La Revolución Aprista de Trujillo del 7 de julio de 1932 en los despachos de la Embajada de Estados Unidos en Lima


La Revolución Aprista de Trujillo del 7 de julio de 1932 en los despachos de la Embajada de Estados Unidos en Lima


Apristas fusilados en Chan Chan
823.00 Revoluciones/323: Telegramas
El Encargado de Negocios de Estados Unidos en Perú (William C. Burdett) al Secretario de Estado
Lima, Julio 7, 1932 − 2:00 p.m.
[Recibido: 3:45 p.m.]
96. Un levantamiento radical se ha producido hoy temprano en Trujillo. Actividades militares en Lima, pero no hay desórdenes.
Burdett

823.00 Revoluciones/323: Telegramas
El Encargado de Negocios de Estados Unidos en Perú (Burdett) al Secretario de Estado
Lima, Julio 8, 1932 − 10:00 a.m.
[Recibido: 12:40 p.m.]
97. El levantamiento de Trujillo es aprista y es el más serio desde marzo de 1931. Después de una lucha callejera con treinta bajas reportadas, los rebeldes controlan la ciudad y el Valle de Chicama. Los rebeldes informaron estar bajo el mando del Coronel Rubén del Castillo y de Agustín Haya de la Torre hermano de Víctor [Raúl Haya de la Torre].
Seis aviones bombarderos, con base en Lima, se encuentran hoy en Chimbote. Avión de Panagra fue requisado para llevar gasolina a dichos bombarderos.
A bordo del crucero Grau partió anoche hacia Trujillo el regimiento Séptimo de Infantería. Un destacamento de la Guardia Republicana está partiendo hoy.
Los intereses estadounidenses en la región de Trujillo son Grace y Northern Peru Mining and Smelting Company.
Ley marcial desde el mediodía de ayer. Lima tranquila. Se informa que la región del sur está en calma.
Burdett

823.00 Revoluciones/323: Telegramas
El Encargado de Negocios de Estados Unidos en Perú (Burdett) al Secretario de Estado
Lima, Julio 8, 1932 − 10:00 p.m.
[Recibido Julio 9 − 12:03 a.m.]
98. Setecientos soldados van camino a Trujillo. El Gobierno ha cerrado oficialmente los puertos de Salaverry, Puerto Chicama, Huanchaco, que se encuentran en manos de los rebeldes.
Agustín Haya de la Torre ha telegrafiado al gobierno amenazando con ejecutar a los prisioneros a menos que su hermano [Víctor Raúl Haya de la Torre], encarcelado en Lima, sea liberado.
Treinta y cinco ciudadanos estadounidenses se encuentran en el distrito de Trujillo, principalmente en Cartavio, hacienda azucarera de la Grace. Las comunicaciones se encuentran interrumpidas en todo el distrito, pero se cree que todos los estadounidenses están seguros. El movimiento es anti-Sánchez Cerro no anti-extranjero. Lima relativamente tranquila; la región del sur en calma. El desarrollo de los acontecimientos depende de la dudosa lealtad del Ejército, la Armada y el servicio de Aviación.
Burdett

823.00 Revoluciones/323: Telegramas
El Encargado de Negocios de Estados Unidos en Perú (Burdett) al Secretario de Estado
Lima, Julio 9, 1932 − 2:00 p.m.
[Recibido 4:10 p.m.]
99. Ayer [julio 8, 1932], Trujillo fue bombardeado desde el aire. Ciudadanos prominentes telegrafiaron al Gobierno el 9 de julio, a la 1 p.m., ofreciendo la rendición de la ciudad para evitar más bombardeos. Después de capturar Salaverry las tropas avanzan contra los rebeldes desde tres frentes. La revuelta debería ser puesta bajo control rápidamente si las tropas continúan siendo leales.
La Embajada está intentando comunicarse con Whyte para averiguar acerca de la seguridad de los estadounidenses. Nada indica que hayan sufrido daños. El piloto de Panagra informa que desde el aire no se aprecia nada anormal en Cartavio. Los despachos de prensa desde Lima están siendo estrictamente censurados.
Burdett

823.00 Revoluciones/323: Telegramas
El Encargado de Negocios de Estados Unidos en Perú (Burdett) al Secretario de Estado
Lima, Julio 9, 1932 − 4:00 p.m.
[Recibido 6:14 p.m.]
100. En referencia al cable de hoy del Jefe de la Misión Naval de Estados Unidos a la Inteligencia Naval respecto a la solicitud peruana de bombas aéreas navales de Panamá, esto fortalecería la posición de la Misión Naval. Sin embargo, el movimiento revolucionario puede ser suprimido sin bombardeo aéreo. Probablemente los aviadores peruanos matarían a civiles indefensos que no participan en los combates. La Embajada sugiere que el Departamento [de Estado] aplace la aprobación hasta después que termine el movimiento revolucionario en Perú, que probablemente sea muy pronto.
Burdett

823.00 Revoluciones/323: Telegramas
El Encargado de Negocios de Estados Unidos en Perú (Burdett) al Secretario de Estado
Lima, Julio 12, 1932 − 9:00 a.m.
[Recibido 11:40 a.m.]
103. La Embajada se ha enterado, de fuente fidedigna, que hasta el 11 de julio a las 4 p.m. Trujillo estaba parcialmente ocupado por el Gobierno y que la lucha callejera y los disparos continuaban. Las bajas totales exceden cien.
Los únicos estadounidenses que se cree están en la ciudad son H. A. Jaynes, del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, y Arthur Erickson, misionero pentecostal.
La situación en Lima es normal.
Burdett

823.00 Revoluciones/334: Telegrama
El Encargado de Negocios de Estados Unidos en Perú (Burdett) al Secretario de Estado
Lima, Julio 13, 1932 − 11:00 a.m.
[Recibido 1:20 p.m.]
105. Anoche regresó a Lima el avión Faucett. El piloto informa que fue atacado sobre Laredo. El 12 de julio a las 5 p.m. los rebeldes mantenían en su poder el suburbio de Trujillo. Continúan los combates. El Gobierno fusila a todos los prisioneros capturados con armas. Se ha verificado que no combatientes fueron asesinados y que muchas atrocidades han sido cometidas por ambas partes.
Whyte está a salvo en Salaverry, pero informa que no puede comunicarse con Trujillo.
Burdett

823.00 Revoluciones/347: Telegrama
El Embajador de Estados Unidos en Perú (Dearing) al Secretario de Estado
Lima, Julio 17, 1932 − mediodía
[Recibido 2:10 p.m.]
109. En referencia a mis telegramas No. 105 y No. 107. La lucha en las cercanías de Trujillo ha concluido, pero bandas rebeldes dispersas operan en las montañas al este de Trujillo. La Corte Marcial funciona y ya se han realizado varias ejecuciones sumarias. Ayer se celebró en Lima imponente funeral de los oficiales asesinados en Trujillo. El acto fue usado como demostración de fuerza por el Gobierno y para efectos políticos.
Fuerte descontento subyacente se observa en Lima y en todo el país. Se efectúan detenciones en gran escala. Todos los despachos de prensa, incluidos los de Associated Press y United Press son dictados por el Gobierno y el Departamento [de Estado] no debe confiar en su exactitud.
Dearing

823.00 Revoluciones/354
El Embajador de Estados Unidos en Perú (Dearing) al Secretario de Estado
No. 1938
Lima, Julio 18, 1932
[Recibido Julio 25]
Señor: Tengo el honor de confirmar mis telegramas No. 101, del 11 de julio, 9 a.m., No. 104, del 12 de julio, 4 p.m. y No. 106, del 13 de julio, 1 p.m., sobre la requisición de aviones y pilotos de Pan American Grace Airways [Panagra] durante los recientes problemas revolucionarios.
El Gobierno funda su derecho de utilizar estos aviones y pilotos en el contrato entre el Gobierno Peruano y Huff-Daland Dusters, Inc., del 28 de mayo de 1928, que en su novena sección establece que “en caso de disturbios internos graves, los aviones, los elementos y el personal de la Compañía se pondrán gratuitamente a disposición del Gobierno”. La Peruvian Airways Corporation sucedió a Huff-Daland Dusters, Inc. en la operación de las líneas aéreas peruanas, pero los aviones son propiedad de Pan American Grace Airways y no de Peruvian Airways. Se considera que el empleo de estos aviones por el Gobierno Peruano durante movimientos revolucionarios locales conduciría a resultados desafortunados. Se considera que, si el Gobierno se encontrara en una situación difícil, agradecería que se produjeran averías en un avión de Panagra o daños a un piloto estadounidense si se pudiera demostrar que los rebeldes infligieron ese daño y, en consecuencia, podría utilizarse como argumento para solicitar la ayuda estadounidense. Con aviones estadounidenses pilotados por pilotos estadounidenses y lanzando bombas desde el aire, cualquier gobierno transitorio en Lima podría sostenerse en el poder indefinidamente contra casi cualquier oposición posible en el Perú. Creo que el Gobierno desea ahora establecer un precedente incontestado por el cual pueda emplear aviones Panagra cuando ocurran en Perú revoluciones o desórdenes políticos. El Gobierno estaría en condiciones de decir cuáles de estos desórdenes serían considerados dentro del ámbito de aplicación de su contrato con Peruvian Airways. Tal acción colocaría a Panagra en la posición de auxiliar de la aviación militar peruana. El Capitán Harold R. Harris, Vicepresidente y Gerente General de Panagra con residencia en Lima, creyó que no era político mencionar en ese momento que los aviones no eran propiedad de Peruvian Airways. Este punto nunca ha sido mencionado al Gobierno Peruano.
El 7 de julio el Gobierno solicitó un avión de Panagra para llevar un cargamento de gasolina de Lima a Chimbote. Un ciudadano estadounidense, con el consentimiento del capitán Harris, pilotó el avión. La gasolina fue entregada a aviadores militares peruanos en Chimbote y el avión regresó a Lima. Este viaje fue considerado puramente comercial.
La noche del 11 de julio, el Capitán Harris fue llamado a Palacio [de Gobierno] para sostener una conferencia con el Presidente [Sánchez Cerro]. Este último declaró perentoriamente su intención de hacer valer los derechos contractuales del Gobierno para hacerse cargo de los aviones y el personal de Panagra que fueran necesarios durante la revolución existente. Específicamente, el Presidente declaró que quería que un avión trimotor Ford volara al norte el 12 de julio. Tanto el Presidente como el Ministro de Marina aseguraron al Capitán Harris que se esforzarían para que el avión transportara únicamente material de naturaleza no militar, y ambos dieron la seguridad que los aviones no serían llevados a la zona de hostilidades, que en ese momento se limitaba a las inmediaciones de Trujillo.
Panagra mantiene dos Ford de reserva y dos Fairchild de reserva en el aeropuerto de Lima. Los aviadores militares peruanos no pueden volar aviones [trimotores] Ford, pero pueden volar aviones monomotores Fairchild.
El Capitán Harris solicitó el consejo de la Embajada e hizo saber que era extremadamente reacio a entregar sus aviones o pilotos al Gobierno peruano. Las razones de esta actitud eran obvias.
El Sr. Burdett aconsejó informal y extraoficialmente al Capitán Harris que permitiera al Gobierno [Peruano] requisar los aviones de reserva y que se abstuviera de basar su oposición a tal requisición usando el argumento [que los aviones] no eran propiedad de Peruvian Airways, reservando este punto para su uso posterior si fuera necesario. Debería permitir que los pilotos vuelen bajo órdenes militares, pero no ordenarles que lo hagan; informar a los pilotos estadounidenses que deberían ser voluntarios sin presión de ninguna de las partes y entender claramente que estaban volando acatando órdenes del Gobierno [Peruano], bajo su propio riesgo y sin responsabilidad por parte de Panagra, y recordar a los pilotos que al someterse a las órdenes militares peruanas perderían sus derechos a la protección del gobierno estadounidense.
El Sr. Burdett informó además al Capitán Harris que, en caso que el correo internacional sufriera demoras o interferencias, o en caso que los aviones fueran utilizados para ataques aéreos u ordenados a volar sobre la zona de fuego, la Embajada haría una protesta formal inmediata.
En la mañana del 11 de julio el Capitán Harris acompañado por el Sr. H. V. Farris, Jefe de Operaciones de Panagra, informó al piloto Thomas Jardine, ciudadano estadounidense, del deseo del Gobierno de utilizar un avión Ford y repitió la conversación que tuvo la noche anterior con el Sr. Burdett. Jardine declaró que entendía las condiciones y que asumiría el riesgo. Salió de Lima el 11 de julio con un oficial del ejército peruano y varias maletas que Jardine supuso contenían municiones.
El Sr. Jardine informó que le ordenaron ir a Chimbote, de allí a Casa Grande, y de allí a Trujillo, donde se le ordenó que aterrizara en el campo de aviación Faucett que está en el límite de la ciudad. Obedeció las órdenes militares al aterrizar en Trujillo y no tuvo conocimiento, hasta que aterrizó, que el campo estaba bajo fuego de fusil. Después del aterrizaje, se le ordenó mover el avión y colocarlo detrás de un muro de adobe para protegerlo de las balas que volaban desde el centro de la ciudad, que en ese momento estaba en manos de los rebeldes. Dos aviones militares también estaban en el campo y la sede de la infantería atacante estaba en este mismo campo, detrás de algunos edificios. Está claramente establecido que el aterrizaje de Jardine en esta posición expuesta durante un enfrentamiento militar puso en peligro su vida y seguridad. El sentimiento en Trujillo contra los aviadores fue muy violento, y se produjo solo dos días después del bombardeo de la ciudad por los aviadores del Gobierno lo que enfureció tanto a la gente que asesinaron a muchos prisioneros de la manera más atroz. Si Jardine hubiera sido forzado a bajar en cualquier territorio controlado por los rebeldes habría sido asesinado sin contemplaciones.
El 12 de julio el Sr. Burdett envió una nota de protesta al Ministro de Relaciones Exteriores, una copia de la cual se adjunta. La expresión “presencia de ciudadanos estadounidenses” en el cuarto párrafo de dicha nota se refería al envío de ciudadanos estadounidenses al territorio de operaciones militares y no se refería a aquellos ciudadanos estadounidenses que se encontraban en territorio hostil, como, por ejemplo, los estadounidenses en los campamentos de la Northern Peru Mining and Smelting Company. Desde luego, no se pretendía hacer que el Gobierno intentara rescatar a esos estadounidenses. Esta expresión ambigua en la nota será explicada en caso que la nota se discuta más con el Ministro de Relaciones Exteriores.
En el tercer párrafo de la nota, la inclusión de “cualquiera de” justo antes de “las varias repúblicas” habría aclarado el texto.
El Ministro de Relaciones Exteriores respondió a esta nota con fecha 13 de julio, copia que se adjunta con la respectiva traducción.
Además de enviar la nota al Ministerio de Relaciones Exteriores, el Sr. Burdett informó al Capitán Harris que debería instruir al personal estadounidense que la Embajada les recomendaba enfáticamente que no volvieran a volar bajo órdenes militares durante el desarrollo de la revolución. El Capitán Harris comunicó este consejo a los pilotos, quienes luego se negaron a realizar más viajes bajo la dirección militar.
El 13 de julio el Gobierno solicitó un avión Ford para el día siguiente (14 de julio), declarando que era necesario llevar cigarrillos y suministros a las tropas en Trujillo y regresar a Lima con los heridos. El Capitán Harris respondió que la Embajada había advertido a los pilotos y se había negado a autorizar a los estadounidenses a volar a la zona de hostilidades. Poco después, el Ministerio de Relaciones Exteriores llamó al Sr. Burdett y le pidió que fuera a ver al Ministro. El Ministro declaró que el Gobierno deseaba ejercer sus derechos en virtud del contrato con Peruvian Airways y hacerse cargo de un avión Ford durante la madrugada del 14 de julio; que debía llevar al Ministro de Gobierno a Trujillo y que no entendía la actitud de la Embajada al negarse a permitir que los pilotos hicieran el viaje, en la medida en que el Gobierno podía hacerse cargo del personal de Panagra en caso de desorden interno. El Sr. Burdett reiteró la posición tomada en la nota de la Embajada y declaró que la Embajada no podía ver con indiferencia la ubicación de los ciudadanos estadounidenses en una posición de peligro; que había aconsejado a los pilotos estadounidenses que desistieran de entrar en la zona de hostilidades y que no podía hacer otra cosa. El Ministro dijo que informaría de inmediato al Presidente de la actitud del Sr. Burdett y que muy probablemente el contrato de Panagra sería enmendado de una manera que requeriría que los aviones fueran pilotados por pilotos peruanos. El Ministro también amenazó con la cancelación del contrato en su integridad.
La Embajada no confía en ninguna de las promesas del Gobierno sobre dónde se harían cargo de un avión una vez requisado. Si el Gobierno considera que se necesitan municiones en un ataque a Huaraz, por ejemplo, se cree que no dudarían en enviar un avión Ford a esa ciudad.
Un avión monomotor Fairchild fue tomado por el Gobierno el 14 de julio y pilotado por un piloto peruano hacia el norte. Volvió en buena forma el 15 de julio. El Ministro de Marina envió a la Embajada al Almirante Spears, Jefe de la Misión Naval de Estados Unidos, para manifestar que el Gobierno estaba sorprendido por la actitud de la Embajada, en vista del contrato con Peruvian Airways. El Ministro de Marina insinuó al Almirante Spears que el Gobierno forzaría a Panagra a entrenar pilotos peruanos y a volar sus aviones con un piloto peruano en cada vuelo comercial. El Almirante Spears le preguntó al Capitán Harris, quien estuvo presente en la entrevista con el Sr. Burdett, si Panagra estaba preparada para la contingencia que Perú cancelara el contrato por completo y no permitiera que los aviones Panagra aterricen en Perú. El Capitán Harris dijo que Panagra no estaba preparada, pero que deseaba insistir contra la requisición de sus pilotos con fines militares; y que, si bien lamentaba la presente controversia, no podía evitarla. No consentiría que se use a sus pilotos para lo que el Gobierno podría referir como desórdenes locales.
El Capitán Harris también declaró la posición de Panagra declinando entrenar pilotos peruanos; que el uso de pilotos estadounidenses en cada pequeña guerra peruana impediría a la Compañía obtener la clase de hombres que deseaba; que el precedente sería rápidamente seguido por otros países latinoamericanos, que Panagra estaría expuesta a costosas demandas por daños, y que toda la cuestión de la inmunidad de los aviones de líneas aéreas internacionales a ser requisados por los países a través de los cuales volaran era reconocida por los países europeos y que debería ser discutida en el siguiente Congreso Panamericano.
El Departamento es informado, con referencia a su telegrama No. 33, del 13 de julio, 6 p.m., que cualquier otra representación necesaria será hecha de manera informal sobre bases amplias de política. La Embajada cree que, además de citar la interferencia con el transporte de correo, debe enfatizarse el hecho que los estadounidenses no deben de ninguna manera interferir en los problemas internos, aun así, el Gobierno pudiera desearlo.
La Embajada apreciará una instrucción del Departamento [de Estado] sobre si considera que la disposición del contrato citado anteriormente es similar a las cláusulas de varios contratos que renuncian al derecho que tienen los estadounidenses o las empresas estadounidenses a la intervención diplomática. Se solicita una declaración del Departamento [de Estado] sobre si todavía mantiene la posición que ningún estadounidense o interés estadounidense puede renunciar al derecho del gobierno estadounidense a brindarle protección si lo considera necesario. Se solicita que el Departamento [de Estado] instruya confidencialmente a la Embajada sobre su posición respecto de los puntos anteriores, a fin de que, cuando sea necesaria una acción rápida, la Embajada esté en condiciones de saber qué tan vigorosa puede ser la protesta.
Respetuosamente suyo,
Fred Morris Dearing

823.00 Revoluciones/372
El Embajador de Estados Unidos en Perú (Dearing) al Secretario de Estado
No. 2058
Lima, agosto 31, 1932
[Recibido septiembre 8]
Señor:
Tengo el honor de informar al Departamento [de Estado] acerca de cómo una película estadounidense tuvo un efecto marcado sobre la forma aceptada de realizar operaciones militares en el Perú. A finales de mayo [de 1932] se exhibió por primera vez en Perú una película estadounidense titulada Hell Divers. Esta película muestra excelentes tomas de aviadores navales estadounidenses lanzando bombas sobre objetivos estacionarios. Como es habitual en las premieres de nuevas películas en Lima, los exhibidores se esforzaron por hacer que la presentación inicial de Hell Divers sea una ocasión de gala. El jefe de la Misión Naval estadounidense en Perú ya había visto la película y percibió su importancia para promover el interés en la aviación estadounidense al hacer que las principales autoridades militares concurrieran a la primera exhibición. Asistieron el Presidente, acompañado por sus asesores y las autoridades militares y navales de mayor rango del Perú. También fueron invitados todos los aviadores en servicio activo. La audiencia estuvo compuesta exclusivamente por funcionarios peruanos. Se dice que el Presidente quedó muy impresionado por la increíble precisión de los bombarderos navales y que los militares peruanos también estuvieron muy interesados ​​en la película.
Dos semanas después estalló la revolución de Trujillo. Por lo general, los revolucionarios hubieran tenido tiempo para consolidarse mientras el Ejército Peruano se preparaba para responder y atacar. En este caso, sin embargo, el Presidente hizo que sus asesores militares movilizaran de inmediato todos los aviones militares y navales disponibles, seis en total, y los desplazó a un pueblo cerca de Trujillo. Los aviones estaban equipados con todas las bombas disponibles en Perú. Parece ser que la influencia de la película de los bombardeos causó este rápido empleo de los aviones bombarderos peruanos.
Al día siguiente de la captura de Trujillo por los revolucionarios éstos fueron bombardeados desde el aire lo que generó una confusión indescriptible. Los aviadores arrojaron veintiséis bombas de 25 libras.  El efecto militar fue decisivo a pesar que las bombas fueron arrojadas sin tener en cuenta ningún objetivo en particular y que habían infligido daños a la vida y propiedad de no combatientes. Los rebeldes abandonaron la ciudad después de masacrar a todos sus principales prisioneros. Se afirma que los rebeldes estaban tan enfurecidos por el bombardeo que se vengaron en las personas de estos indefensos rehenes, pero al mismo tiempo estaban tan asustados que su voluntad de resistir se resquebrajó. A partir de ese momento, la revolución fue una persecución a través de las montañas con los aviones arrojando bombas aquí y allá, en las cercanías de las fuerzas [rebeldes] en retirada y aumentando su desmoralización.
Es impresionante y abrumador el efecto sobre la moral de un ataque repentino desde el aire en contra de los indios ignorantes que componen la mayoría del Ejército Peruano. Las historias de los daños causados por estas bombas, ninguna de las cuales explotó cerca de sus respectivos objetivos, son muy exageradas y circulan en todo el Perú.
Después del bombardeo de Trujillo, el Gobierno se esforzó febrilmente por obtener un suministro adicional de bombas aéreas. Se pidió telegráficamente a través del Embajador peruano en Washington una dotación de bombas estadounidenses desde Colón [Zona del Canal de Panamá]. Este pedido fue denegado en vista de la respuesta del Departamento de Guerra en el sentido que no podía prescindir de las bombas solicitadas. Se hicieron arreglos para obtener las bombas comprándolas de una empresa estadounidense que vendía dicho material. El envío total adquirido por el [Gobierno del] Perú se utilizó de inmediato en la operación de Trujillo y, a la espera de la llegada de un suministro adicional, las bombas se fabricaron localmente colocando dinamita en proyectiles equipados con detonadores de artillería y llenos de láminas de hojalata casera.
Las condiciones de vuelo en Perú son excelentes y el terreno está casi completamente exento de vegetación en las regiones que probablemente serán el escenario de las operaciones militares. Los aviones bombarderos pueden así buscar a las fuerzas de la oposición e inhabilitarlas físicamente o ejercer tal efecto sobre la moral de los indios que los vuelven impotentes. El Gobierno está jubiloso por el éxito del bombardeo aéreo y siente que está en una posición mucho más sólida que antes para sofocar la oposición armada.
Este desarrollo en la ofensiva aérea peruana es de la mayor importancia y hace prever su adopción en toda América Latina. Mientras que anteriormente los grupos de insurgentes podían mantenerse de manera indefinida en regiones alejadas de las carreteras o el ferrocarril, ahora puede buscárseles y destruir en unas pocas horas. Otra conclusión importante para los gobiernos latinoamericanos es el hecho que unos pocos aviones con algunas docenas de bombas aéreas son más eficientes en operaciones ofensivas que varios miles de soldados. No es improbable que la aviación sea en un futuro el servicio más importante de las fuerzas armadas de América Latina, y que en algunos de los países más atrasados ​​algunos aviadores tomarán el lugar de grupos semiindependientes de oficiales del ejército para imponer condiciones al Gobierno.
Respetuosamente suyo,
Por el Embajador: William C. Burdett

Fuente: César Vásquez Bazán. Perú: Política, Economía e Historia.

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