¿NUESTRO VOTO ES PRODUCTO DEL RAZONAMIENTO O DE LA INFLUENCIA?
¿NUESTRO
VOTO ES PRODUCTO DEL RAZONAMIENTO O DE LA INFLUENCIA?
Se
invierte una cantidad inmensurable de dinero en campañas políticas y en
marketing estratégico para tratar de influir en la decisión de la gente, para
persuadir, para manipular los pensamientos y emociones que nos genera tal o
cual candidato y así la intención de voto.
Nuestro
cerebro es una máquina de ahorrar energía. Cuando tenemos que tomar una
decisión, y no contamos con los datos suficientes para hacerlo, se genera una
tensión que hace que recurramos a “atajos”, “conocimientos” basados más en
probabilidades e intuiciones que en la lógica y
el uso de datos concretos. Estos atajos, aunque en ocasiones nos sirven
para salir del paso, muchas veces facilitan diferentes vías de influencia que
eliminan la tensión que supone la toma de decisión sin información certera y a la vez, satisface necesidades afectivas.
VÍAS DE INFLUENCIA
Los
seres humanos nos criamos y vivimos relacionándonos de manera constante con los
demás, y aprendemos desde muy pequeños a seguir normas sociales de conducta.
Estas normas se internalizan, se vuelven implícitas y nos ayudan a vivir en
armonía con los otros, pero pueden también ser manipuladas para influir en
nuestra conducta.
·
RECIPROCIDAD: “Tomen este pequeño presente…les doy
porque es mi plata, no es un compromiso por si acaso”
Cuando
nos hacen un regalo, una atención, por pequeño que haya sido, se genera una sensación
de deuda y esto aumenta la probabilidad de que accedamos a alguna petición.
·
SIMPATÍA: La influencia del “Es un candidato nuevo,
no es un tradicional”, “Me cae bien”,
“Tiene cara de…” a la hora de elegir un candidato
Tendemos
a acceder a más peticiones de una persona que nos cae simpática y también a
atribuirle otras características que no tiene por qué tener.
Hay
diferentes formas de generar simpatía; por presencia, similitud, asociación,
etc.
Si
una persona percibe algo que le gusta de otra, por ejemplo su aspecto físico,
se genera una expectativa y lo que perciba luego de esta persona va a estar
teñida de esta primera impresión aunque las dos características no tengan
ninguna relación directa (por ejemplo, liderazgo). Esto fue estudiado por la
psicología experimental como “Efecto halo (1)”.
Las
cualidades de una persona y lo que evoca también se puede trasladar a productos
o personas por asociación. Por eso es importante que el candidato se rodee de
gente con características que los votantes consideren positivas, puede ser por
ejemplo una pareja atractiva, un deportista reconocido, una autoridad moral,
religiosa, etc.
·
SEMEJANZA: “Me gusta este candidato porque es alguien como
yo”
Hay
una tendencia a inclinarnos por personas que guardan una semejanza con nosotros
o con lo que aspiramos a ser.
Las
personas con las cuales nos podemos identificar nos caen más simpáticas. Esta
identificación se puede dar por compartir el mismo sexo, religión, grupo
étnico, estrato social, costumbres, forma de hablar, etc. A veces no son rasgos
muy notorios sino detalles.
Como
es de imaginarse, en una campaña política se intenta asemejar lo que es el
candidato a los votantes. Se adoptan modismos, costumbres y, como la población es
heterogénea, se adapta el discurso de acuerdo al grupo al que vaya dirigido para
captar más votantes aprovechando así esta poderosa fuente de influencia
(¿recuerdan qué candidato dice un discurso para el Perú y otro para el
extranjero?)
·
FAMILIARIDAD: “Ninguna publicidad es mala publicidad”
Empapelar
la ciudad con la cara y el nombre de un candidato cumple una función
fundamental, la de fijar el nombre del producto a vender en la población y
hacer que les sea más familiar. Muchos estudios descubrieron que tendemos a
elegir lo que conocemos, aquello cuyo nombre resuena con más frecuencia, y que
esto muchas veces es independientemente de la calidad del contenido (2).
En
este sentido, no solo los carteles, sino también los spots publicitarios, la
exposición de los políticos a los medios, en actos, etc., cumplen esa función.
·
AUTORIDAD: “Supo combatir a la delincuencia, puso en
vereda a esos políticos corruptos”
En
situaciones confusas, donde se debe tomar una decisión importante sin elementos
que la avalen, los seres humanos nos inclinamos a obedecer a las figuras de
autoridad (3).
Esta
autoridad puede estar dada por el conocimiento, por ejemplo un científico reconocido:
pero este científico puede ser muy bueno en su campo y no saber absolutamente
nada de economía, política, etc. De todas formas su opinión, aunque no tenga
nada que ver con su campo de la ciencia, suele respetarse más, pudiendo influir
en las decisiones de la gente.
Pensemos
en famosos, empresarios, deportistas, periodistas. Ya vimos que se puede
producir un desplazamiento de características de una determinada persona u
organización de renombre a un candidato si estas lo apoyan, pero aquí también influye
una obediencia a figuras de autoridad y la influencia de su opinión en la
conducta de la gente. A mayor respeto mayor obediencia.
·
CONFORMIDAD SOCIAL: “Si las encuestas dicen que está
como puntero, por algo debe ser”
Ante
situaciones ambiguas, en donde no sabemos cómo actuar, además de considerar a
la autoridad también somos propensos a observar el comportamiento de la gente
que nos rodea y actuar en consecuencia, es decir, copiamos su conducta. Por
otro lado, seguir la tendencia también responde a una necesidad básica de
validación social.
Las
estadísticas relacionadas con la intención de voto no responden solo a una
necesidad ansiosa de los candidatos para ver si les va a ir bien o mal, estas
estadísticas se hacen públicas (y se manipulan) porque muchos experimentos demostraron
que no solo somos capaces de adaptar nuestro juicio a la opinión de la mayoría
sino que también a veces nuestra percepción de las cosas. Esto responde al
principio de conformidad social; podemos adaptarnos fácilmente a la opinión de
los otros si son mayoría.
·
LA RESPONSABILIDAD COMPARTIDA Y EL EFECTO ESPECTADOR
“Mi voto no cuenta, a las finales, salga quien salga, yo vivo de mi trabajo”
Es
muy difícil accionar y preocuparse demasiado en tomar una decisión cuando se
cree que se tiene poca o ninguna influencia en el resultado.
Tal
vez esto sea porque la sensación de responsabilidad ciudadana se disuelve en 33
millones (aprox.) de personas. Si se siente que el propio voto tiene un impacto
muy bajo en el resultado final, probablemente no se gaste demasiado tiempo o
energía en tomar una decisión, lo que genera que bajemos la guardia y quedemos
aún más expuestos a ser influenciados y tomar decisiones que nada tienen que
ver con la lógica .
Esto
fue investigado en psicología bajo el nombre de “efecto espectador”. Cuanto
mayor es el número de personas implicadas en la toma de una decisión, menor va
a ser la sensación de responsabilidad que se siente, porque ya no hay una
relación lineal entre el accionar propio y la probabilidad de obtener un
resultado negativo que lleve a un sentimiento de culpa (ahora la culpa es compartida),
entonces se genera la ilusión de que alguien más se va a hacer cargo de la
situación.
·
SESGO CONFIRMATORIO: “Sigues a un corrupto, eres terco,
anticuado y retrógrado…te gusta el castigo, ¡Tu candidato nunca más!”
¿Uno
lee los diarios, ve programas de TV o radio que tienden a expresar opiniones
opuestas a las propias?
¿Uno
escucha con la misma atención o grado de apertura a candidatos de partidos
políticos contrarios a los de sus creencias? ¿Pone en duda con la misma
intensidad lo que dice el candidato que le cae bien y el que no?
Los
seres humanos tenemos una necesidad de continuidad y coherencia que muchas
veces se sostiene por un grupo de creencias particulares, difíciles de
desarraigar, y que son la base de nuestra identidad. Cualquier información que
las ponga en duda va a generar tensión y una carga emocional muy grande.
Por
varias décadas la psicología investigó un sesgo muy común, el sesgo de
confirmación: Tendemos a favorecer la información que confirma nuestras teorías
y creencias previas y a desestimar y atacar aquella que la refuta.
Un
primo hermano del sesgo de confirmación es el “sesgo de confirmación”, que es
la tendencia a realizar un crítico escrutinio de la información cuando
contradice nuestras principales creencias y aceptar sin criterio toda aquella
que la confirma.
CONCLUSIONES: Los sesgos y las vías de influencia
Seguramente
se haya encontrado leyendo este artículo y pensando “nada de esto me describe a
mí”, pero esto también es un sesgo. Estas son estrategias de influencia que se
utilizan y que ningún experto en marketing político desconoce. Surgen de
resultados de estudios y trabajos de investigación en psicología experimental
de larga data. No olvidemos que las fuentes de influencia se potencian entre
sí, y creer que nosotros estamos por encima de toda influencia es lo que más
nos va a predisponer a caer, porque bajamos la guardia. Esto sucede todo el
tiempo y a todos (no es en vano los millones que se invierten en publicidades y
en traer asesores extranjeros expertos en elecciones). Recordemos que los
sesgos aparecen cuando no contamos con toda la información y el 76% de los
encuestados sentía que no tenía información suficiente/necesaria como para
tomar una decisión.
Es
cierto que, en política, nunca podemos llegar a contar con toda la información,
uno no puede saber a priori si las intenciones o lo que creemos de tal o cual
candidato se va a materializar o no en el tiempo, pero eso no nos excusa de
exigir a nuestros candidatos propuestas completas y coherentes.
Por
último, dijimos que la facilitación de atajos ocurre cuando debemos tomar
decisiones de manera rápida, por lo que comprometernos como ciudadanos a
dedicar tiempo en informarnos se vuelve prioritario. PENSEMOS EN POR QUIÉN
VAMOS A VOTAR Y PORQUÉ: ¿QUÉ VA A HACER? ¿DE QUÉ MANERA? ABRIRLE LAS PUERTAS AL
DEBATE Y EL CUESTIONAMIENTO SERIO. DECIDAMOS. SEAMOS LIBRES.
REFERENCIAS:
(1)
Thorndike, E.L. (1920). A constant error on psychological rating. Journal of Applied Psychology, 9, 25-29.
Asch,
S. (1952). Social Psychology. New Jersey: Prentice: hall. Traducción castellana
en Eudeba. . Buenos Aires: Eudeba.
(2) Abakoumkin,G.(2011). Forming choice
preferences the easyway: Order and familiarity effectsin Elections1. Journal of
Applied Social Psychology, 41, 2689–2707.
Bornstein,R.F.(1989).
Exposure and affect: Overview and meta-analysis of research, 1968–1987.Psychological
Bulletin, 2, 265–289.
(3) Stanley, M. (1980). Obediencia a la
autoridad. Un punto de vista experimental.
FUENTES:
María
Eugenia Parla. Psicología. Psicología de las elecciones: ¿Realmente elegimos a
nuestros candidatos?- 17/09/2015
Zimbardo,
P. (1997). Situaciones sociales: su poder de transformación. Revista de
Psicología Social, 12(1), 99-112.
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