UNA HISTORIA COMO OTRAS…

UNA HISTORIA COMO OTRAS…

Era una niña de aproximadamente 9 años de edad, hija única de padres de gran influencia en su pequeña ciudad; esta niña tenía todo los juguetes y ropa que hubiera querido y deseado una niña normal con buena educación, pero a pesar de contar con todas estas comodidades, la pequeña sufría de una soledad incomparable, pues sus padres solían acudir con frecuencia a fiestas, reuniones, asambleas o cualquier evento en la que ellos pudieran ser el foco de la atención del público, y a su nena la dejaban sola en la casa...

Con cierto remordimiento de conciencia por haberla relegado de sus vidas y tratando de compensar su desidia y desafecto, sus padres decidieron un día regalarle un cachorro de raza grande con el objeto de alegrarle en sus momentos de soledad…y así pasaron cuatro años y la niña y el perro se volvieron inseparables. Una noche como ya era costumbre, los padres fueron a despedirse de la niña; el perro, fiel guardián y acompañante, se postraba abajo de la cama atento a los requerimientos de su joven ama. La chiquilla, cada vez que sentía miedo o no podía conciliar el sueño, extendía una de sus manos fuera de la cama y el perro la consolaba lamiéndosela…y esta maniobra se repetía con cierta frecuencia hasta hacerse un hábito entre ambos.

Un día los padres se fueron a una fiesta como era usual ya en ellos, y la niña aburrida sin nada que hacer, se sumió en un profundo sueño, pero aproximadamente como a las 2:30 de la madrugada, un fuerte ruido la despertó, eran como rasguños leves que luego se tornaron en más fuertes, escuchó unos gemidos ahogados de cachorro. Entonces, temerosa, bajó la mano para que el perro la lamiese y sintió ello una y otra vez…entonces ella se tranquilizó y volvió a conciliar el sueño otra vez.

Cuando ella se despertó por la mañana descubrió algo espantoso: En el espejo de su tocador había algo escrito con letras rojas, al acercarse y tocar a una de ellas, se percató que la tinta no era tal sino sangre, y el escrito decía así: N0 SÓLO LOS PERROS LAMEN…la pequeña retrocedió aterrada y al tratar de girar sobre sí misma para salir del dormitorio, no pudo contener un grito de terror al ver a su perro crucificado en el suelo de su habitación.

Se dice que cuando los padres la encontraron, ella no dejaba de repetir: “¿quién me lamió la mamo?... ¿quién me lamió la mamo?”, para luego citar una y otra vez el nombre de su perro…la niña se volvió loca y hasta la fecha se encuentra recluida en el pabellón de psiquiatría…sus padres, tratando de olvidar lo que hallaron en el cuarto y a su hija, consecuentes con su manera irresponsable de vivir, viajaron al extranjero, abandonando casa e hija.


Y la incógnita más grande es: según los que fueron a investigar al cuarto de la niña, el perro ya estaba muerto, es decir crucificado en el suelo, desde hacía varias horas cuando ella sintió las lamidas en su mano…por lo que cabe preguntarnos… ¿Quién le lamió la mano a la niña debajo de la cama?

Comentarios

  1. Que buen cuento doctor. Me estremeció la frase. Tiene un talento especial para esta clase de narraciones. Saludos.

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