EL RELAPSO DE LA VIDA. PERCY ZAPATA MENDO.
EL RELAPSO DE LA VIDA
He vivido más de cien vidas y al ocaso de una, me juro jamás
volver en forma física, más cada 200 años vuelvo sin habérmelo propuesto… ¿Será
que la dualidad del apego y la desazón que siento por la vida, es el elíxir de
la inmortalidad y el castigo de este ciclo sin fin?
Desde mis pretéritos y primordiales recuerdos, la humana
naturaleza no ha mutado ni cambiado, las virtudes son opacadas y sobrepasadas
por las cualidades y el accionar deleznables que pocos ostentan pero que nadie
discute, tolera o les son indiferentes participar; y he de confesar no sin
rubor, que consecuente de mi humana naturaleza recidivante, no procuré
intervenir aun siendo portador de los conocimientos suficientes para advertir
del derrotero reiterativo que esas acciones llevan a la cúspide del poder de los
menos indicados.
Tengo más conocimientos almacenados en mi memoria sin ser un
genio. Cuando ponen a prueba lo que sé, se deslumbran errando el calificativo
de genio, título inmerecido apelando a la verdad, pues en realidad soy un mero
receptáculo de datos.
He visto con asombro a los grandes pro-hombres de nuestra
historia, mal interpretar a sus ascendentes, y lo que es peor, esbozar
hipótesis sobre los logros de sus mayores, cada vez más alocadas o bien
menospreciando sus potenciales e inteligencias.
He estado aquí por miles de años y no he visto a ningún
hombrecito verde que haya movido siquiera un guijarro para ayudar a nuestros
protohumanos o a la esforzada humanidad en la construcción de sus civilizaciones;
tampoco he visto a ningún Dios subido en un carro relampagueante embutidos en
corazas y cimeras de oro ni a diosas desnudas de bellezas espléndidas,
atormentando o recompensando a sus devotos fieles… más aun así, creo en un Dios
omnipotente, omnisciente y omnipresente, pues si algo he aprendido con estas
miríadas y eones, es que nada ocurre al azar, y el autor de esas causalidades,
merece cada uno de los atributos que se le puede conferir como divinidad.
Mi humana naturaleza cuasi sempiterna se me es revelada
conscientemente recién en los albores de la adolescencia, pues en la niñez e
infancia, los recuerdos atávicos almacenados en los genes de mí ser, se
confunden con pesadillas propias de la niñez. Y ya en la medianía de mi vida,
la verdad de ese don o maldición de renacer, se corre el velo de la ignorancia
cautamente guardada con destellos de desasosiego y angustia, pues mis vidas
pasadas siempre concluyen de manera abrupta, y es el hastío de las veleidades
lo que me impulsa a acabar con mi vida, pero no por mano propia, sino buscando
que las negras parcas de retorcidos dedos, corten por fin el hilo de mi vida,
por medio de mis acciones que muchos llaman obstinación en nadar contra la
corriente, y pocos, consecuencia con mis ideales. Mas estas pérfidas tejedoras,
sabedores de mis intenciones, una y otra vez re-hilvanan y me envían de vuelta.
Lo que más me sume en la desesperación, es que teniendo la
abigarrada cantidad de conocimientos acumulados, casi nadie hace uso de él…y
una y otra vez estos son reciclados juntos conmigo, perdiéndose muchos de ellos
en las dos centurias que se requieren entre vida y vida, o quizás, siguen
presentes pero refundiéndose en lo más recóndito de mis neuronas por lo escabroso
del contenido…
Tiempo al tiempo….y tiempo es de lo que siempre dispongo, mi
próximo fin se acerca, más el nuevo amanecer por venir de este fénix aún está
lejano y mi generación, y la generación de esta generación, y la generación de
la generación de la mía, se extinguirá sin aprovechar ni saber de todo lo que
pudo saber y dejó inconscientemente pasar…es mi don y condena.
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