GIANNA BERETTA MOLLA (1922-1962). MÉDICO PEDIATRA. PATRONA DE LAS MUJERES GESTANTES
GIANNA
BERETTA MOLLA (1922-1962)
MÉDICO
PEDIATRA
PATRONA
DE LAS MUJERES GESTANTES
Gianna
Beretta nació en Magenta (provincia de Milán) el día 4 de octubre de 1922. Durante los años de Liceo y de Universidad, en
los que se dedica con diligencia a los estudios, traduce su fe en fruto
generoso de apostolado en la Acción católica y en la Sociedad de San Vicente de
Paúl, dedicándose a los jóvenes y al servicio caritativo con los ancianos y
necesitados.
Habiendo
obtenido el título de Doctor en Medicina y Cirugía en 1949 en la Universidad de
Pavía, abre en 1950 un ambulatorio de consulta en Mésero, municipio vecino a
Magenta.
En
1952 se especializa en Pediatría en la Universidad de Milán. En la práctica de
la medicina, presta una atención particular a las madres, a los niños, a los
ancianos y a los pobres.
Su
trabajo profesional, que considera como una «misión», no le impide el dedicarse
más y más a la Acción católica, intensificando su apostolado entre las
jovencitas.
Se
dedica también a sus deportes favoritos, el esquí y el alpinismo, encontrando
en ellos una ocasión para expresar su alegría de vivir.
Conoce
al ingeniero Pietro Molla, con el que contrae nupcias el 24 de septiembre de
1955. En noviembre de 1956, Gianna da a luz a su primer hijo, Pierluigi. En
diciembre de 1957 viene al mundo Mariolina y en julio de 1959, Laura. Gianna
armoniza, con simplicidad y equilibrio, los deberes de madre, de esposa, de
médico y la alegría de vivir.
En
septiembre de 1961, al cumplirse el segundo mes de embarazo, es presa del
sufrimiento. El diagnóstico: un tumor en el útero. Se hace necesaria una
intervención quirúrgica. Antes de ser intervenida, suplica al cirujano que
salve, a toda costa, la vida que lleva en su vientre, y se confía a la oración.
Se salva la vida de la criatura. Ella da gracias al Señor y pasa los siete
meses antes del parto con incomparable fuerza de ánimo y con plena dedicación a
sus deberes de madre y de médico. Se estremece al pensar que la criatura pueda
nacer enferma, y pide al Señor que no suceda tal cosa.
Algunos
días antes del parto, confiando siempre en la Providencia, está dispuesta a dar
su vida para salvar la de la criatura:
“Si
hay que decidir entre mi vida y la del niño, no dudéis; elegid -lo exijo- la
suya. Salvadlo”.
La
mañana del 21 de abril de 1962 da a luz a Gianna Emanuela. El día 28 de abril,
también por la mañana, entre indecibles dolores y repitiendo la jaculatoria “Jesús,
te amo; Jesús, te amo”, muere santamente. Tenía 39 años.
Fue
beatificada por Juan Pablo II el 24 de abril de 1994, Año Internacional de la
Familia.
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