Faón el barquero
Faón el barquero
Faon era un barquero que ejercía su oficio en la antigua
Grecia. Su vida era triste, melancólica, monótona, cruzando permanentemente el
rio de una orilla a otra conduciendo pasajeros que apenas le miraban y si lo hacían,
era con absoluto desprecio, porque Faon era viejo, feo, desagradable y pobre.
Con todas estas características adversas, el pobre pasaba sus días suspirando mañana,
tarde y noche.
Y envidiaba a los bellos seres que ocupan su barca, o a los
felices que se dirigían a algún acontecimiento festivo, o a los enamorados que
ni siquiera le veían; para todos era una parte de la barca, no contestaban sus
preguntas, no le confiaban sus penas ni alegrías…Faon era la personificación de
lo que ahora conocemos como marginados, no participaba en nada, languidecía
sobre su barca cruzando de una orilla a otra.
Como no tenía juventud ni belleza ni tampoco dinero, las
mujeres eran quienes más le ignoraban, y ello hacía sufrir a Faon, pues éste
anhelaba sus caricias.
Un buen día apareció una anciana achacosa, que le pidió la
pasara a la orilla opuesta. Faon la complació y le regalo el coste del viaje,
seguramente porque suponía que, de cualquier modo, la anciana no podría
pagarle. Pero, ¡Oh, sorpresa!, la anciana achacosa no era tal, sino la
mismísima diosa Afrodita disfrazada, quien, al legar a la orilla, le entregó un
aceite aconsejándole que se untase con él el cuerpo todos los días.
El efecto fue maravilloso, a los cinco días Faon volvió a ser
joven, apuesto y fuerte, más de lo que podría haberlo sido en su lejana
juventud. Se volvió hermoso, hermosísimo. El despreciable e insignificante
hombrecillo comenzó a ser perseguido por las mujeres más bellas de Grecia. El
que había soñado largamente por merecer amor y la atención de los demás, se
volvió indiferente. El que envidiaba amor ajeno, se volvió despectivo para el
amor. Nadie había ignorado tanto a Faon barquero como el Faon joven y hermoso
ignoraba a los demás.
Y es que Faon había recuperado su juventud y obtenido una
belleza sobrenatural, pero esta mejora había sido sólo externa, pues su alma
era la de un anciano decepcionado y receloso de la gente.
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