LA BATALLA PRIMIGENIA. PERCY ZAPATA MENDO.
LA BATALLA PRIMIGENIA
El universo no llevaba mucho
tiempo de haber sido creado. Yahvé se encontraba satisfecho de su portentosa obra…por todo ella
reverberaba una inimaginable luminaria. Y en él habitaban unos hermosos seres
de luz, los Ángeles, y eran éstos por el momento su más excelsa obra creada
para glorificar su esencia omnipotente, omnipresente y omnisciente. Pero tanta
belleza no sería permanente…Luzbel, uno de los más gloriosos, elevados y bellos
Ángeles de su Corte Celestial, deslumbrado y ofuscado por el orgullo,
habiéndose atribuido a sí mismo los maravillosos dones con que el Creador lo
había dotado, decidió rebelarse contra Dios. ¿Por qué siendo el más bello de
todos los Ángeles debía de estarle rindiendo pleitesía perpetua? ¿Acaso no compartía
él la misma esencia de Yahvé? No aceptó el supremo dominio del Señor y se
constituyó así en el "adversario" de su Creador levantando su gran
grito de rebelión y de batalla: "No
serviré" (1). "Seré igual al Altísimo" (2). Muchos Ángeles le siguieron en su orgullo,
se menciona que hasta un tercio de ellos le acompañó en su ominosa y
descabellada empresa (3). Pero en ese momento otro gran Arcángel, casi tan igual
en belleza y gracia que el arrogante Lucifer, se postró ante el Trono de Dios
y, en un acto de adoración profunda para con su Padre, se opuso al grito de
batalla de Lucifer por uno de amor y lealtad: "¿Quién como
Dios?"…este Arcángel era “Miguel".
Y es así como San Miguel Arcángel
obtuvo su nombre con su grito de “fidelidad”, y es así como Luzbel se
constituyó él mismo en Lucifer, "Satanás" ("adversario"),
el Enemigo, el Diablo. A éste se han aplicado las palabras del Profeta Isaías: "¿Cómo caíste desde el Cielo, estrella brillante, hijo de la
Aurora? ¿Cómo tú, el vencedor de las naciones, has sido derribado por tierra?
En tu corazón decías: 'Subiré hasta el Cielo, y levantaré mi trono encima de
las estrellas de Dios... subiré a la cumbre de las nubes, seré igual al Altísimo'
Mas ¡ay! has caído en las honduras del abismo." (4).
La conclusión de esta batalla entre los Ángeles
Buenos y los Ángeles Malos se encuentra en el Apocalipsis (5): "En ese momento empezó una batalla en el Cielo: Miguel y
sus Ángeles combatieron contra el Monstruo. El Monstruo se defendía apoyado por
sus ángeles, pero no pudieron resistir, y ya no hubo lugar para ellos en el
Cielo. Echaron, pues, al enorme Monstruo, a la Serpiente antigua, al Diablo o
Satanás, como lo llaman, al seductor del mundo entero, lo echaron a la tierra y
a sus ángeles con él".
Dice San Pedro: "Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los
encerró en cavernas tenebrosas, arrojándolos al Infierno" (6). "No hay arrepentimiento para
ellos después de la caída, como no hay arrepentimiento para los seres humanos
después de la muerte" (San Juan Damasceno). Y el Catecismo nos dice que no
fue por un defecto de la Misericordia Divina que el pecado de los ángeles
caídos no fuera perdonado, sino debido al carácter irrevocable de su elección.
REFERENCIAS:
1. - Jer. 2, 20
2. - Is. 14, 14
3. - Ap. 12, 4
4. - Is.14, 12-15
5.- Ap. 12, 7-10
6.- 2a. Pe. 2, 4
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