LAS INEXACTITUDES DEL LIBRO “EL CODIGO DA VINCI”. PERCY ZAPATA MENDO.
LAS INEXACTITUDES DEL LIBRO “EL CODIGO DA
VINCI”
UNA CLARA APOLOGÍA ANTI-CATÓLICA
Por enésima
vez he sostenido una polémica hace cuatro días con tres interlocutores que
entusiastas han defendido lo representado en la película “El Código da Vinci”-
inspirada en la novela de Dan Brown- como cien por ciento fidedigno. Después de
cincuenta y tres minutos de infructuosos intercambios de palabras, le pedí a
mis tres queridos amigos, que vayan y adquieran, presten, o alquilen la obra en
mención, y con la paciencia necesaria de personal adultas y con profesión
técnica y universitaria, extraigan los puntos más álgidos que crean que puede
demoler la fe de más de dos milenios en las que se basa el cristianismo, y con
el desapasionamiento típico de unos investigadores, contrasten esos pasajes
controvertibles con hechos históricos reales… si el tiempo es el factor
limitante, basta con que utilicen el poderoso motor de búsqueda virtual como lo
es Google, y objeten ciertas falacias piramidales a las que se aferran, como
que el Opus Dei cuenta con frailes en su congregación – el Opus Dei es una
entidad laica que promueve la cercanía de las personas a Dios por medio del trabajo, y no tienen
parroquias, templos o conventos que los albergue ni sus miembros son frailes,
como lo dan a entender con Silas en la película - .
Teniendo en
cuenta que ha quedado pendiente el tema en cuestión, les paso a dejar un resumen
de algunas inconsistencias.
LA NOVELA
La historia
que Dan Brown, autor de El Código Da Vinci relata, es la siguiente: Robert
Langdon, estudioso norteamericano y profesor de simbología religiosa en la
Universidad de Harvard, se halla en París dictando unas conferencias. De
pronto, es acusado del asesinato del curador del Museo del Louvre, Jacques
Saunier, quien es hallado muerto en el mismo museo, desnudo y con un pentagrama
y un mensaje en clave pintado con su sangre, mencionando además a Langdon. La
policía piensa que Langdon es el asesino y trata de incriminarlo. Aparece en
escena Sophie Neveau, criptóloga de la policía, y nieta de Saunier, quien
convencida de la inocencia de Langdon, le ayuda a escapar. El desarrollo de la
novela muestra que Saunier pertenece a una sociedad secreta llamada “El
priorato de Sión”, cuya misión es proteger el secreto más valioso de la
historia, el Santo Grial. Pero no se trata del cáliz donde, según la leyenda,
fue recogida la sangre de Cristo. El Santo Grial es, en realidad, el vientre de
María Magdalena, quien fue esposa de Jesús y con quien tuvo una hija, origen de
la dinastía real francesa. Esta “verdad” fue ocultada por la Iglesia Católica,
que cambió la historia y convirtió a Jesucristo en Hijo de Dios y Dios, siendo
un simple maestro. Pero fue la sociedad secreta llamada “Priorato de Sión”
quien tuvo a su cargo la protección de la descendencia de Jesús y de María
Magdalena, considerada como una “diosa” femenina. Entre los jefes del Priorato,
destaca Leonardo Da Vinci, quien en sus cuadros y dibujos (como La Última Cena
y la Mona Lisa) muestra las claves para descubrir este secreto. La Iglesia
Católica trata de hacer desaparecer este gran secreto, y un monje asesino
perteneciente al Opus Dei, el albino Silas, persigue a Langdon y a Sophie
Neveau, que lo llevarán hasta el Grial. Huyendo, estos dos últimos van en busca
de Leigh Teabing, un sabio inglés radicado en Francia, para que los ayude.
Teabing los saca de Francia y les cuenta el significado del Grial. Al fin, en
Inglaterra se descubre el misterio, y se revela que es Teabing quien está
detrás de los asesinatos y ha manipulado al Opus Dei para que le obtengan el
secreto tan buscado. Sophie resulta ser descendiente de Jesús y María
Magdalena, y la novela termina con Langdon arrodillado ante la pirámide del
Museo del Louvre, en París, adorando la tumba de María Magdalena, allí
enterrada. Todo esto ocurre en el espacio de un día, a lo largo de 105
capítulos y 557 páginas de trepidante acción.
UN CÓDIGO DE QUIMERAS
Se ha dicho
que El código Da Vinci es una novela de ficción, y por eso no hay que tomarse
tan en serio una obra de ese tipo.
En primer
lugar, las obras de ficción de suyo no mienten ni insultan, y pueden darse
obras que a través de un relato ficticio sobre cuestiones reales mantengan
cierta coherencia histórica. En el caso de El código Da Vinci, el autor no sólo
deforma la realidad histórica que fundamenta su novela, sino que propone una
interpretación ofensiva sobre Jesús y el cristianismo. El asunto es tanto más
grave, cuanto que en la presentación, después de señalar como auténticos los
documentos del Priorato de Sión (que por cierto, es un invento del siglo XX,
creado como medio para estafar) y difamar al Opus Dei, dice: “Todas las
descripciones de obras de arte, edificios, documentos y rituales secretos que
aparecen en esta novela son veraces” (p. 11).
Dejando de
lado los numerosos errores de tipo histórico, geográfico, artístico y de otro
tipo que salpican la novela, señalamos los aspectos de tipo religioso y
teológico que manifiestan las FALSEDADES que El Código Da Vinci divulga de modo
irresponsable e ignorante.
1. Las fuentes del conocimiento de Jesús
Según El
Código Da Vinci, la verdad sobre Jesús no está contenida en los Evangelios
Canónicos que conocemos (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) sino en otros evangelios,
llamados “apócrifos” y que la Iglesia mantuvo ocultos para que no se conociera
su mensaje. Estos libros, que supuestamente revelan la verdadera historia de
Jesús, serían los “evangelios” de Tomás, de Felipe, de María, etc. Han sido
encontrados en Qumram (1947) y en Nag Hammadi (1948), pero la Iglesia los
escondió porque comprometía la doctrina “oficial” sobre Jesús (ver El código Da
Vinci, p. 292).
La verdad es
que los evangelios apócrifos son todos ellos más recientes que los evangelios
canónicos. Hoy sabemos que los apócrifos fueron redactados en el siglo II, tal
vez cien años después de la vida de Jesús, mientras que Mateo, Marcos, Lucas y
Juan son del siglo I, muy cercanos al acontecimiento. Por otra parte, los así
llamados “evangelios apócrifos” transmiten doctrinas heréticas, y niegan
aspectos fundamentales sobre Jesús, cosa que no hacen los evangelios canónicos.
Dan Brown
ignora que en Qumram se encontraron sobre todo documentos judíos. Y por otra
parte, miente cuando dice que la Iglesia escondió los apócrifos. La verdad es
que estos libros siempre fueron conocidos y la Iglesia los estudió porque, a
pesar de sus errores, ofrecen datos interesantes sobre los primeros siglos de
la historia del cristianismo. Hoy día, estos “evangelios apócrifos” pueden
comprarse en cualquier librería católica.
2. La persona de Jesús
Según la
novela, Jesús habría sido un simple hombre, un gran sabio con un mensaje
revolucionario. Pero Jesús no era Dios. Se casó con María Magdalena, de la que
tuvo una hija y cuyos descendientes viven hasta hoy. Esta “verdad” es la que
describen los “apócrifos”, por eso la Iglesia los persigue con tanto encono. Este
es el mensaje nuclear de El Código Da Vinci: la negación de la divinidad de
Cristo. Con esto, se rechaza de plano la fe de la Iglesia que desde sus inicios
ha proclamado a Jesús como Dios, y ha defendido esta fe de todos los ataques y
negaciones.
La ignorancia
de la novela es patente cuando dice que los “apócrifos” enseñan que Jesús es un
puro hombre y que no es Dios, y que se casó con María Magdalena. Los
“evangelios apócrifos” pertenecen a una corriente herética de inicios del siglo
II llamada “gnosticismo”, que profesa que Jesús, siendo Dios, no es
verdaderamente hombre (todo lo contrario de lo que afirma Dan Brown). Por otra
parte, ninguno de los apócrifos afirma que Jesús haya estado casado con
Magdalena, y mucho menos que haya tenido hijos de ella. Es un invento del autor
de la novela.
Todo el
Nuevo Testamento, escrito en el siglo I afirma claramente que Jesús es Dios
(ver Jn 1, 1; Jn 20, 28; Rom 9, 5; Flp 2, 11; Tit 2, 13). Es también la
enseñanza firme de los Padres de la Iglesia de los siglos II y III, como San
Ignacio de Antioquía, San Justino Mártir, San Ireneo de Lyon, y de doctores
como Orígenes de Alejandría y Tertuliano de Cartago. Para la Iglesia, la
divinidad de Cristo es una verdad centralísima, presente desde los orígenes y
que ha sido revelada por el mismo Señor Jesús. Por otra parte, tampoco en los
Evangelios y en las cartas de Pablo o en los escritos de San Juan podemos
encontrar algún dato que señale que Jesús se casó con María Magdalena. Eso no
es más que una invención y una mentira más de las muchas que contienes esta
obra. El Evangelio es claro en afirmar que Jesús se mantuvo célibe durante toda
su vida.
3. María Magdalena
La novela
presenta a María Magdalena como esposa de Jesús. Su vientre es el “Santo
Grial”, es decir el receptáculo de la sangre (o descendencia) de Jesús. Indica
el autor que Jesús encomendó su Iglesia a María Magdalena, y que en ella se
vivía la religión de “la diosa”, es decir, el culto de lo femenino como Dios.
Esto también lo describen los “evangelios apócrifos”. Pero la fracción de Pedro
(de tendencia machista) triunfó y eliminó a María Magdalena de la escena,
ensombreciendo su figura e instaurando un culto machista.
Esta es la
parte más llamativa de la novela, y lo que suscita cierta curiosidad morbosa en
unos y escándalo en otros. Pero no es sino otra de las mentiras de El Código Da
Vinci. Se trata de un tema ya conocido, propuesto en la película Jesucristo
Superstar, donde se ve a Magdalena enamorada de Jesús, y en la novela La última
tentación de Cristo de Nikos Kazantzakis, obra por la que su autor fue
excomulgado. Más aún, la idea de que el Grial es el vientre de María Magdalena,
ha sido plagiada por Dan Brown de la obra de Michael Baigent, Richard Leigh y
Henry Lincoln, El enigma sagrado (1981; ed. española 1997), libro calificado de
especulación ridícula, sin sustento científico.
Los
“evangelios apócrifos” jamás dicen que Jesús encomendó a María su Iglesia y la
religión del culto femenino, por la sencilla razón de que los gnósticos tenían
una visión descaradamente machista y denigratoria de la mujer. Para los
gnósticos, “toda mujer que se convierta en varón podrá entrar en el Reino de
los Cielos” (Evangelio gnóstico de Tomás). Por otra parte, la Iglesia nunca
ocultó la figura de María Magdalena.
En los Evangelios
canónicos aparece como la primera en ver a Jesús resucitado, y la Iglesia,
lejos de denigrarla o enterrarla en el olvido, la ha proclamado santa y le da
un culto de veneración. Decir que ha sido esposa de Jesús es de una ridiculez y
de una grosería inaceptable.
4. El cristianismo en la historia
En su
novela, Dan Brown dice que fue el emperador Constantino quien, a través del
Concilio de Nicea, en el año 325, hizo proclamar a Jesús como Dios, siendo que
era un simple hombre. De este modo fue enterrada la verdadera religión de
Jesucristo, que era la “religión de la diosa”, cuya representante era María
Magdalena. La Iglesia ha mantenido oculto este secreto, y ha buscado a sus
defensores para destruirlos, aunque algunos grupos, como los Templarios, la Masonería
y el Priorato de Sión se encargaron de proteger a la descendencia de Jesús y de
María Magdalena. Un grupo católico que incluso llega hasta el asesinato para
obtener el secreto del Grial es el Opus Dei.
En este
aspecto se mezclan la ignorancia y la malicia. Son pocas las obras en las que
se ha podido reunir tantos disparates al mismo tiempo. Para comenzar,
Constantino no proclamó “Dios” a Jesús mediante el Concilio de Nicea. Antes de
dicho Concilio, ya se creía en Jesús como Dios, como se ha visto en el ítem Nº
2 líneas arriba. El concilio de Nicea fue realizado para reafirmar la fe de la
Iglesia contra la herejía arriana (del padre Arrio), que negaba la divinidad de
Cristo, por tanto no proclamó nada nuevo, sino lo que se creía desde siempre.
Los Templarios, que menciona la novela, eran una Orden militar y religiosa
medieval cuyo cometido era proteger a los peregrinos que visitaban Tierra
Santa, y no tenían por finalidad proteger secreto alguno.
No existe
una Orden secreta llamada “Priorato de Sión” que se remonta al siglo XI y cuyos
miembros han sido grandes sabios y artistas de la historia. Hoy sabemos que es
una farsa inventada en 1956 por un grupo de pícaros con objeto de levantar
dinero de los incautos (ver Massimo Introvigne. El Código Da Vinci: Pero la
verdad es bien diferente). En cuanto a las menciones al Opus Dei, resultan
infamantes y denigratorias y constituyen una burda manera de insultar y
vilipendiar a la Iglesia Católica en una de sus instituciones.
5. Nueva Religiosidad y relativismo moral
Según la
novela, la religión originaria de la humanidad fue “la religión de la diosa”,
vinculada a la tierra y a la fertilidad. Esta fue la religión que Jesús
reivindicó y que tuvo como símbolo a María Magdalena. En esta religión, el rito
central es la unión sexual llamada “hieros gamos”, que simboliza la unión con
la divinidad. Este tipo de religión fue protegido por los jefes del Priorato de
Sión, algunos de los cuales fueron homosexuales, como por ejemplo Leonardo Da
Vinci.
La
denigración y el rechazo del cristianismo en El Código Da Vinci corren pareja
con la propaganda a esta religión de lo femenino. Hay toda una exaltación de lo
pagano, pero también de una visión feminista de la existencia, muy propia de la
corriente llamada New Age. Por otra parte, la presentación de la homosexualidad
como rasgo de distinción se inscribe dentro de la tendencia actual a presentar
esta realidad como algo no sólo normal, sino incluso bueno y deseable. No se
puede estar de acuerdo con esta visión relativista, contraria a la moral
católica.
Aceptar una
visión religiosa pagana como la propuesta por la novela, en la línea de la New
Age, no es avanzar, sino retroceder. El cristianismo arrancó a los hombres de
las garras del paganismo, con sus errores y esclavitudes, y los liberó del
terror de los falsos dioses.
Por otra
parte, la novela no dice que su tan mentado “hieros gamos” en realidad era
“prostitución sagrada”, y las pobres mujeres que participaban en estos ritos no
eran consideradas como diosas, sino como meros instrumentos para satisfacer los
deseos de los hombres que buscaban la unión con la divinidad. Al eliminar esos
cultos, el cristianismo liberó a la mujer de esa opresión religiosa y les
devolvió su dignidad de personas.
Conclusión
Después de
revisar todo este conjunto de errores, falsedades y difamaciones, no queda más
que concluir que El Código Da Vinci es una novela llena de mentiras y ataques
que pretenden pasar como verdades para denostar a Jesucristo y a al Catolicismo.
El Señor
Jesús nos dijo: “Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Jn 8, 32).
Tenemos la certeza de conocer la verdad. Lo que Ella nos enseña acerca de Jesús
es la Verdad. Nosotros también podemos decir, al igual que San Pablo: “Sé de
quién me he fiado” (2 Tim 1, 12).
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