El “REINO DE PAITITI”
El “REINO DE PAITITI”
En el canal History Channel ha hecho un despliegue de varios
documentales que tratan sobre nuestra historia incaica y pre incaica (con
algunos obvios errores, tal vez interpretativos o al ser trasladados al idioma
inglés), haciendo un especial énfasis en el mítico reino de Paititi, teóricamente
localizado en la amazonia, en la región que actualmente ocupan Bolivia, Brasil
y Perú, y del cual los aventureros y algunos investigadores, refieren que fue
una ciudad sumamente rica en oro. La leyenda se originó en la INTERPRETACIÓN de
algunos escritos del siglo XVI, cuyos autores eran Vaca de Castro, Pedro
Sarmiento de Gamboa, Juan Álvarez Maldonado. Estos escritores se referían a un
reino situado en la selva baja amazónica, probablemente cerca de la actual
frontera entre Bolivia y Brasil.
Según Vaca de Castro en su “Relación sobre los quipucamayos”
(1544), Pachacútec llegó hasta el RÍO PAITITI (¿quizás el Río Madeira? ¿O tal vez
el Río Beni?), donde construyó dos fortalezas.
Según Sarmiento de Gamboa en su “Historia de los Incas”
(1570), Pachacútec, quien reinó de 1438 a 1471, fue el primer emperador de los
Incas que conquistó parte de la selva amazónica llamada Anti suyo
(correspondiente hoy a la región peruana de Madre de Dios y a los departamentos
bolivianos de Beni y Pando). A la muerte
de Pachacútec (1471), los pueblos del Anti suyo se negaron a continuar pagando
tributo al Cusco y, así, el nuevo Inca Túpac Yupanqui (quien reinó hasta 1493)
organizó un poderoso ejército con el fin de conquistar de una vez por todas las
tierras amazónicas situadas al este de los Andes.
He aquí un pasaje de su libro:
“Y por el camino que
ahora se llama Camata, (Túpac Inca Yupanqui) envió a otro gran capitán llamado
Apo Curimache, quien fue hasta donde nace el Sol y caminó hasta el Río del cual
ahora se ha tenido otra vez noticia, llamado “Paititi”, donde están los Moxos
del Inca Topa”.
Según Sarmiento de Gamboa, además, el ejército incaico llegó
a la profundidad de la selva y dejó al general Otorongo Achachi al cuidado de dos
fortalezas construidas en la tierra del Paititi.
Los otros dos testimonios interesantes sobre la presencia
permanente de los Incas en la selva amazónica nos llegaron por el Padre Felipe
de Alcaya y por el capitán Francisco Sánchez Gregorio, cuyas narraciones fueron
recogidas en las “Crónicas de Lizarazu” (1635).
Según estos relatos, el sucesivo general inca que se adentró
en la selva fue el sobrino del Inca Huayna Cápac, que se llamaba Manco (no
confundir con Manco Inca de Vilcabamba).
Como Huayna Cápac gobernó de 1493 a 1525, se supone que Manco
condujo esta tercera campaña de conquista de la selva en los primeros dos
decenios del siglo XVI.
He aquí dos pasajes de las “Crónicas de Lizarazu”:
“El Inca del Cusco
mandó a su sobrino Manco Inca, el segundo en llevar este nombre, a conquistar a
los Chunkos, indios Caribe que viven en la selva al oriente del Cusco,
Chuquiago y Cochabamba. Y Manco entró en la selva con ocho mil indios armados,
llevando consigo a su hijo.
Y considerando la
dificultad del terreno, (Manco) pobló la parte opuesta de la montaña del
Paititi, de donde dicen los indios Guaraní, que llegaron luego a conocer a este
poderoso señor, que en aquel monte se encuentra gran cantidad de plata, y de
allí sacan el metal, lo depuran, lo funden y lo transforman en perfecta plata.
Y así como fue el jefe de este reino del Cusco, lo es ahora de aquel grandioso
reino del Paititi, llamado Moxos”.
Según Sánchez Gregorio, parece que Manco, el sobrino de
Huayna Cápac, quería crear un reino propio que no estuviera sujeto al dominio
de su tío, en el Cusco.
También según Felipe de Alcaya, Manco envió a su hijo
Guaynaapoc (el rey joven) al Cusco con el fin de informar al emperador Huayna
Cápac de las conquistas que había efectuado su padre.
A continuación, otro pasaje de la crónica:
“El sobrino del Inca
envió a su hijo Guaynaapoc hasta el Cusco con el fin de informar a su tío Inca
Túpac Yupanqui de las conquistas efectuadas por su padre, y no le envió plata
ni oro… porque no quería que le fuera arrebatado lo que había conseguido con
tanto esfuerzo y sudor, y antes de que partiera lo instruyó sobre los secretos
de la Tierra Rica, diciéndole que si quería ser un día el Señor, debería decir
al Inca que no se había encontrado nada más de aquella montaña de plomo, que es
el Paititi, puesto que Titi en su lengua quiere decir “plomo” y Pai significa ´aquella´”.
Sin embargo, cuando Guaynaapoc llegó a Cusco, probablemente
ya en 1537, encontró a los españoles en el poder y, por tanto, decidió regresar
rocambolescamente a la selva, quizá llevando consigo los símbolos sagrados del
Tahuantinsuyo, el gran disco solar de oro y la cadena de oro de Huáscar, además
de los misteriosos quipus reales y literarios (tal como los denomina la experta
Laura Laurencich Minelli).
He aquí un pasaje de la crónica de Alcaya:
“Cuando finalmente el
´rey joven´ (Guaynaapoc) llegó a la ciudad del Cusco, encontró toda la tierra
conquistada por Gonzalo Pizarro, a su tío (Huáscar) asesinado por el rey de
Quito (Atahualpa) y al otro Inca refugiado en Vilcabamba (Manco Inca).
Y en aquella ocasión
tan particular reunió a todos los indios que estaban de su parte y los invitó a
seguirlo a la nueva tierra que había descubierto su padre (Manco), llamada
Mococalpa (ahora denominada Moxos)…
Aproximadamente veinte
mil indios siguieron a Guaynaapoc, aunque, según los indios del Cusco, fueron
muchos más de los que se habían ido a Vilcabamba con su rey…
Llevaron consigo
muchísimas cabezas de ganado y artesanos de la plata, y durante el camino otros
indígenas de las llanuras se unieron a la multitud, que al fin llegó al Río
Manatti (1).
Y finalmente llegó al
Paititi donde fue alegremente recibido por su padre y por otros soldados, y su
felicidad se duplicó por encontrarse en un reino inexpugnable y lejanísimo del
Cusco, que ya estaba en manos de los invasores”.
(1)
(Rio
Guaporé)
De esta antigua narración se deduce que fue Guaynaapoc el
inca que se dirigió al Paititi en 1537, cuando ya el Cusco estaba perdido para
siempre. De ahí que, en 1564, se describiera al Paititi como el único
sobreviviente de la expedición de Diego Alemán (este último murió descuartizado
por temibles indígenas y su piel fue utilizada para fabricar tambores).
La ulterior expedición en busca del Paititi ocurrió en 1569 y
fue guiada por Juan Álvarez Maldonado. Si bien las tropas españolas no lograron
llegar al ambicionado reino porque fueron derrotadas por los feroces Toromonas,
liderados por el legendario cacique Tarano, Maldonado logró obtener varios
datos sobre el mítico y lejanísimo reino escondido.
A continuación, una parte de su “Relación de la Jornada y
descubrimiento del Río Manu” (1572):
“Pasado el río llamado
Paititi hay inmensas llanuras de quince leguas de ancho, hasta una alta
cordillera nevada, que parece similar a la del Pirú, según la narración de los
indios. Los nativos de la llanura se llaman corocoros y los de la sierra se
llaman pamaynos. De esta sierra cuentan que es muy rica en metales y que está
organizada como un reino parecido al del Pirú, con las mismas ceremonias, los
mismos animales y vestidos, y dicen que los incas del Pirú descienden de ellos.
Son tan numerosos, fuertes y hábiles en las cuestiones de la guerra que, si
bien el inca del Pirú, que era un líder tan fuerte, envió al Paititi varias
veces valientes capitanes, fueron derrotados y, de esta manera, el Inca,
dándose cuenta de que no podía nada contra ellos, quiso comunicarse con el gran
señor del Paititi y envió varios regalos y ordenó que sus hombres construyeran
dos fortalezas cerca al Río Paititi en nombre suyo, en memoria de que hasta
allí habían llegado los Incas. Esta es la noticia de mayor riqueza de toda
América… en la provincia del Paititi hay minas de oro, de plata y de ámbar en
gran cantidad. En la cordillera nevada hay cantidad de animales como aquellos
del Perú, aunque son más pequeños. Los nativos visten de lana y hay también
piedras de cristal”.
En el siglo siguiente hubo tantas tentativas de llegar al
reino del Paititi que la mayoría de los exploradores indicaba su ubicación más
allá de la confluencia del Madre de Dios con el Beni, en una cordillera que
podría corresponder a la Sierra de Parecis.
He aquí otro ejemplo, el testimonio de Vasco de Solís del
siglo XVII:
“La noticia de la
Tierra Rica de los Moxos, que llaman también Paititi, donde están los pueblos
de los Yuga, los cuales tienen muchas provincias vasallas, lo sé por cierto, ya
que lo escuché decir a los veteranos del Paraguay que contaban sobre los indios
Guaraní del Paraguay y que fueron a explorar hacia el Norte a lo largo de un
río que corría en aquella dirección, que llamaban Manatti, que nace de la
vertiente de la cordillera de los Parechis de esta parte hacia el Poniente y
que corre hacia el norte: dicen que aquel río es hasta una legua de ancho en
gran parte de su recorrido”.
Por consiguiente, según las antiguas crónicas, parece casi
cierto que a partir de la fuga de Guaynaapoc los Incas se escondieron en la
Sierra de Parecis.
No obstante, todas las sucesivas expediciones en busca de la
ciudad perdida fracasaron. La extremada lejanía de los centros habitados por
los europeos y las dificultades ambientales y orográficas, además de los
ataques de ferocísimos indígenas, no permitieron nunca, a nadie, llegar al
refugio oculto de los descendientes de los Incas.
Fuente: yurileveratto.com
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