A UN CIENTÍFICO NO LE DIRÍAS QUE CREA EN LOS ESPÍRITUS, SINO QUE INVESTIGUE
A UN
CIENTÍFICO NO LE DIRÍAS QUE CREA EN LOS ESPÍRITUS, SINO QUE INVESTIGUE
Desde
que a mediados del siglo XIX, los espiritistas y los médium comenzaron a tener
fama en Inglaterra y Estados Unidos, la doctrina creada por Allan Kardec, en
1857, no ha estado nunca exenta de polémica. Creyentes y escépticos siguen
enzarzados en una «batalla» que parece no tener fin: la de si existen los
espíritus o si es posible contactar con ellos. Partiendo de esta cuestión, ABC
ha hablado con los principales expertos en la materia de España y sus
principales detractores, recabando opiniones de todos los tipos. Desde que «el
espiritismo es la doctrina más racional y lógica de todas» o que «los hombres
son espíritus encarnados», hasta los que creen que es «una barbaridad y un
timo», que «jamás se ha podido confirmar una comunicación real con un muerto» o
que «no hay un solo dato sólido a lo largo de la historia que confirme que los
espíritus existen».
El
presidente de la Federación Espirita Española, Esteban Zaragoza, que asegura
haber contactado en multitud de ocasiones con familiares y amigos fallecidos,
va más allá y defiende que «todos somos médium, solo es un sentido físico más y
cualquiera puede desarrollarlo». «Hay algunos –añade– que sacan provecho de
este sentido que tenemos todos, aunque la gente no debería pagar por ello,
porque también lo tiene y, además, las respuestas están todas en el estudio de
la doctrina».
Zaragoza,
sin embargo, insiste no hablar de su último contacto con un espíritu, que se
produjo hace dos años, porque para él no es importante. «Las experiencias
mediúmnicas son solo como el notario que da fe de lo que ya he estudiado
previamente durante 21 años, después de haberme cerciorado de que hay una
inteligencia que mueve todas las manifestaciones espirituales».
Las hermanas Fox
La
controversia estuvo servida desde el nacimiento del espiritismo, en 1848,
cuando las hermanas Kate y Maggie Fox, de 11 y 14 años respectivamente, aseguraron
que podían recibir mensajes del más allá en forma de golpes. «Cuando años
después Margaret confesó que era una broma a su madre, ya nadie quiso creerla.
El engaño estuvo muy bien preparado y la mayor terminó convirtiéndolo en un
negocio», explica Mauricio-José Schwartz, periodista científico, escritor y
miembro del Círculo Escéptico, una asociación cuyo objetivo es «fomentar el
pensamiento crítico y racional, como herramienta indispensable para la
comprensión del mundo».
Al
parecer, las dos hermanas residentes en Hydesville (Nueva York) realizaban los
ruidos del «más allá» con una manzana atada a un cordón y con los nudillos de
los dedos de los pies. Pero la mecha ya se había encendido. En 1857, Kardec
publicó «El Libro de los Espíritus», algo así como la Biblia del espiritismo,
que recoge los principales puntos de la doctrina y que, según el mismo autor,
fue escrito «por orden y bajo el dictado de espíritus superiores para asentar
los cimientos de una filosofía racional».
A
su difusión no solo contribuyeron los cientos de miles de videntes que
aparecieron en muchas partes del mundo, también la adhesión a la causa de
figuras como William Crookes, uno de los científicos más importantes del siglo
XIX; el físico Max Planck, premio Nobel en 1918, o escritores de la talla de
Arthur Conan Doyle, que llegó a asegurar públicamente que tenía la capacidad de
hablar con los muertos y comenzó a escribir libros relacionados con el tema,
además de abrir, en 1925, una tienda en Londres especializada en espiritismo.
«No tengo miedo a la muerte del niño. Desde que me convertí en un
espiritualista convencido, la muerte se convirtió más bien en una cosa innecesaria»,
escribió el creador del detective Sherlock Holmes a su madre, durante la
Primera Guerra Mundial, sobre un hijo que tenía en el frente.
Espíritus en la historia
Para
Salvador Martín, que fue presidente de la FEE durante catorce años, las razones
para creer en la existencia de espíritus pueden encontrarse a lo largo de la
historia de la humanidad: «Hay infinidad de vestigios en todas las religiones.
En los libros religiosos más antiguos, como el de los Vedas, se habla de ellos
y de la reencarnación. El cristianismo, por ejemplo, está repleto de fenómenos
de contacto con espíritus. A partir de 1850, incluso los científicos más
destacados investigaron el fenómeno, negándolo al principio, pero verificándolo
después. Y en el Nuevo Testamento se puede observar que todos los apóstoles
eran médium que Jesús había escogido por su capacidad para contactar con el más
allá».
Martín
está convencido de que, teniendo en cuenta «todas las personas y experimentos
que, desde el siglo XIX, han admitido la existencia de la vida después de la
muerte, no solo en el ámbito religioso, también en el científico, merece la
pena no negar a priori ni tener ideas preconcebidas. No le diría a un
científico que crea, sino que investigue».
Pero
los escépticos creen que ya se ha estudiado suficiente, sin que se haya
encontrado ningún resultado positivo. Schwarz lo califica de «barbaridad» y
«timo», y está convencido de que «no tenemos ningún dato serio y sólido a lo
largo de la historia de que los espíritus existen». «Yo no lo niego, yo digo
que es poco probable porque no hay pruebas. Es como si alguien dice que existen
los pitufos. Yo no los he visto, así que lo que yo le pediría a esa persona es
que me presente las pruebas reales de su existencia. Pero nunca han ofrecido
información útil. Igual hay ratones que hablan, pero es poco probable y no se
ha demostrado», declara.
Ciencia y espiritismo
Algunos
científicos de renombre se dedicaron a ello con determinación. William Crookes
(1832-1919), autor de artículos como «El espiritismo visto por la luz de la
ciencia moderna», fue pionero en la investigación de fenómenos psíquicos,
específicamente en las áreas de materialización de los espíritus y mediumnidad.
El expresidente de la FEE defiende que, «tras cuatro años de estudios,
realizando sesiones con otros científicos y fotografías de todo tipo, el físico
consiguió demostrar los efectos físicos que permiten al médium aportar el
fluido que el espíritu utiliza para materializarse y hacerse visible». Algo a
lo que curiosamente ya se refería Kardec antes, defendiendo la existencia de
este fluido que, en su estado más primitivo, es supuestamente responsable de
que se formara la «materia» del espíritu.
Afirmaciones
como esta llevan a Fernando Frías a sugerir que «lo primero que tiene que preguntarse
la persona que cree en los espíritus es si su creencia no estará influenciada
por lo que quiere creer, ya que es algo muy atractivo. A todos nos gustaría que
hubiera una vida después de la muerte». Para este abogado y vicepresidente del
Círculo Escéptico, «enfocar parte de un trabajo científico a la confirmación de
la existencia de espíritus es, desde un punto vista científico, una barbaridad.
Crookes tuvo trabajos científicos muy importantes en el campo de la
electricidad, pero sus investigaciones respecto al contacto con los espíritus
se basaron en ir a visitar a médium y hacer elucubraciones, hasta que uno le
engaño. No se trató de comprobar si una hipótesis es correcta o no, sino que
partió de una creencia que quería racionalizar. Es una caricatura del método
científico»
Sin
embargo, Kardec insistía en que su doctrina era también una ciencia que posee
sus propios métodos, solo que su objetivo no era la materia, sino el espíritu:
«La ciencia propiamente dicha, como tal, es incompetente para pronunciarse
sobre el espiritismo. No ha de ocuparse de él, y su juicio, sea o no favorable,
no pesaría en modo alguno», podía leerse en «El Libro de los Espíritus». Martín
asegura, además, que se puede ser científico y espirita al mismo tiempo, y que
hay asociaciones de médicos, psicólogos y psiquiatras dentro de la doctrina.
Darwin y Newton
Schwartz
no niega la existencia de estas excepciones: «Se puede ser científico y creer
en una religión o en cualquier tontería posible. Ahora, que hayan hecho
experimentos satisfactorios es una mentira absoluta. La Sociedad para la
Investigación Psíquica, creada en 1882, fue fundada también por científicos,
porque había indicios de algo y merecía la pena investigar. Pero, 132 años
después, no han encontrado ni demostrado nada. Para que vamos a investigar si
ya lo tenemos bastante confirmado. Hay que tener en cuenta que si alguno de
esos experimentos espiritistas hubiera tenido éxito, habrían merecido un premio
Nobel, porque habrían cambiado radicalmente la vida del planeta. Sería algo
espectacular, tanto como los descubrimientos de Darwin y Newton».
«Hoy
en día no hay científicos que crean en esto. Se ha trasladado a gente con menos
formación y que, en esta época, se agarra a un clavo ardiendo. En muchas de
esas sesiones espiritistas estamos atentos a que nos confirmen lo que ya
creíamos con anterioridad. Cuando algún dato se acerca lo anotamos como un
acierto, mientras que los errores tendemos a olvidarlos. Además, estas
creencias se reciben con mucha complacencia, no hay apenas crítica social»,
concluye, tras preguntarse por qué tardó tanto en encontrarse el Titanic, con
más de 1.500 muertos y la conmoción que generó, si se consultó a videntes.
«Porque tan solo dijeron disparates, no ofrecieron ningún dato que sirviera de nada»,
concluye.
Autor:
ISRAEL
VIANA ISR_VIANA
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