hasta trocar en una
obsesión en que se altera la imagen de la realidad, ¿por qué es algo tan
difundido que en algún momento de la vida afecta a casi toda la especie? A
primera vista el amor no es indispensable para la conservación de la especie y
por lo tanto, de acuerdo a los evolucionistas, este factor genético en el curso
de la evolución debiera haber desaparecido.
Sin
embargo son los mismos psicólogos evolucionistas los que dan la explicación. La
reproducción del ser humano se caracteriza, a diferencia de otras especies por
tener un producto que en el momento de nacer es inmaduro e incapaz de
mantenerse por sí mismo. Al menos durante los primeros períodos de la vida
requiere de preocupación y cuidado que sólo lo puede proporcionar una pareja de
progenitores. No basta que la madre cuide del hijo (como sucede en otras
especies en que el producto es más maduro) y que dedique toda su fisiología y
actividad a ello, sino también es necesario disponer de un padre proveedor que
sea también capaz de protegerlo de posibles predadores durante la etapa de
inmadurez. Es aquí, según ellos, donde el enamorarse logra la estabilidad de la
pareja, y ello ocurre precisamente durante la juventud, época que coincide con
la edad reproductiva (es raro enamorarse de viejo).
Por
otra parte, según los que sostienen la teoría del “gene egoísta”, al enamorarse
una pareja, se asegura el padre del traspaso de sus genes y no de otros, a la
próxima generación. Si el cruzamiento fuera sin amor, habría poca seguridad de
que fuesen sus genes los que se traspasan, y por lo tanto no habría un
compromiso del padre. En resumen, el enamoramiento es un proceso necesario para
la conservación y estabilidad de la especie, y probablemente que por ello, a
pesar de los riesgos de pérdida de la realidad, la especie ha conservado esta
información en sus genes.
Cualesquiera
sean las causas y riesgos de la existencia del enamoramiento, bienvenido está y
el proceso vale la pena vivirlo. Incluso en la época actual, el hijo nacido sin
amor, corre un riesgo muy elevado.
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