EL ROSARIO
EL ROSARIO
A fines del siglo XIX en Francia, viajaba en el tren un anciano
señor de unos setenta años de edad, que aprovechaba su tiempo rezando con mucha
devoción el Santo Rosario, el cual llevaba sosteniéndolo entre las manos. A su
lado, un joven universitario leía concentradamente un voluminoso libro, pero
sin dejar fijar la vista de tanto en tanto en el Rosario que llevaba este
señor. Hasta que, no pudiendo aguantarse más, el joven le dirigió la palabra a
su vecino comenzándole a hablar acerca de las maravillas de los avances
científicos de la época, los grandes descubrimientos de la ciencia que ya
permitían explicar la creación y sobre los misterios de la vida sin necesidad
de creencias religiosas o míticas; y remató su reprensión con:
“En lugar de estar perdiendo el tiempo rezando y creyendo en
supercherías, podría instruirse por ejemplo, pero como voy a bajar en la
próxima estación, no tengo tiempo de explicarle, pero déjeme su tarjeta con su
dirección para mandarle material científico por correo con la máxima urgencia”.
El anciano agradeció la oferta del joven y le obsequió una
tarjeta, pidiéndole que le enviara el libro a la dirección que ahí aparecía. En
la tarjeta se leía:
“Profesor Doctor Louis Pasteur
Director General del Instituto de
Investigaciones Científicas
Universidad Nacional de Francia”
Al ver que había estado reconviniendo por su ignorancia al
sabio más ilustre de Francia, el joven enrojeció hasta las orejas.
Referencias:
·
avanzapormas.com/testimonios/luis-pasteur
·
paraserfranco.wordpress.com/2007/09/03/humildad-en-una-anectoda/
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