CHÓCALA A LA SALIDA…
CHÓCALA A LA SALIDA…
En nuestra época, era usual que
las diferencias por “X” motivos que no se resolvieran por medio de discusiones
y que generaban encono entre los protagonistas, se resolvieran indefectiblemente
por medio de una sesión pugilística de manera subrepticia en una recóndita
plazoleta en el Casa Grande de aquel entonces: La Maracaná.
Aquella vez le tocó a Hernán Nureña
Díaz @ “Mata chanchos”, adolescente de espigada estatura y rostro aniñado que
le favorecía las conquistas entre el sexo femenino; y “Papo” Pasiche Reátegui, zambo
retinto de mirada socarrona y andar de pingüino, muy ufano de sus recargados pectorales
producto de practicar “planchas” infinitas cada día. Ambos eran la dupla de
palomillas del salón, los mataperros de los libros de la época de oro como las
descritas en “Las aventuras de Tom Sawyer”, sin embargo, ambos se fijaron en la
misma adolescente que les hizo un guiño con esos ojos de gacela que les
encandiló los ánimos y dejó aflorar sus ímpetus de machos: A partir de ese
momento comenzaron a mirarse con recelo y a decirse indirectas con cachita, hasta
que al poco tiempo llegaron las palabras de grueso calibre y decidieron
mostrarse beligerantes en toda regla, poniéndose uno frente al otro con los
rostros congestionados y los ojos inyectados de sangre, empujándose con los
pechos mientras se gritaban sin quitarse la mirada, en tanto que los
circunstanciales testigos prorrumpieron con los clásicos aullidos sazonados del
estribillo: “¡Bronca, bronca, bronca!”.
El encuentro se pactó a la salida
en la Maracaná. Cada uno llegó rodeado de sus simpatizantes y por puntos de
entrada contrarios. Ambos se miraron desafiantes, encargaron sus cuadernos con
sus partidarios y comenzaron a avanzar dando unos pequeños rodeos, como dos
gallos de pelea, lanzándose estudiadas miradas cargadas de odio…hasta que se
precipitaron uno al otro.
Un derechazo de Mata-chanchos en
la mandíbula de Papo lo hizo trastabillar, éste se recuperó de inmediato y
contra atacó con un gancho en el estómago que hizo doblarse en toda su altura a
Hernán y le quitó el aire de triunfalismo. Se separaron por segundos y
volvieron a acometerse intercambiando golpes y esta vez, sin separarse ni
moverse de sus sitios, soportando ambos las andanadas mutuas a pie firme.
Después de unos segundos, tuvimos que intervenir…al separarse, Hernán tenía el
pómulo derecho hinchado y Papo la rotura del tabique nasal, del cual manaba
abundante sangre por una de las fosas y manchando la camisa blanca del uniforme
único escolar.
¡Ya basta! ¡Dense la mano como “patas”!
...eso es…ya déjense de huevadas y que la “jerma” elija a quien quiera – dijo uno
que era brigadier de aula.
Mata chanchos y Papo se miraron
frente a frente, y sin poder contenerse, rompieron en risa al ver sus fachas
lamentables…y abrazados hombro con hombro, fueron de regreso a la calle Tren.
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