Reconocimiento al Inca


Reconocimiento al Inca


Contrario a lo que se piensa, la lucha por el poder era constante entre las familias que detentaban el poder en el Tawantinsuyu, aun el Inca corría con el riesgo de ser asesinado por sus hermanos de madre si no tomaban las precauciones debidas, por lo que optaba por cambiar cada noche de lugar donde dormir, acompañado sólo de su séquito de confianza.
Cuando un nuevo Inca juramentaba, invitaba a todos sus hermanos y curacas de los demás pueblos de su territorio a la juramentación, en la misma, el inca al hacer la invocación al dios Ti (Sol), pedía por la “obediencia y lealtad de todos sus súbditos”. La no participación en persona de algún invitado sobre el que se recelaba futura insubordinación, se tomaba como desaire y no acatamiento a la autoridad, como pasó con Atabalipa (Atahualpa) al no asistir a la jura de Cusi Huallpa (Huáscar).

Las mujeres de los incas fallecidos, no perdían del todo su poder. Los bienes y sirvientes con que contaban en vida del Inca, seguían sirviendo a la momia imperial y las Coyas, como hermanas y esposas del Inca, se constituían en un oráculo viviente que interpretaban las voluntades de sus esposos. De tal manera, que las Coyas participaban activamente en la elección de un nuevo Inca, y aun, conspirando para que sus hijos sean favorecidos con cargos o el mando supremo si podían hacerse de él mediante las intrigas con los demás clanes o panacas.

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