La Revolución Aprista de Trujillo del 7 de julio de 1932 en los despachos de la Embajada de Estados Unidos en Lima
La Revolución
Aprista de Trujillo del 7 de julio de 1932 en los despachos de la Embajada de
Estados Unidos en Lima
Apristas fusilados en Chan Chan |
823.00 Revoluciones/323: Telegramas
El
Encargado de Negocios de Estados Unidos en Perú (William C. Burdett) al
Secretario de Estado
Lima,
Julio 7, 1932 − 2:00 p.m.
[Recibido:
3:45 p.m.]
96. Un levantamiento radical se ha producido
hoy temprano en Trujillo. Actividades militares en Lima, pero no hay
desórdenes.
Burdett
823.00 Revoluciones/323: Telegramas
El
Encargado de Negocios de Estados Unidos en Perú (Burdett) al Secretario de
Estado
Lima,
Julio 8, 1932 − 10:00 a.m.
[Recibido:
12:40 p.m.]
97. El levantamiento de Trujillo es aprista y
es el más serio desde marzo de 1931. Después de una lucha callejera con treinta
bajas reportadas, los rebeldes controlan la ciudad y el Valle de Chicama. Los
rebeldes informaron estar bajo el mando del Coronel Rubén del Castillo y de
Agustín Haya de la Torre hermano de Víctor [Raúl Haya de la Torre].
Seis aviones bombarderos, con base en
Lima, se encuentran hoy en Chimbote. Avión de Panagra fue requisado para llevar
gasolina a dichos bombarderos.
A bordo del crucero Grau partió anoche
hacia Trujillo el regimiento Séptimo de Infantería. Un destacamento de la
Guardia Republicana está partiendo hoy.
Los intereses estadounidenses en la
región de Trujillo son Grace y Northern Peru Mining and Smelting Company.
Ley marcial desde el mediodía de ayer.
Lima tranquila. Se informa que la región del sur está en calma.
Burdett
823.00 Revoluciones/323: Telegramas
El
Encargado de Negocios de Estados Unidos en Perú (Burdett) al Secretario de
Estado
Lima,
Julio 8, 1932 − 10:00 p.m.
[Recibido
Julio 9 − 12:03 a.m.]
98.
Setecientos soldados van camino a
Trujillo. El Gobierno ha cerrado oficialmente los puertos de Salaverry, Puerto
Chicama, Huanchaco, que se encuentran en manos de los rebeldes.
Agustín Haya de la Torre ha telegrafiado
al gobierno amenazando con ejecutar a los prisioneros a menos que su hermano
[Víctor Raúl Haya de la Torre], encarcelado en Lima, sea liberado.
Treinta y cinco ciudadanos
estadounidenses se encuentran en el distrito de Trujillo, principalmente en
Cartavio, hacienda azucarera de la Grace. Las comunicaciones se encuentran
interrumpidas en todo el distrito, pero se cree que todos los estadounidenses
están seguros. El movimiento es anti-Sánchez Cerro no anti-extranjero. Lima
relativamente tranquila; la región del sur en calma. El desarrollo de los
acontecimientos depende de la dudosa lealtad del Ejército, la Armada y el
servicio de Aviación.
Burdett
823.00 Revoluciones/323: Telegramas
El
Encargado de Negocios de Estados Unidos en Perú (Burdett) al Secretario de
Estado
Lima,
Julio 9, 1932 − 2:00 p.m.
[Recibido
4:10 p.m.]
99.
Ayer [julio 8, 1932], Trujillo fue
bombardeado desde el aire. Ciudadanos prominentes telegrafiaron al Gobierno el
9 de julio, a la 1 p.m., ofreciendo la rendición de la ciudad para evitar más
bombardeos. Después de capturar Salaverry las tropas avanzan contra los
rebeldes desde tres frentes. La revuelta debería ser puesta bajo control
rápidamente si las tropas continúan siendo leales.
La Embajada está intentando comunicarse
con Whyte para averiguar acerca de la seguridad de los estadounidenses. Nada
indica que hayan sufrido daños. El piloto de Panagra informa que desde el aire
no se aprecia nada anormal en Cartavio. Los despachos de prensa desde Lima
están siendo estrictamente censurados.
Burdett
823.00 Revoluciones/323: Telegramas
El
Encargado de Negocios de Estados Unidos en Perú (Burdett) al Secretario de
Estado
Lima,
Julio 9, 1932 − 4:00 p.m.
[Recibido
6:14 p.m.]
100.
En referencia al cable de hoy del Jefe de
la Misión Naval de Estados Unidos a la Inteligencia Naval respecto a la
solicitud peruana de bombas aéreas navales de Panamá, esto fortalecería la
posición de la Misión Naval. Sin embargo, el movimiento revolucionario puede
ser suprimido sin bombardeo aéreo. Probablemente los aviadores peruanos
matarían a civiles indefensos que no participan en los combates. La Embajada sugiere
que el Departamento [de Estado] aplace la aprobación hasta después que termine
el movimiento revolucionario en Perú, que probablemente sea muy pronto.
Burdett
823.00 Revoluciones/323: Telegramas
El
Encargado de Negocios de Estados Unidos en Perú (Burdett) al Secretario de
Estado
Lima,
Julio 12, 1932 − 9:00 a.m.
[Recibido
11:40 a.m.]
103.
La Embajada se ha enterado, de fuente
fidedigna, que hasta el 11 de julio a las 4 p.m. Trujillo estaba parcialmente
ocupado por el Gobierno y que la lucha callejera y los disparos continuaban.
Las bajas totales exceden cien.
Los únicos estadounidenses que se cree
están en la ciudad son H. A. Jaynes, del Departamento de Agricultura de Estados
Unidos, y Arthur Erickson, misionero pentecostal.
La situación en Lima es normal.
Burdett
823.00 Revoluciones/334: Telegrama
El
Encargado de Negocios de Estados Unidos en Perú (Burdett) al Secretario de
Estado
Lima,
Julio 13, 1932 − 11:00 a.m.
[Recibido
1:20 p.m.]
105.
Anoche regresó a Lima el avión Faucett.
El piloto informa que fue atacado sobre Laredo. El 12 de julio a las 5 p.m. los
rebeldes mantenían en su poder el suburbio de Trujillo. Continúan los combates.
El Gobierno fusila a todos los prisioneros capturados con armas. Se ha
verificado que no combatientes fueron asesinados y que muchas atrocidades han
sido cometidas por ambas partes.
Whyte está a salvo en Salaverry, pero
informa que no puede comunicarse con Trujillo.
Burdett
823.00 Revoluciones/347: Telegrama
El
Embajador de Estados Unidos en Perú (Dearing) al Secretario de Estado
Lima,
Julio 17, 1932 − mediodía
[Recibido
2:10 p.m.]
109.
En referencia a mis telegramas No. 105 y
No. 107. La lucha en las cercanías de Trujillo ha concluido, pero bandas
rebeldes dispersas operan en las montañas al este de Trujillo. La Corte Marcial
funciona y ya se han realizado varias ejecuciones sumarias. Ayer se celebró en Lima
imponente funeral de los oficiales asesinados en Trujillo. El acto fue usado
como demostración de fuerza por el Gobierno y para efectos políticos.
Fuerte descontento subyacente se observa
en Lima y en todo el país. Se efectúan detenciones en gran escala. Todos los
despachos de prensa, incluidos los de Associated Press y United Press son
dictados por el Gobierno y el Departamento [de Estado] no debe confiar en su
exactitud.
Dearing
823.00 Revoluciones/354
El
Embajador de Estados Unidos en Perú (Dearing) al Secretario de Estado
No.
1938
Lima,
Julio 18, 1932
[Recibido
Julio 25]
Señor: Tengo el honor de confirmar mis
telegramas No. 101, del 11 de julio, 9 a.m., No. 104, del 12 de julio, 4 p.m. y
No. 106, del 13 de julio, 1 p.m., sobre la requisición de aviones y pilotos de
Pan American Grace Airways [Panagra] durante los recientes problemas
revolucionarios.
El Gobierno funda su derecho de utilizar
estos aviones y pilotos en el contrato entre el Gobierno Peruano y Huff-Daland
Dusters, Inc., del 28 de mayo de 1928, que en su novena sección establece que
“en caso de disturbios internos graves, los aviones, los elementos y el
personal de la Compañía se pondrán gratuitamente a disposición del Gobierno”.
La Peruvian Airways Corporation sucedió a Huff-Daland Dusters, Inc. en la
operación de las líneas aéreas peruanas, pero los aviones son propiedad de Pan
American Grace Airways y no de Peruvian Airways. Se considera que el empleo de
estos aviones por el Gobierno Peruano durante movimientos revolucionarios
locales conduciría a resultados desafortunados. Se considera que, si el
Gobierno se encontrara en una situación difícil, agradecería que se produjeran
averías en un avión de Panagra o daños a un piloto estadounidense si se pudiera
demostrar que los rebeldes infligieron ese daño y, en consecuencia, podría
utilizarse como argumento para solicitar la ayuda estadounidense. Con aviones
estadounidenses pilotados por pilotos estadounidenses y lanzando bombas desde
el aire, cualquier gobierno transitorio en Lima podría sostenerse en el poder
indefinidamente contra casi cualquier oposición posible en el Perú. Creo que el
Gobierno desea ahora establecer un precedente incontestado por el cual pueda
emplear aviones Panagra cuando ocurran en Perú revoluciones o desórdenes
políticos. El Gobierno estaría en condiciones de decir cuáles de estos
desórdenes serían considerados dentro del ámbito de aplicación de su contrato
con Peruvian Airways. Tal acción colocaría a Panagra en la posición de auxiliar
de la aviación militar peruana. El Capitán Harold R. Harris, Vicepresidente y
Gerente General de Panagra con residencia en Lima, creyó que no era político
mencionar en ese momento que los aviones no eran propiedad de Peruvian Airways.
Este punto nunca ha sido mencionado al Gobierno Peruano.
El 7 de julio el Gobierno solicitó un
avión de Panagra para llevar un cargamento de gasolina de Lima a Chimbote. Un
ciudadano estadounidense, con el consentimiento del capitán Harris, pilotó el
avión. La gasolina fue entregada a aviadores militares peruanos en Chimbote y
el avión regresó a Lima. Este viaje fue considerado puramente comercial.
La noche del 11 de julio, el Capitán
Harris fue llamado a Palacio [de Gobierno] para sostener una conferencia con el
Presidente [Sánchez Cerro]. Este último declaró perentoriamente su intención de
hacer valer los derechos contractuales del Gobierno para hacerse cargo de los
aviones y el personal de Panagra que fueran necesarios durante la revolución
existente. Específicamente, el Presidente declaró que quería que un avión
trimotor Ford volara al norte el 12 de julio. Tanto el Presidente como el
Ministro de Marina aseguraron al Capitán Harris que se esforzarían para que el
avión transportara únicamente material de naturaleza no militar, y ambos dieron
la seguridad que los aviones no serían llevados a la zona de hostilidades, que
en ese momento se limitaba a las inmediaciones de Trujillo.
Panagra mantiene dos Ford de reserva y
dos Fairchild de reserva en el aeropuerto de Lima. Los aviadores militares
peruanos no pueden volar aviones [trimotores] Ford, pero pueden volar aviones
monomotores Fairchild.
El Capitán Harris solicitó el consejo de
la Embajada e hizo saber que era extremadamente reacio a entregar sus aviones o
pilotos al Gobierno peruano. Las razones de esta actitud eran obvias.
El Sr. Burdett aconsejó informal y
extraoficialmente al Capitán Harris que permitiera al Gobierno [Peruano]
requisar los aviones de reserva y que se abstuviera de basar su oposición a tal
requisición usando el argumento [que los aviones] no eran propiedad de Peruvian
Airways, reservando este punto para su uso posterior si fuera necesario.
Debería permitir que los pilotos vuelen bajo órdenes militares, pero no
ordenarles que lo hagan; informar a los pilotos estadounidenses que deberían
ser voluntarios sin presión de ninguna de las partes y entender claramente que
estaban volando acatando órdenes del Gobierno [Peruano], bajo su propio riesgo
y sin responsabilidad por parte de Panagra, y recordar a los pilotos que al
someterse a las órdenes militares peruanas perderían sus derechos a la
protección del gobierno estadounidense.
El Sr. Burdett informó además al Capitán
Harris que, en caso que el correo internacional sufriera demoras o
interferencias, o en caso que los aviones fueran utilizados para ataques aéreos
u ordenados a volar sobre la zona de fuego, la Embajada haría una protesta
formal inmediata.
En la mañana del 11 de julio el Capitán
Harris acompañado por el Sr. H. V. Farris, Jefe de Operaciones de Panagra,
informó al piloto Thomas Jardine, ciudadano estadounidense, del deseo del
Gobierno de utilizar un avión Ford y repitió la conversación que tuvo la noche
anterior con el Sr. Burdett. Jardine declaró que entendía las condiciones y que
asumiría el riesgo. Salió de Lima el 11 de julio con un oficial del ejército
peruano y varias maletas que Jardine supuso contenían municiones.
El Sr. Jardine informó que le ordenaron
ir a Chimbote, de allí a Casa Grande, y de allí a Trujillo, donde se le ordenó
que aterrizara en el campo de aviación Faucett que está en el límite de la
ciudad. Obedeció las órdenes militares al aterrizar en Trujillo y no tuvo
conocimiento, hasta que aterrizó, que el campo estaba bajo fuego de fusil.
Después del aterrizaje, se le ordenó mover el avión y colocarlo detrás de un
muro de adobe para protegerlo de las balas que volaban desde el centro de la
ciudad, que en ese momento estaba en manos de los rebeldes. Dos aviones
militares también estaban en el campo y la sede de la infantería atacante
estaba en este mismo campo, detrás de algunos edificios. Está claramente
establecido que el aterrizaje de Jardine en esta posición expuesta durante un
enfrentamiento militar puso en peligro su vida y seguridad. El sentimiento en
Trujillo contra los aviadores fue muy violento, y se produjo solo dos días
después del bombardeo de la ciudad por los aviadores del Gobierno lo que
enfureció tanto a la gente que asesinaron a muchos prisioneros de la manera más
atroz. Si Jardine hubiera sido forzado a bajar en cualquier territorio
controlado por los rebeldes habría sido asesinado sin contemplaciones.
El 12 de julio el Sr. Burdett envió una
nota de protesta al Ministro de Relaciones Exteriores, una copia de la cual se
adjunta. La expresión “presencia de ciudadanos estadounidenses” en el cuarto
párrafo de dicha nota se refería al envío de ciudadanos estadounidenses al
territorio de operaciones militares y no se refería a aquellos ciudadanos
estadounidenses que se encontraban en territorio hostil, como, por ejemplo, los
estadounidenses en los campamentos de la Northern Peru Mining and Smelting
Company. Desde luego, no se pretendía hacer que el Gobierno intentara rescatar
a esos estadounidenses. Esta expresión ambigua en la nota será explicada en
caso que la nota se discuta más con el Ministro de Relaciones Exteriores.
En el tercer párrafo de la nota, la
inclusión de “cualquiera de” justo antes de “las varias repúblicas” habría
aclarado el texto.
El Ministro de Relaciones Exteriores
respondió a esta nota con fecha 13 de julio, copia que se adjunta con la
respectiva traducción.
Además de enviar la nota al Ministerio
de Relaciones Exteriores, el Sr. Burdett informó al Capitán Harris que debería
instruir al personal estadounidense que la Embajada les recomendaba
enfáticamente que no volvieran a volar bajo órdenes militares durante el
desarrollo de la revolución. El Capitán Harris comunicó este consejo a los
pilotos, quienes luego se negaron a realizar más viajes bajo la dirección
militar.
El 13 de julio el Gobierno solicitó un
avión Ford para el día siguiente (14 de julio), declarando que era necesario
llevar cigarrillos y suministros a las tropas en Trujillo y regresar a Lima con
los heridos. El Capitán Harris respondió que la Embajada había advertido a los
pilotos y se había negado a autorizar a los estadounidenses a volar a la zona
de hostilidades. Poco después, el Ministerio de Relaciones Exteriores llamó al
Sr. Burdett y le pidió que fuera a ver al Ministro. El Ministro declaró que el
Gobierno deseaba ejercer sus derechos en virtud del contrato con Peruvian
Airways y hacerse cargo de un avión Ford durante la madrugada del 14 de julio;
que debía llevar al Ministro de Gobierno a Trujillo y que no entendía la
actitud de la Embajada al negarse a permitir que los pilotos hicieran el viaje,
en la medida en que el Gobierno podía hacerse cargo del personal de Panagra en
caso de desorden interno. El Sr. Burdett reiteró la posición tomada en la nota
de la Embajada y declaró que la Embajada no podía ver con indiferencia la
ubicación de los ciudadanos estadounidenses en una posición de peligro; que
había aconsejado a los pilotos estadounidenses que desistieran de entrar en la
zona de hostilidades y que no podía hacer otra cosa. El Ministro dijo que
informaría de inmediato al Presidente de la actitud del Sr. Burdett y que muy
probablemente el contrato de Panagra sería enmendado de una manera que
requeriría que los aviones fueran pilotados por pilotos peruanos. El Ministro
también amenazó con la cancelación del contrato en su integridad.
La Embajada no confía en ninguna de las
promesas del Gobierno sobre dónde se harían cargo de un avión una vez
requisado. Si el Gobierno considera que se necesitan municiones en un ataque a
Huaraz, por ejemplo, se cree que no dudarían en enviar un avión Ford a esa
ciudad.
Un avión monomotor Fairchild fue tomado
por el Gobierno el 14 de julio y pilotado por un piloto peruano hacia el norte.
Volvió en buena forma el 15 de julio. El Ministro de Marina envió a la Embajada
al Almirante Spears, Jefe de la Misión Naval de Estados Unidos, para manifestar
que el Gobierno estaba sorprendido por la actitud de la Embajada, en vista del
contrato con Peruvian Airways. El Ministro de Marina insinuó al Almirante
Spears que el Gobierno forzaría a Panagra a entrenar pilotos peruanos y a volar
sus aviones con un piloto peruano en cada vuelo comercial. El Almirante Spears
le preguntó al Capitán Harris, quien estuvo presente en la entrevista con el
Sr. Burdett, si Panagra estaba preparada para la contingencia que Perú
cancelara el contrato por completo y no permitiera que los aviones Panagra
aterricen en Perú. El Capitán Harris dijo que Panagra no estaba preparada, pero
que deseaba insistir contra la requisición de sus pilotos con fines militares;
y que, si bien lamentaba la presente controversia, no podía evitarla. No
consentiría que se use a sus pilotos para lo que el Gobierno podría referir
como desórdenes locales.
El Capitán Harris también declaró la
posición de Panagra declinando entrenar pilotos peruanos; que el uso de pilotos
estadounidenses en cada pequeña guerra peruana impediría a la Compañía obtener
la clase de hombres que deseaba; que el precedente sería rápidamente seguido
por otros países latinoamericanos, que Panagra estaría expuesta a costosas
demandas por daños, y que toda la cuestión de la inmunidad de los aviones de
líneas aéreas internacionales a ser requisados por los países a través de los
cuales volaran era reconocida por los países europeos y que debería ser
discutida en el siguiente Congreso Panamericano.
El Departamento es informado, con
referencia a su telegrama No. 33, del 13 de julio, 6 p.m., que cualquier otra
representación necesaria será hecha de manera informal sobre bases amplias de
política. La Embajada cree que, además de citar la interferencia con el
transporte de correo, debe enfatizarse el hecho que los estadounidenses no
deben de ninguna manera interferir en los problemas internos, aun así, el
Gobierno pudiera desearlo.
La Embajada apreciará una instrucción
del Departamento [de Estado] sobre si considera que la disposición del contrato
citado anteriormente es similar a las cláusulas de varios contratos que
renuncian al derecho que tienen los estadounidenses o las empresas
estadounidenses a la intervención diplomática. Se solicita una declaración del
Departamento [de Estado] sobre si todavía mantiene la posición que ningún
estadounidense o interés estadounidense puede renunciar al derecho del gobierno
estadounidense a brindarle protección si lo considera necesario. Se solicita
que el Departamento [de Estado] instruya confidencialmente a la Embajada sobre
su posición respecto de los puntos anteriores, a fin de que, cuando sea
necesaria una acción rápida, la Embajada esté en condiciones de saber qué tan
vigorosa puede ser la protesta.
Respetuosamente suyo,
Fred Morris Dearing
823.00 Revoluciones/372
El
Embajador de Estados Unidos en Perú (Dearing) al Secretario de Estado
No.
2058
Lima,
agosto 31, 1932
[Recibido
septiembre 8]
Señor:
Tengo el honor de informar al
Departamento [de Estado] acerca de cómo una película estadounidense tuvo un
efecto marcado sobre la forma aceptada de realizar operaciones militares en el
Perú. A finales de mayo [de 1932] se exhibió por primera vez en Perú una
película estadounidense titulada Hell Divers. Esta película muestra excelentes
tomas de aviadores navales estadounidenses lanzando bombas sobre objetivos
estacionarios. Como es habitual en las premieres de nuevas películas en Lima,
los exhibidores se esforzaron por hacer que la presentación inicial de Hell
Divers sea una ocasión de gala. El jefe de la Misión Naval estadounidense en
Perú ya había visto la película y percibió su importancia para promover el
interés en la aviación estadounidense al hacer que las principales autoridades
militares concurrieran a la primera exhibición. Asistieron el Presidente,
acompañado por sus asesores y las autoridades militares y navales de mayor
rango del Perú. También fueron invitados todos los aviadores en servicio
activo. La audiencia estuvo compuesta exclusivamente por funcionarios peruanos.
Se dice que el Presidente quedó muy impresionado por la increíble precisión de
los bombarderos navales y que los militares peruanos también estuvieron muy
interesados en la película.
Dos semanas después estalló la
revolución de Trujillo. Por lo general, los revolucionarios hubieran tenido
tiempo para consolidarse mientras el Ejército Peruano se preparaba para
responder y atacar. En este caso, sin embargo, el Presidente hizo que sus
asesores militares movilizaran de inmediato todos los aviones militares y
navales disponibles, seis en total, y los desplazó a un pueblo cerca de
Trujillo. Los aviones estaban equipados con todas las bombas disponibles en
Perú. Parece ser que la influencia de la película de los bombardeos causó este
rápido empleo de los aviones bombarderos peruanos.
Al día siguiente de la captura de
Trujillo por los revolucionarios éstos fueron bombardeados desde el aire lo que
generó una confusión indescriptible. Los aviadores arrojaron veintiséis bombas
de 25 libras. El efecto militar fue
decisivo a pesar que las bombas fueron arrojadas sin tener en cuenta ningún
objetivo en particular y que habían infligido daños a la vida y propiedad de no
combatientes. Los rebeldes abandonaron la ciudad después de masacrar a todos
sus principales prisioneros. Se afirma que los rebeldes estaban tan enfurecidos
por el bombardeo que se vengaron en las personas de estos indefensos rehenes,
pero al mismo tiempo estaban tan asustados que su voluntad de resistir se
resquebrajó. A partir de ese momento, la revolución fue una persecución a
través de las montañas con los aviones arrojando bombas aquí y allá, en las
cercanías de las fuerzas [rebeldes] en retirada y aumentando su
desmoralización.
Es impresionante y abrumador el efecto
sobre la moral de un ataque repentino desde el aire en contra de los indios
ignorantes que componen la mayoría del Ejército Peruano. Las historias de los
daños causados por estas bombas, ninguna de las cuales explotó cerca de sus
respectivos objetivos, son muy exageradas y circulan en todo el Perú.
Después del bombardeo de Trujillo, el
Gobierno se esforzó febrilmente por obtener un suministro adicional de bombas
aéreas. Se pidió telegráficamente a través del Embajador peruano en Washington
una dotación de bombas estadounidenses desde Colón [Zona del Canal de Panamá].
Este pedido fue denegado en vista de la respuesta del Departamento de Guerra en
el sentido que no podía prescindir de las bombas solicitadas. Se hicieron
arreglos para obtener las bombas comprándolas de una empresa estadounidense que
vendía dicho material. El envío total adquirido por el [Gobierno del] Perú se
utilizó de inmediato en la operación de Trujillo y, a la espera de la llegada
de un suministro adicional, las bombas se fabricaron localmente colocando
dinamita en proyectiles equipados con detonadores de artillería y llenos de
láminas de hojalata casera.
Las condiciones de vuelo en Perú son
excelentes y el terreno está casi completamente exento de vegetación en las
regiones que probablemente serán el escenario de las operaciones militares. Los
aviones bombarderos pueden así buscar a las fuerzas de la oposición e
inhabilitarlas físicamente o ejercer tal efecto sobre la moral de los indios
que los vuelven impotentes. El Gobierno está jubiloso por el éxito del
bombardeo aéreo y siente que está en una posición mucho más sólida que antes
para sofocar la oposición armada.
Este desarrollo en la ofensiva aérea
peruana es de la mayor importancia y hace prever su adopción en toda América
Latina. Mientras que anteriormente los grupos de insurgentes podían mantenerse
de manera indefinida en regiones alejadas de las carreteras o el ferrocarril,
ahora puede buscárseles y destruir en unas pocas horas. Otra conclusión
importante para los gobiernos latinoamericanos es el hecho que unos pocos
aviones con algunas docenas de bombas aéreas son más eficientes en operaciones
ofensivas que varios miles de soldados. No es improbable que la aviación sea en
un futuro el servicio más importante de las fuerzas armadas de América Latina,
y que en algunos de los países más atrasados algunos aviadores tomarán el
lugar de grupos semiindependientes de oficiales del ejército para imponer
condiciones al Gobierno.
Respetuosamente suyo,
Por
el Embajador: William C. Burdett
Fuente: César Vásquez Bazán. Perú: Política, Economía e
Historia.
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