EL TERAPEUTA ANALIZADO
EL TERAPEUTA ANALIZADO
Los niños nunca dejarán de
sorprenderme en cuanto a su criterio simple, directo y sumamente franco (y creo
que es la manera como debiera ser siempre nuestra manera de expresarnos). Muchos
adultos y padres de familia menosprecian las capacidades analíticas de sus
hijos, pensando que la poca edad de los mismos es proporcional a su
inteligencia y capacidad para darse cuenta de lo que le rodea, lo cual es
incorrecto, pues los pequeñuelos desde los dos años tienen plenamente definido
su yo y su posición dentro la familia y su entorno más cercano. “¡Qué va a ser,
usted exagera doctor…pero si son tan chiquitos!”, se expresan muchos, pero si
tomaran siquiera un tiempo para dedicarles a ellos en conversar aparte de jugar
o cuidarle, se sorprenderían muchísimo de la inocente lucidez de sus niños.
Pues bien, por cuestiones que no
vienen al caso detallar, me encontraba evaluando el estado psicológico de un
pequeño de cinco años que había acudido con su madre a la consulta, y para
facilitarle que se expresara con completa libertad, le pedí a la madre saliera
a esperar afuera en el recibidor y me puse a conversar con él niño e
interesarme por sus gustos y aficiones, y da la casualidad que las películas de
ciencia ficción y personajes de cómics y mangas son mis preferidos aun en la
actualidad (creo que como a todos los de mi generación), los cuales veo siempre
cada vez que dispongo de un tiempo libre.
Después de haber departido por
cerca de media hora con el muchachito, de haber improvisado y completado cuentos
sobre la marcha, de haberle hecho dibujar y de adentrarme en sus sueños e
ilusiones futuras, el niño con cara de alivio y a la vez con un brillo especial
en sus grandes ojos, me tomó de la mano y halándome hizo que me inclinara hasta
que mi rostro estuvo a la altura del suyo, y muy solemnemente se refirió a mi
antes que hiciera ingresar a su madre:
“¿Sabe señor? Usted antes me daba
mucho miedo, pues es muy serio, pero poquito a poquito ya no tuve más miedo…Usted
se parece mucho al mago de Harry Potter, Severus Snape…da mucho miedo y parece
malo pero no lo es…y sus ojos de usted son como los de él…son muy tristes pero
a la vez hacen que ya no tenga miedo…Usted ríe conmigo pero está muy triste… ¿Usted
está triste porque no tiene amigos, verdad señor? ¿Le han hecho daño señor?
¿Por eso quiere ser malo? ¿No? Pero… ¿Sabe? Usted no es malo ni podrá serlo,
pues usted me ha hecho hoy un ¡Expecto Patronum! Y me siento bien, ahora yo le
doy mi ¡Expecto Patronum!, para que se ría y ya no esté triste… ¿Ya señor?”.
¡¿Cómo no adorar a los niños?!
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