CELOS… ¿AMOR DESMEDIDO O SENTIMIENTO DE POSESIÓN?. PERCY ZAPATA MENDO.


CELOS…
¿AMOR DESMEDIDO O SENTIMIENTO DE POSESIÓN?

Me he visto impulsado a subir este artículo dado que una persona muy querida se encuentra inmersa bajo el influjo gravitatorio de una persona celosa, quien con sus requiebros, manipulaciones, amenazas y demás argucias la ha soslayado por completo en su desarrollo personal, social y progresivamente, el profesional…y lo que es más triste, es que ella como víctima, se identifica con su agresor y ha pasado a depender completamente de él y justificar por completo sus actitudes y comportamientos aberrantes…mismo Síndrome de Estocolmo 1 . Es cierto que cada quien debe hacer su vida como mejor le parezca, no obstante, por el título de amigo que me confirió y considero ser o que mal me  imagino, es que espero tome conciencia antes que las consecuencias le estallen en su cara, y con ello, acarrearle  su ruina no sólo personal, sino el de tu familia que la adora. Contrapuestamente, debo de agradecer a otra queridísima amiga, Amparo Watanabe Ugaldez, con sus ideas y experiencias, me permitió enriquecer este texto, sobre todo, por su peculiar manera de decir lo que piensa sin mayores ambages. Sin más preámbulos, vayamos al tema en cuestión.
Los celos, ("el vicio de la posesión", como Jacques Cardonne los denominaba) han sido, desde hace siglos, argumento recurrente y fértil de la literatura aunque constituyan también el germen de demasiados sucesos desgraciados y muy reales. Pero, ¿qué son los celos?
Podríamos definirlos como un estado emotivo ansioso que padece una persona y que se caracteriza por el miedo ante la posibilidad de perder lo que se posee-tiene, o se considera que se tiene-posee, o se debiera tener-poseer (amor, poder, imagen profesional o social...).
En el ámbito sentimental, el rasgo más acusado de los celos es la desconfianza y sospecha permanentes en el otro, y perjudican gravemente, la relación con la persona amada. La mayoría entendemos por celos ese confuso, paralizador y obsesivo sentimiento causado por el temor de que la persona depositaria de nuestro amor prefiera a otra en lugar de a nosotros.
Cuando se muestra en su forma aguda, el origen de los celos hay que buscarlo en situaciones neuróticas o, en general, psicopáticas. Algunos autores creen que el sentimiento de los celos es universal e innato. Linton, por ejemplo, ve una prueba de esta tesis en el hecho de que en las Islas Marquesas, donde la libertad sexual es prácticamente total, los indígenas manifiestan sus celos sólo cuando están ebrios; es decir cuando su control voluntario, su raciocinio, ha disminuido. Por el contrario, otros (como O.Klineberg) señalan que este sentimiento es de origen cultural, y que los celos no dependen del deseo o necesidad de goce exclusivo de los favores del otro, sino del "estatuto" social. En las sociedades monogámicas, como la nuestra, y siempre según este autor, el adulterio sólo provoca reacciones celosas en la medida en que origina inseguridad (material o afectiva) o afecta al prestigio y al honor. Son dos teorías relativamente antagónicas, pero como ocurre con frecuencia, perfectamente complementarias.
Podemos pensar por tanto, que cuando nos mostramos celosos experimentamos sensaciones inherentes a nuestra condición de seres humanos y, a la vez, manifestamos un comportamiento adquirido y heredado de nuestra cultura y modus vivendi.
Un sentimiento que puede resultar peligroso
Las personas muy celosas son, frecuentemente, apasionadas, ansiosas, un poco sadomasoquistas y neuróticas, y proyectan en su entorno humano sus propias tendencias a la infidelidad. Buscan con avidez todas las pruebas de su presunto infortunio y se muestran refractarios a los argumentos racionales que les trasmiten las personas cercanas con las que se sinceran.
Los celosos delirantes que se sienten abandonados, menospreciados y burlados, pueden llegar hasta la tragedia de perseguir con odio a su "amor" y no vacilarán en atacarlo. De ahí que este sentimiento de los celos genere tantos problemas, no sólo en la seguridad física de las personas directamente afectadas por casos criminales sino también en el equilibrio emocional de otras muchas cuyo bienestar psicológico se ve amenazado. Cuando en una pareja surge el miedo a la separación, éste se manifiesta en forma de celos, de persecución al cónyuge en su hipotética infidelidad, controlándole y pretendiendo obligarle a que sea fiel. Cuanto más persigue a su pareja con celos, tanto más se siente impulsado el perseguido o perseguida a demostrar su autonomía, esforzándose en alejarse y no dejarse obligar. Y cuanto más lo hace, tanto más busca el celoso o celosa reclamarle como posesión propia y secuestrar su libertad de movimientos y de sentimientos.
El celoso exige entonces a su pareja la descripción pormenorizada de su supuesta aventura y en su mente se mezclan el miedo al ridículo, a estar en boca de todos, el sentir con dolor que la otra persona vale más, la pérdida de autoestima, un deseo morboso de información (circunstancias de la otra relación, quién es, dónde se ven, desde cuándo.....), un desmedido afán de control, un sentimiento de posesión exacerbado, la agresividad para con uno mismo...
Vive la situación como si de una tortura se tratara e incluso con deseos de venganza, que van desde el encerrarse en el silencio hasta el drama que con tanta frecuencia describen las secciones de sucesos de los medios de comunicación.
Los celos no son amor
Los celos, en contra de lo que podría parecer y de lo que sugieren algunas letras de canciones, argumentos literarios o guiones de películas, no siempre son consecuencia de un gran amor, ni indican cuánto se quiere, se necesita o se desea a la otra persona. En muchas situaciones de celos hay, más que amor o miedo a la soledad, otras causas: sentimientos de posesión del otro, de necesidad de controlarle, de inseguridad en uno mismo, de envidia hacia la mayor riqueza de la vida emocional del otro...
Un tipo muy especial de celos son los infantiles ("complejo de Caín"), que se manifiestan tras el nacimiento de un nuevo hermano. El niño, antes centro de todas las atenciones, se ve obligado a aceptar que debe compartir con el nuevo miembro de la familia el amor y cuidados de sus padres, muy especialmente de la madre, lo que hace que vea en el recién llegado un usurpador y la malquerencia hacia "el intruso", lo que puede conducirle a volcar su agresividad en su pequeño hermano. No es extraño que incluso el origen de ciertos estados neuróticos que sufren los adultos provenga de secuelas de celos infantiles padecidos hace décadas. Pero los celos no son exclusivos del espacio familiar o sentimental: otro ámbito donde germinan es el mundo laboral.
Los celos afectan con frecuencia a profesionales desconfiados, incapaces de trabajar en equipo y que invierten gran parte de su tiempo y energía en los pequeños detalles, no compartiendo información y controlando cuanto ocurre a su alrededor, a fin de que nadie presente un trabajo que pueda ensombrecer el suyo. La vida y valía personal de estos celosos laborales giran en torno a su estatus profesional y mantienen una baja autoestima (disfrazada frecuentemente de autosuficiencia). Y, por supuesto, con esa actitud, evidencian su inseguridad y un déficit de inteligencia emocional, al no responder positiva y equilibradamente a los estímulos del exterior, en este caso, a la competencia de sus compañeros de trabajo.
También pueden surgir los celos en la relación con los amigos, pero normalmente no generan tantos problemas ni alcanzan dimensiones dramáticas.
Si nos sentimos celosos de nuestra pareja:
"Los celos son malos consejeros" dice el refrán. No desdeñemos su importancia ni dejemos que se nos cuelen como sentimientos normales o que hasta tienen su encanto, por cuanto trasmiten "lo mucho que le quiero". En la realidad cotidiana, los celos rompen y enturbian las relaciones, y los individuos celosos acaban minando, con su posesividad y persecución asfixiante, el gozo y el placer del encuentro, el equilibrio en la pareja, que se basa en la ternura, la comprensión, la tolerancia y el respeto a la autonomía del otro.
¿Por qué somos celosos?
1. Falta de confianza en uno mismo: las personas inseguras muchas veces no se sienten merecedoras del amor de su pareja y esto les lleva a desconfiar de la sinceridad y cariño del otro. Siempre están pensando en que en cualquier momento su pareja puede conocer a alguien más atractivo y tienen miedo a que descubra lo poco que vale en realidad.
2. Experiencias familiares: Es probable que una persona que haya presenciado escenas de celos en sus padres tenga más predisposición a ser celoso que otra cuyos padres se sentían seguros el uno del otro.
3. Experiencias vividas: las personas que han sido traicionadas alguna vez por alguien en quien confiaban es más probable que posteriormente desarrollen una personalidad celosa.
4. Trastornos psicológicos: las personalidades paranoides, narcisistas e histriónicas tienen una gran tendencia a desconfiar continuamente de los demás y por consiguiente a desarrollar una celotipia.
Los celos patológicos están acompañados de intensos sentimientos de inseguridad, auto-compasión, hostilidad y depresión y suelen ser destructivos para la relación. En que en vez de preferir y desear que su pareja esté sólo con él o ella, las personas con celos patológicos, están exigiendo o demandando que su pareja no debe, bajo ningún concepto, implicarse emocional o sexualmente con otras personas. Al estar utilizando un pensamiento rígido, basado en exigencias absolutistas que no admiten más posibilidad que el cumplimiento de sus deseos. De este modo, vigilará cada gesto inocente de su pareja hacia otra persona para tratar de prevenir e impedir que llegue a suceder eso que considera tan terrible e insoportable.
En cambio, cuando una persona utiliza un pensamiento flexible, se dice a sí misma cosas como "Deseo mucho que mi pareja esté sólo conmigo, pero es libre de elegir lo que quiere, y si me deja será doloroso y frustrante pero no será algo terrible, ni insoportable ni me matará". La persona que piensa de este modo puede estar preocupada, pero no aterrorizada ante la posibilidad del abandono ni necesitará estar constantemente en guardia por si sucede eso tan temido. En cambio, si está utilizando un pensamiento rígido y dogmático, creerá cosas como: "Mi pareja no puede ni debe dejarme nunca bajo ninguna circunstancia ni tiene derecho a hacerlo porque si lo hace me sentiré fatal y será terrible e insoportable". La persona que piensa de este modo se sentirá muy ansiosa, insegura, deprimida, agresiva y dependiente.
Por ejemplo, quien piensa que su valor personal -u hombría, en el caso de los hombres y femineidad en el caso de las mujeres - depende de que su pareja permanezca con él o ella, está creando una relación de dependencia que lo mantendrá continuamente ansioso pensando en lo horrible y humillante que sería que su pareja lo dejara; mientras que si piensa que su valor como persona no tiene nada que ver con eso (es decir, utiliza un pensamiento más realista) entonces se sentirá más relajado en su relación con su pareja.
Los sentimientos de hostilidad provienen de creencias como: "si mi pareja me deja sufriré mucho; por tanto, no puede dejarme y si lo hace es una persona horrible que merece el castigo". De este modo se ven con derecho a llegar incluso a la violencia. Es decir, quien piensa así considera que sus deseos son órdenes para los demás y antepone sus propios deseos y bienestar al de su pareja: "como a mí me dolería mucho que me dejaras, no eres libre para hacerlo".
Este es un tema amplio y sumamente complejo, las sesiones psicológicas jamás rendirán su fruto, y harán del celotípico/a en base a las sesiones, una persona con mayores recursos psicológicos para dominar, mientras que esas charlas para despertar en su pareja que es la víctima, el “debes comprender que él/ella es celoso/a porque en su infancia bla, bla, bla…” y otros argumentos que a mi parecer, lejos de mejorar la relación, sólo prolongarán lo inevitable. Personalmente he pasado por este infierno, el tiempo se me escurrió como agua entre los dedos con la vana esperanza que esa persona cambiara en su proceder, un evento jamás ocurrió, y que en mi profesión como médico, he visto repetirse indefectiblemente en múltiples ocasiones…con rostros distintos, pero siempre con los mismos signos gestuales reflejados en los semblantes de las parejas, por un lado, temor y quiebre de la voluntad, y por el otro, soberbia, ira, desconfianza y actitud dominante.
El día en que un celotípico cambie su actitud…ese día me convierto en monje Lama.
“Celos, celos,
Son perros de presa,
Devorando, el sueño…”
ANOTACIÓN PERTINENTE:
1.- El Síndrome de Estocolmo es una reacción psíquica en la cual la víctima de un secuestro, o persona retenida contra su propia voluntad, desarrolla una relación de complicidad con quien la ha secuestrado. En ocasiones, dichas personas secuestradas pueden acabar ayudando a sus captores a alcanzar sus fines o a evadir a la policía.
Debe su nombre a un hecho curioso sucedido en la ciudad de Estocolmo (Suecia). En 1973 se produjo un atraco en el banco Kreditbanken de la mencionada ciudad sueca. Los delincuentes debieron mantener como rehenes a los ocupantes de la institución durante 6 días. Cuatro personas —tres mujeres y un hombre— fueron tomadas como rehenes, pero una de las prisioneras se resistió al rescate y a testificar en contra de los captores.

Comentarios

  1. Excelente reportaje sinceramente he comprendido muchas cosas sobre los Celos , y aliento a la persona que escribio este articulo que siga escribiendo mas sobre el tema me interesa , gracias de todo corazon si deseas comunicarte conmigo este es mi email: fabianno58@hotmail.com

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    1. Estimado señor Gino, muchísimas gracias por su comentario tan constructivo y alentador. Ello me impulsa a seguir subiendo artículos de interés general. Muy gentil de su parte. Saludos a la distancia.

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