COSTA RICA: AMIGO DEL PERÚ EN LA GUERRA DEL PACÍFICO
COSTA RICA: AMIGO DEL PERÚ EN LA GUERRA DEL PACÍFICO
A mediados de 1856 un hecho escandalizó a la América Latina:
el filibustero norteamericano William Walker se apoderó de Nicaragua con el
apoyo encubierto de Estados Unidos, entonces bajo la presidencia del demócrata
James Buchanan, líder máximo de la corriente expansionista. La respuesta del
presidente Ramón Castilla fue inmediata. Formuló, a través de Juan Ignacio de
Osma, ministro peruano en Washington, la más enérgica protesta al Departamento
de Estado y expidió, además, un decreto para crear una legación en
Centroamérica nombrando como ministro residente a un abogado de 35 años: Pedro
Gálvez, su ministro de Justicia.
El decreto dispuso auxilios para América Central en su lucha
contra el filibustero Walker y negociaciones para lograr adhesiones al Tratado
Continental que, con el auspicio del Perú, y conjuntamente con Chile y Ecuador,
fue firmado ese año. Creó una sólida alianza continental contra el peligro de
expediciones piráticas como la de Walker.
Gálvez en Costa Rica
Pedro Gálvez llegó a Costa Rica con dos miembros de su
legación el 22 de enero de 1857. Era un momento crítico pues la campaña bélica
contra Walker ya no estaba surtiendo efecto. Arribó cuando el bergantín Once de
Abril, comandado por el marino peruano Antonio Valle Riestra acababa de
incendiarse en plena batalla contra la goleta filibustera Granada, de Walker.
Valle Riestra quedó terriblemente quemado y fallecieron dos marineros peruanos.
La presencia de Gálvez robusteció los ánimos para reanudar las operaciones
bélicas. Costa Rica emprendió los esfuerzos para reconstruir su ejército y
liderar la segunda expedición contra Walker.
El presidente costarricense Juan Rafael Mora autorizó a
Gálvez para que, en su representación y con los más amplios poderes, coordinara
con el Gobierno Guatemalteco la acción unida de todos los estados
centroamericanos en la lucha para expulsar a Walker. Al mismo tiempo, el
canciller de Costa Rica, Lorenzo Montúfar fue enviado a El Salvador en idéntica
misión.
Derrotado y acorralado por los ejércitos centroamericanos,
William Walker fue rescatado por la marina estadounidense.
Lazos de amistad
La solidaridad del Perú con Costa Rica llegó a ser tan
profunda que se convirtieron en socios para construir un futuro canal
interoceánico. Al mismo tiempo, primero Costa Rica y, luego el resto de estados
centroamericanos se adhirieron al Tratado Continental. En julio de 1857, Gálvez
firmó con Costa Rica un convenio fijando las condiciones de un empréstito de
cien mil pesos con el que el Gobierno Peruano auxiliaba a Costa Rica, con un
interés del 4% anual y con diez años de plazo para el reembolso. Gálvez explicó
que el ánimo del Perú hubiera sido no cobrar interés alguno; cobraba 4% porque
el Perú estaba obligado a pagar, a la vez, ese interés por los 100.000 pesos
que el consignatario del guano en Gran Bretaña le había cobrado por adelantarle
el dinero.
La obligación de Costa Rica venció en 1868. En la
documentación de Hacienda, publicada en Costa Rica, consta que jamás pagó un
centavo y que jamás el Perú reclamó por ello. No fue sino en 1879, durante la
Guerra del Pacífico, que el ministro peruano Tomás Lama solicitó el pago del
préstamo pero con una considerable rebaja en los intereses acumulados.
El historiador costarricense Cleto Gonzales Víquez señala que
no fue propiamente un negocio; fue más bien “un servicio de amistad y una
demostración de simpatía al Perú por su actitud de defensa contra el
filibusterismo”. El historiador costarricense Rafael Obregón afirma que el Perú
fue el único país que ayudó de manera efectiva a la causa centroamericana.
Otros expresaron su simpatía y solidaridad pero su actitud no pasó de allí.
La gran ayuda al Perú
Los esfuerzos de Costa Rica por retribuir el apoyo y la
generosidad del Gobierno Peruano le causaron serios problemas. El 28 de agosto
de 1879 el ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Miguel Luis Amunátegui,
pidió explicaciones, pues el Gobierno de Chile se había enterado de que en
Panamá se había desembarcado, y trasladado en una nave con destino al Perú, 103
cajones de rifles y 200 de cápsulas fulminantes, armamento entregado en Costa
Rica al general don Domingo Vásquez, ex ministro de Honduras en Lima, pero cuyo
destino final era el Perú.
El canciller costarricense negó —en nota dirigida a su par
chileno— que su país hubiera entregado armamento al Perú, sin embargo cuando el
ejército chileno invadió Lima encontró en los Archivos de la Cancillería
Peruana prueba de que la entrega de armamento se había efectuado. El Gobierno
de Costa Rica se encontró en serios aprietos cuando llegó a San José una
misión, bajo el mando del encargado de negocios chileno Adolfo Carrasco Albano,
para entablar un enérgico reclamo. La nota que el agente chileno envió a la
cancillería costarricense le advertía que suministrar armas a un beligerante
era motivo, en Derecho Internacional, para que el otro beligerante declarase la
guerra. El representante chileno, sin embargo, mostró disposición para aceptar
una explicación y dar por sentado que no hubo ánimo hostil sino, a lo sumo,
“inconsciencia de la responsabilidad de un acto que resultaba violatorio de la
neutralidad”.
Esta magnífica historia de solidaridad y amistad del Perú y
Costa Rica fue ampliamente comentada el 8 de noviembre del 2005 por Marco
Vinicio Vargas, viceministro de Relaciones Exteriores de esa nación
centroamericana, ante su canciller Roberto Tobar, el embajador del Perú Alberto
Gutiérrez La Madrid y la autora de esta nota, durante las actividades conmemorativas
del 150 aniversario de la guerra contra el filibustero William Walker, que
finalmente culminó con su derrota y expulsión definitiva y su ejecución en
Honduras el 12 de setiembre de 1860.
Nota:
William Walker
(1824-1860). Médico, abogado, militar y filibustero de Estados Unidos que a
mediados del siglo diecinueve con la ayuda de mercenarios de su país intentó
conquistar Centroamérica, autoproclamándose presidente de Nicaragua en 1857 y
pretendiendo crear una colonia esclavista. Fue ejecutado en Honduras en 1860,
contando con 36 años. En tiempos de la Guerra Civil norteamericana gozaba su
memoria de gran reputación entre los estados sureños y del oeste. Mientras los
estados del norte lo consideraban un simple pirata.
Autora:
Rosa Garibaldi. Historiadora y diplomática peruana, profesora
en la Academia Diplomática del Perú.
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