Cuando la autoridad reglamenta avalando inexactitudes históricas
Cuando la autoridad reglamenta avalando inexactitudes históricas
En el año 1973, celebrando el vigésimo quinto aniversario de
la emisora “Radio Tawantinsuyo”, su dueño, Raúl Montesinos, propuso la creación
de una bandera que la represente, por lo que solicitó a uno de sus
auspiciadores, la cervecera Cervesur, donara un premio en efectivo para quien
elaborara el mejor ejemplar haciéndose acreedor a S/.500 de la época. Resultó
ganadora una bandera que representaba el espectro del arco iris, y fue
trasladada en procesión desde el local de la radio en la Av. El Sol, hasta la
Plaza de Armas, donde fue izada. En un arrebato de fervor patriótico,
Montesinos declaró ante la multitud, que la bandera fue la misma que utilizaron
sus ancestros, los incas, y aunque nunca proveyó de estudios que probaran la
idoneidad de este modelo de bandera, fue aceptado de facto sin mayores pruebas.
Cinco años después, el 9 de junio de 1978, la Municipalidad
del Cuzco, en un arrebato de “lucidez”, adoptó la bandera como oficial a
propuesta del profesor Mario Cutimbo Hinojosa, a la sazón regidor e Inspector
de Cultura del municipio, mediante Resolución Municipal N° 17 de esa misma fecha.
Y desde ese momento, se ha multiplicado este error histórico al asumir que tal
fue la bandera del Tawantinsuyo. El ex presidente Ollanta Humala izó una símil
de la bandera del Cuzco, sobre Palacio de Gobierno en numerosas oportunidades.
Libros de historia siguen reproduciendo esta insensatez.
Para los cronistas más antiguos, posteriores a las reformas
del virrey Francisco de Toledo (gobernó entre los años 1569 y 1581) y al Tercer
Concilio Límense, refieren que hubo un estandarte (unancha) imperial, el cual
era utilizada por las huestes incaicas al momento de su arribo al territorio que
actualmente pertenece al Perú en 1533. Estandarte, ¡ojo!, no bandera. Dicho estandarte era un tejido de un metro
cuadrado, hecho de lienzo de algodón o de lana, iba puesto en el remate de una
asta larga, tendido y tieso, sin que ondease al aire, y en ella pintaba cada
rey sus armas y divisas, porque cada uno las escogía diferentes; por lo regular
predominaba el color celeste en los estandartes, con dos culebras tendidas a lo
largo paralelas con la borda que le servía de corona, a las cuales solía añadir
por divisa y blasón cada rey las que le parecía, como un puma, un cóndor o
águila y otras figuras. Tenía por borla el dicho estandarte ciertas plumas
coloradas y largas puestas a trechos
Nuestra historiadora María Rostworowski fue más enfática al
negar la existencia de alguna bandera incaica:
“Le doy mi vida, los
incas no tuvieron esa bandera. Esa bandera no existió, ningún cronista hace
referencia a ella. [...] Separemos las cosas verídicas de las tonterías. Es
momento de hacer un deslinde y rectificar, porque está tomando cuerpo una cosa
que no es histórica. Y la Historia hay que defenderla”.
A las autoridades poco les importa que la Historia sea
contada de una manera enrevesada, idealizada, ficticia o muy alejada a la
verdad. Sólo les interesa mantener entretenidos al pueblo con su nacionalismo
exacerbado mientras sus actos dolosos pasan desapercibidos, y por ello reglamenta
cada barrabasada mayúscula, perpetuando el error a las futuras generaciones.
Poco importa que celebremos el día del pollo a la brasa
adoptándolo como platillo peruano, pero los defensores argüirán: “el pollo a la
brasa peruano se diferencia del americano y de otros lugares porque no lleva
tal o cual ingrediente”. Señores, sigue siendo pollo a la brasa, pues está preparado
“a la brasa”.
Se habla del ceviche como una exquisitez nacional, pero
omiten que se prepara desde hace cientos de años, por numerosas culturas que
van desde Centroamérica a Sudamérica; que se utilice diversos frutos para su
maceración (limón, naranja, tumbo, etc.), poco importa, sigue siendo ceviche: pescado
marinado en cítricos.
Poco importa que los mayas tuvieran como uno de sus compañeros
al perro calato, conocido como “Xoloitzcuintle”, igual aquí las autoridades
reglamentaron que el perro calato o perro chimú es peruano, aun cuando los
mayas se desarrollaron 750 años antes de Cristo, y los chimú 900 años después
de Cristo, esta diferencia abismal de años que podría bastar para desbaratar la
tesis de autoría del perro calato no es tomada en cuenta.
Y seguiríamos mencionando diversos potajes, como el shambar
entre muchos otros, o animales como el caballo de paso y más, o eventos a los
que falsamente se atribuye origen peruano nato o de alguna región o pueblo, poco
importa…poco importa si el pueblo está feliz en su ignorancia y, sobre todo, se
distrae de los desaciertos en la gestión de las autoridades.
¿Qué reglamentaciones y celebraciones inexactas históricamente
siguen?
¡Poco importan!
Comentarios
Publicar un comentario