LA DEPRESIÓN Y ROBIN WILLIAMS. PERCY ZAPATA MENDO.
LA
DEPRESIÓN Y ROBIN WILLIAMS
Listo, famoso, entretenido y con un humor sutil, Robin
Williams aparentemente
lo tenía todo. Y sin embargo, se quitó la vida por elección propia.
Entonces… ¿Qué es lo que salió mal?
Robin Williams ocultaba posiblemente el suplicio diario por
el que pasaba en su vacilante lucha contra la depresión. Como buen artista, por
fuera nos hacía reír, pero por dentro, sufría lo indecible.
Con su muerte se ha perdido a uno de los actores más
talentosos y creativos de la actualidad. No obstante, su muerte por suicidio
debería ser una llamada de atención para todos nosotros. Es un recordatorio de
que muchos de nosotros caminamos con dos situaciones conflictivas: reímos por
fuera, mientras sucumbimos lánguidamente por dentro.
Quienes sufren de depresión harán casi todo para no sentir
más el dolor que les agobia. Y en esos momentos, sus cerebros se convierten en
sus peores enemigos. A menudo se necesita de una fuerza externa que proporcione
luz, a fin de que esos pensamientos sombríos no sean, como en el caso de Robin,
nuestros últimos pensamientos.
Desafortunadamente el estigma de la salud mental dificulta
aún más que quienes padecen de dicha enfermedad, puedan acudir por ayuda
profesional, y muchas veces, encuentran la incomprensión de su propia familia,
y a lo mucho, obtienen de ellos mensajes como “no es nada, ya pasará… eres
fuerte”.
Vivir con depresión es aislante y desalentador, y a menudo
refuerza el dolor de los que la padecen.
Cuando alguien muere por suicidio, hay tantas emociones en
todos los que están conmovidos, que no hay perspicacia del impacto…y todos nos
preguntamos: ¿Por qué?…recordemos que no hay dos vidas iguales y emitir juicios
sobre otro a menudo es más destructivo que útil. Tenemos que recordar que todo
el mundo está lidiando con sus propios problemas detrás de su propia máscara.
No sabemos qué está pasando en realidad, así que debemos tener cuidado de no
juzgar.
La muerte de Robin Williams es un fuerte recordatorio para
todos de cuánto trabajo aún queda por hacer. Él era genial, y trajo júbilo a
muchos otros. Y sin embargo, parece que en el proceso de brindar alegría a
otros, la paz interior se le escapó. Ahora él al fin consiguió su objetivo y
por fin descansa en paz, y que esto sea una llamada de atención para todos
nosotros, de no minimizar ni adjetivar menospreciando el dolor de los demás.
1.- Definición de la depresión
Es
una perturbación del estado de ánimo, que se manifiesta por un estado de
decaimiento y rendición psicológica y biológica del paciente de manera continua,
y se revela a través de síntomas psíquicos (pudiendo aparecer desinterés, congoja,
desmoralización, disminución de la autoestima, etc.) y somáticos (pudiéndose
presentar en forma de merma del apetito, baja del peso corporal, astenia, variaciones
del sueño con periodos de insomnio y de somnolencia, etcétera).
Se
deben descartar los episodios de tristeza pasajera o frustración, que se
consideran como una reacción natural de la persona ante sucesos negativos como
las situaciones de duelo por la pérdida de un ser querido u otras como
divorcios o separaciones; aunque si se prolonga más allá de los cuatro meses o
es tan importante que sea incapacitante puede desembocar en lo que clínicamente
se conoce como una depresión mayor.
2.- Orígenes de la depresión
Entre
las principales raíces de la depresión podemos encontrar tanto factores
genéticos, fisiológicos, personales como ambientales:
·
Factores genéticos
La presencia de antecedentes de depresión en el ámbito
familiar cercano (padres y hermanos) incrementa en un 25-30% la probabilidad de
sufrir depresión. En diversos estudios se ha determinado que en los gemelos
monocigóticos hay un 50% más de probabilidades de que uno de los hermanos
padezca depresión en el caso de existir precedentes en el otro. Este porcentaje
se reduce al 25% en el caso de gemelos dicigóticos.
·
Factores fisiológicos
La aparición y cronificación de la depresión se ha
relacionado especialmente con un descenso de los niveles de serotonina a nivel
de las uniones neuronales. Por este motivo, en el tratamiento de la depresión
se emplea en ocasiones un grupo de fármacos: los inhibidores selectivos de la re
captación de serotonina, cuya función consiste precisamente en modificar los
niveles de serotonina que se encuentran alterados en estos pacientes. Existe,
además, un grupo de enfermedades estrechamente ligadas a la aparición de
depresión, la mayoría de ellas relacionadas con alteraciones endocrinas:
Ø
Migraña.
Ø
Diabetes.
Ø
Hipertiroidismo.
Ø
Síndrome de
Cushing.
Ø
Enfermedad de Addison.
Ø
Amenorrea hiperprolactinémica.
·
Factores personales
Se ha visto que existe un porcentaje
significativamente mayor de depresión en mujeres que en hombres. La edad
también es un factor influyente, y la franja comprendida entre los 35 y los 45
años es la de mayor incidencia de depresiones. El embarazo y el posparto son
etapas vitales de la mujer con un mayor riesgo de aparición de depresión debido
a las alteraciones hormonales sufridas.
·
Factores ambientales
Se consideran factores potenciadores de la aparición
de este trastorno todos aquellos que son negativos para el sujeto (estrés,
ansiedad, incapacidad de encauzar los problemas...) en cualquiera de sus
ámbitos personales (laboral, familiar...), en especial si el sujeto se
encuentra además en una situación de dependencia o consumo habitual de alcohol,
tabaco, drogas, etcétera. Una situación de escasas o nulas relaciones
interpersonales potencia especialmente estos factores.
3.- Tipos de depresión
Los
diferentes tipos de depresión se clasifican en función a los síntomas que
muestra el paciente.
Grupo A
·
Duración no
inferior a 2 semanas.
·
No atribuible al
consumo de sustancias psicoactivas o a trastornos mentales orgánicos.
Grupo B
·
Humor depresivo no
habitual en el paciente, constante durante todo el día y mantenido en el tiempo
de forma casi constante. No varía con las circunstancias ambientales del
sujeto, y persiste al menos durante 2 semanas.
·
Pérdida o
ausencia de interés por actividades anteriormente placenteras.
·
Aumento de la
capacidad de fatiga, o pérdida de la vitalidad habitual.
Grupo C
·
Pérdida de la
autoestima y de la confianza en uno mismo. Sentimiento de inferioridad no
justificado prolongado en el tiempo.
·
Auto-reproches
constantes y desproporcionados con sentimiento de culpa excesiva e inadecuada.
·
Pensamientos de
muerte o suicidio recurrentes, incluyendo tentativas.
·
Disminución de la
capacidad de concentración y pensamiento. Suele acompañarse de falta de
decisión.
·
Aparición de
lentitud de las funciones motoras, o agitación.
·
Alteraciones del
sueño.
·
Variaciones del
peso corporal por descontrol alimentario (aumento o descenso marcado del
apetito).
Grupo D
·
Presencia de
síndrome somático, compuesto por alucinaciones, delirios, retardo psicomotor o
estupor grave, concordantes o no con el estado anímico del paciente.
·
De acuerdo a
estos criterios se puede clasificar el cuadro depresivo en:
Episodio depresivo leve
Presenta dos o tres síntomas del grupo B. Estos
pacientes, por lo general, son capaces de continuar con sus actividades
habituales con total normalidad.
Episodio depresivo moderado
El paciente presenta al menos dos síntomas del grupo B
y un cierto número del grupo C, hasta conformar un mínimo de seis síntomas. Estos
pacientes presentan dificultades manifiestas para el desarrollo de las
actividades habituales.
Episodio depresivo grave
Presentan todos los síntomas del grupo B, unidos a
varios del grupo C, hasta conformar un mínimo de ocho síntomas. Estos pacientes
presentan una situación emocional marcadamente ligada a la angustia,
especialmente con pérdida de autoestima y sentimientos intensos de culpa e
inutilidad.
En estos episodios cobran relevancia los intentos de
suicidio, asociados a la carga somática, principalmente en los pacientes de
sexo masculino, por lo que estos pacientes deben ser controlados de forma
constante e incluso, en determinados casos, se debe valorar la hospitalización
del paciente. En esta fase pueden aparecer asociados síntomas del grupo D.
4.-
Síntomas y diagnóstico de la depresión
Son
varios los síntomas que pueden presentarse durante la depresión, los más usados
a nivel clínico y de investigación para identificarla son los reflejados en el
manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV) de la
Asociación americana de Psiquiatría, y de la 10ª edición de la Clasificación
Internacional de Enfermedades (CIE-10).
De
acuerdo con la clasificación de la CIE-10 se emplea un listado compuesto por
diez síntomas depresivos generales para su diagnóstico, y otro listado más
amplio para la clasificación del episodio como leve, moderado o grave (con
presencia o ausencia de síntomas psicóticos). De forma general, deben existir
al menos dos de estos tres síntomas típicos de la depresión:
a)
Ánimo o humor
depresivo no habitual en el paciente, constante durante todo el día y mantenido
en el tiempo de forma casi constante.
b)
Pérdida o
ausencia de interés por actividades anteriormente placenteras.
c)
Aumento de la
capacidad de fatiga, o pérdida de la vitalidad habitual.
La
CIE-10 establece que un episodio depresivo se diagnostica a través de los
siguientes parámetros:
i.
Estado de ánimo
depresivo, de duración no inferior a dos semanas.
ii.
Situación no
atribuible al empleo de sustancias psicoactivas o a la presencia de algún
trastorno mental orgánico.
iii.
Presencia de
síndrome somático: en otras clasificaciones se denominan “síntomas
melancólicos” o “síntomas endogenomorfos”. Son:
§
Disminución o
desaparición del interés y la capacidad de disfrute por las cosas que
anteriormente resultaban placenteras.
§
Ausencia de
respuestas emocionales ante eventos que, generalmente, suelen desencadenar
reacciones.
§
Alteraciones del
sueño: es especialmente frecuente la incapacidad de conciliar el sueño
(insomnio de conciliación), la de mantenerlo durante más de dos horas
consecutivas (insomnio de mantenimiento), o despertarse al menos dos horas
antes de la hora prevista.
§
Empeoramiento
progresivo durante el día del humor depresivo.
§
Aparición de
lentitud en las funciones motoras o agitación.
§
Disminución
marcada del apetito.
§
Disminución del
peso corporal por descontrol alimentario (aumento o descenso marcado del
apetito) de al menos un 5% en el último mes evaluado.
§
Disminución
marcada o ausencia de apetito sexual.
§
Pérdida de la
autoestima y de la confianza en uno mismo. Sentimiento de inferioridad no
justificado prolongado en el tiempo.
§
Auto-reproches
constantes y desproporcionados con sentimiento de culpa excesiva e inadecuada.
§
Pensamientos de
muerte o suicidio recurrentes, incluyendo tentativas.
§
Disminución de la
capacidad de concentración y pensamiento. Suele acompañarse de falta de
decisión.
En
este sentido también es muy importante el papel de la familia a la hora de
detectar los síntomas de la depresión.
5.- Tratamiento de la depresión
Una
vez diagnosticada la depresión, el paciente debe iniciar el tratamiento, siendo
en casi todos los casos una acción combinada de terapia farmacológica con apoyo
psicológico. Es muy importante que antes de que el paciente inicie cualquier
terapia, sea informado por su médico de la duración del tratamiento de la
depresión, los beneficios que se van a intentar alcanzar, y los efectos secundarios
que se pueden desarrollar a lo largo del tratamiento.
Tratamiento farmacológico de la
depresión
El
tratamiento farmacológico de la depresión se suele limitar a los cuadros
depresivos moderados o graves. En los pacientes diagnosticados de depresión
leve no se suele recurrir a terapia farmacológica, debido a su estrecho perfil
beneficio-riesgo. Únicamente se recomienda en caso de fracaso de otras
terapias, problemas médicos o psicológicos asociados, o historial previo de
depresión moderada o grave.
En
los pacientes con depresión moderada o grave, la terapia farmacológica se
considera un tratamiento de primera línea, aunque existe un 38% de pacientes
que al cabo de 6-12 semanas no presentan respuesta al tratamiento instaurado, y
en un 54% de los pacientes no existe remisión de los síntomas. En el siguiente
apartado detallaremos los principales grupos de fármacos antidepresivos con más
detalles, así como sus efectos y las claves para aplicarlos.
Tratamiento psicoterápico de la
depresión
Las
terapias psicológicas más empleadas por su carácter específico son la terapia
cognitivo-conductual (TCC) y la psicoterapia interpersonal (TIP).
La
terapia cognitivo-conductual se
ha mostrado tan efectiva como la psicoterapia interpersonal (más lenta en
lograr los objetivos que la TCC y la farmacoterapia) y la terapia
farmacológica, lo que la ha convertido en la terapia psicoterapéutica de
elección en el abordaje de la depresión moderada, grave o resistente.
La
duración de la terapia variará en función del tipo de depresión diagnosticada,
la situación personal del paciente y la evolución de este. En pacientes con
depresión grave o crónica, si la terapia psicoterápica se asocia a tratamiento
farmacológico la efectividad siempre será superior a cualquiera de estas
terapias por separado.
La
terapia cognitivo-conductual, asociada al tratamiento de mantenimiento,
contribuye a incrementar la efectividad del mismo para evitar la aparición de
recidivas. Esto es especialmente beneficioso para aquellos pacientes con
antecedentes de recaídas, o que presentan síntomas residuales, ya que son los
que tienen un mayor riesgo de sufrir de nuevo episodios depresivos.
Otros
tratamientos para la depresión
Autoayuda
guiada: su objetivo es que los
pacientes adquieran capacidades de autocontrol y manejo de la sintomatología de
este trastorno. Se empelan tanto soportes bibliográficos, como materiales
digitales. Aunque se ha demostrado buena efectividad en pacientes con depresión
leve-moderada, no se conocen los efectos a largo plazo.
Ejercicio
físico: está demostrada la
capacidad del ejercicio físico para mejorar el bienestar personal, tanto físico
como psíquico. En los pacientes con depresión leve-moderada, un programa de
ejercicio de intensidad moderada, de 40-45 minutos, 2-3 veces a la semana,
durante un periodo de 10 a 12 semanas, podría repercutir en una clara mejoría
de la sintomatología depresiva.
Terapia
electro convulsivo (TEC): esta
terapia consiste en provocar una crisis comicial generalizada (una convulsión),
mediante la estimulación eléctrica del sistema nervioso central. A pesar de ser
una terapia devaluada y denostada en sus inicios, actualmente se aplica bajo
anestesia y miorelajación, y se considera efectiva en pacientes adultos con
depresión grave o resistente.
Hierba
de San Juan (Hypericum perforatum):
sus propiedades antidepresivas han sido constatadas en numerosos estudios.
Presenta interacciones con otros medicamentos y debe tomarse siempre bajo
prescripción y supervisión de un profesional sanitario.
Fármacos antidepresivos
Los
principales grupos de fármacos antidepresivos son:
Antidepresivos
tricíclicos: buen perfil de
eficacia por el bloqueo de la re captación de dos compuestos de comunicación interneuronal
(noradrenalina y serotonina), aunque presentan una alta tasa de efectos
secundarios. Se encuentran contraindicados en pacientes con antecedentes
recientes de infarto de miocardio, así como en pacientes con arritmias,
hiperplasia benigna de próstata, glaucoma de ángulo abierto, insuficiencia
renal o hepática, y epilepsia o antecedentes de convulsiones.
Antidepresivos
heterocíclicos: derivados del
grupo anterior, con la misma efectividad, pero con menor tasa de aparición de
efectos secundarios.
Inhibidores
selectivos de la re captación de serotonina: son inhibidores muy específicos de la re captación de
serotonina con poca o ninguna repercusión sobre el resto de neurotransmisores,
lo que les confiere una gran tolerabilidad (los principales efectos secundarios
descritos son náuseas, sudoración y alteraciones del peso corporal), y por ello
son el grupo más prescrito en atención primaria.
Inhibidores
de la monoaminoxidasa (IMAOs):
inhiben de forma más o menos selectiva la monoaminoxidasa A o B. Presentan un
perfil de efectos secundarios bastante negativo, por lo que se utilizan como
tratamientos de segunda línea, en caso de falta de efectividad de otras
alternativas más seguras.
Otros
fármacos antidepresivos: se
centran principalmente en la re captación de serotonina o noradrenalina, aunque
nuevas líneas terapéuticas actúan en receptores de serotonina y adrenérgicos
α2.
6.- Etapas de la psicofarmacología en
la depresión
Existen
directrices determinadas de seguimiento general a la hora de instaurar el
tratamiento farmacológico en un cuadro depresivo. Las principales son:
Todos
los antidepresivos precisan un periodo de latencia terapéutica (tiempo desde
que se inicia el tratamiento hasta que comienzan a aparecer las mejoras de los
síntomas) de una a tres semanas.
Se
debe iniciar el tratamiento a dosis bajas e ir aumentando la dosis de forma
gradual en caso que sea preciso.
A
las 3-4 semanas de iniciado el tratamiento de la depresión, es necesaria la
revisión del mismo por parte del facultativo, para evaluar la evolución del
paciente, comprobar si se han presentado efectos secundarios y modificar la
dosis si fuera preciso.
Si
a las 6-8 semanas de prescripción de la dosis máxima el paciente no indica
mejoría objetiva, se debe comprobar si el paciente está tomando correctamente
el medicamento y, en el caso de ser así, valorar la conveniencia de asociar el
antidepresivo a otro de distinta familia o el cambio total. En algunos
pacientes puede ser preciso asociar antidepresivos a hipnóticos o ansiolíticos,
por un periodo no prolongado de tiempo.
La
supresión del tratamiento antidepresivo debe hacerse de forma progresiva,
disminuyendo la dosis paulatinamente para evitar la aparición de efectos de
discontinuación.
7.- Consideraciones especiales en los
tratamientos de la depresión
Ancianos: la depresión en estos pacientes suele cursar con un
mayor número de síntomas somáticos y de componente ansioso, lo que dificulta
mucho su diagnóstico. Se suelen prescribir principalmente antidepresivos
inhibidores de la re captación de serotonina, y suelen estar contraindicados
los antidepresivos tricíclicos. Es preciso reducir a la mitad la dosis indicada
para adultos en ancianos mayores de 70 años, y a un tercio en ancianos menores
de 70 años, debido a que su capacidad cognitiva puede ser alterada con mayor
facilidad, y son más sensibles al efecto sedante e hipotensión ortostática
(bajada de la tensión al incorporarse tras estar tumbados) habituales en
determinados antidepresivos, lo que potencia el riesgo de caídas.
Embarazo: al no existir estudios sobre la inocuidad de los
antidepresivos durante el embarazo se intenta, en la medida de lo posible,
evitar el uso de estos fármacos, especialmente en el primer trimestre. En el
caso de riesgo de suicidio o conductas que puedan dañar al feto, se prescriben
inhibidores de la re captación de la serotonina o antidepresivos tricíclicos.
Durante la lactancia es importante tener en cuenta que todos los grupos de
antidepresivos se excretan por la leche materna.
Enfermedad
de Parkinson: los únicos fármacos
estudiados en los pacientes de párkinson son los antidepresivos tricíclicos,
presentando un efecto beneficioso para ellos por el efecto anticolinérgico.
También son efectivos los inhibidores de la recaptación de serotonina.
Epilepsia: los inhibidores de la recaptación de serotonina son
de elección en los con epilepsia pacientes por su menor efecto
proconvulsivante.
Fuentes:
1. Terrie M. Williams.
http://cnnespanol.cnn.com/2014/08/13
2. http://www.webconsultas.com/salud-al-dia/depresion/farmacos-antidepresivos-9751
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