“AYACONCHI”, EL ABLANDADOR DE PIEDRAS.
“AYACONCHI”,
EL ABLANDADOR DE PIEDRAS
Esta
es una de las referencias extras curriculares con que mi profesor de Historia
del Perú, Homero Medina León, sazonaba sus clases para mantener la atención de
estos sus inquietos pupilos; han pasado más de dos décadas y recién pude
encontrar una reseña de lo que mi siempre bien instruido maestro nos había
contado aquella primavera en los claustros colegiales, y bueno, no hubo más
datos que no se nos hubiera ya mencionado aquella lejana mañana, la cual paso a
detallarles.
EL
señor D. Faustino Espinoza de 89 años de edad, natural del Cuzco, contaba que
sabía cómo los antiguos peruanos lograban transportar y ensamblar
milimétricamente enormes trozos de piedra de hasta 200 Toneladas. Según el
anciano, estas piedras eran talladas con el “ayaconchi”, que es un compuesto
químico que los antiguos preparaban y permitía ablandar las piedras y
moldearlas a voluntad.
Sin
embargo ese compuesto en la actualidad ya no lo sabe preparar nadie, dice
Faustino, porque los jóvenes prefieren los conocimientos científicos actuales a
la sabiduría del pasado. Cuando llegaron los conquistadores españoles
prohibieron a los naturales hablar el idioma oficial quechua y destruyeron toda
referencia que hubiera podido dar luces sobre esa sustancia o sobre la historia
del imperio incaico.
Garcilaso
de la Vega (el inca) (1539-1616) manifiesta en sus “Comentarios Reales de los Incas”, que los españoles se
maravillaban de las ciclópeas construcciones incaicas, que “las piedras de fortalezas como Sacsayhuamán no parecen haber sido
cortadas en absoluto y parecían más trabajo de demonios que de seres humanos”.
Aún
hoy al pasar por el muro del palacio del Inca Roca en Cuzco, se encontrará un
muro inca con “La piedra de doce ángulos” que encaja perfectamente con el resto
de la estructura, se pueden ver piedras de hasta 100 toneladas ensambladas de
una forma que ningún cuchillo lograría introducirse entre sus uniones.
Un
sacerdote de Lima en el año 1967, el padre Jorge Lira, anunció que había
conseguido la fórmula para crear el líquido que ablandaba las piedras a partir
de una planta que nunca llegó a develar-. Sin embargo, la noticia no tuvo el eco ni la publicidad
requerida, y todo cayó nuevamente en el olvido como lo mencionado por el
explorador Fawcett.
El
explorador británico Percy Harrison Fawcett, desapareció en las selvas del Matogrosso
en 1925, dejando un cúmulo de papeles en los que contaba sus descubrimientos.
Allí estaba escrito que en las selvas que separan Perú y Bolivia existía un
pájaro, una especie de Martin-pescador, que moldeaba sus nidos en la roca viva,
tallando agujeros con una perfección que los taladros actuales envidiarían.
Estos pájaros juntaban en el pico unas hojas de una planta desconocida que
permitía ablandar la roca sin dificultad.
En
los cuadernos del inglés también se contaba cómo un connacional que atravesando
la región de Chuncho junto al rio Pyrene, se vio forzado a atravesar a pie una
zona boscosa; cuando llegó a su destino se dio cuenta que sus espuelas se
habían desgastado tanto que parecían finísimas tiras de metal, esto sucedió
según le dijeron en el poblado por una planta de color marrón rojizo que
disuelve metales y otros materiales duros. El explorado intentó volver sobre
sus pasos para localizar esta planta pero no pudo encontrarla.
Otra
historia ocurrió en Cerro de Pasco, a 4200 metros de altura, en los Andes
peruanos. Unos huaqueros descubrieron una tumba que parecía intacta, al abrirla
vieron una tinaja con un líquido desconocido. Al no saber que podía ser
decidieron dárselo por la fuerza a uno de los obreros locales pero este no
estaba dispuesto y se resistió, durante la lucha la tinaja calló formando un
charco sobre una roca que no tardó en derretirse.
Estos
conocimientos parecieran ser universales, por ejemplo, los griegos, poseían un
fuego líquido, que podía ablandar las piedras y seguía ardiendo bajo el agua.
Según la tradición este fuego se utilizó para la construcción de Ampurias en el
golfo de rosas en España.
El
químico francés Joseph Davidovits, dice haber encontrado objetos dentro de
algunas las piedras de la Gran Pirámide, fragmentos de uñas y pelos, lo que le
hizo pensar que esas rocas fueron sintetizadas. Consiguió con sus
investigaciones una especie de cemento, difícil de distinguir de una roca
natural.
Los
monumentos que podrían haber utilizado esta técnica están diseminados por África,
América, Europa y Asia, lo cual para algunos historiadores, sería una prueba de
la existencia de una cultura global en una época antediluviana.
Referencia:
http://www.maestroviejodespierta.com/2011/08/06/los-hablandadores-de-piedras/
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