CULTO A LOS MUERTOS
CULTO A
LOS MUERTOS
Cementerio general de Casa Grande (cortesía: Elvallechicama.com) |
Hoy
fui a visitar a mis difuntos en compañía del mayor de mis sobrinos. Fui con
convencimiento de causa, porque de alguna manera, llevo grabado generacionalmente
en lo más recóndito de mi memoria celular, una creencia en que, tras nuestro
deceso, existe una esencia inmaterial (energía, alma, espíritu, etc.) que
subsiste al cuerpo físico y que va en pos de su origen primario y primigenio. El
rostro de sorpresa de algunos dolientes y trabajadores en el Campo Santo que me
reconocieron al verme pasar a ver a mis deudos, era entendible: Supusieron que
por profesar una carrea del campo de la salud, debería tener cierta reserva
respecto a la creencia en la existencia del más allá y en un Creador…y sí,
estoy plenamente convencido que existe un lugar al cual uno puede aspirar
después de haber logrado la redención.
Si
apelara a mi lado eminentemente científico, adaptaría a la circunstancia la
apuesta de Pascal, la cual en esencia es que, uno no puede llegar al
conocimiento de la existencia de Dios únicamente por medio de la razón, por lo
que lo más sabio para hacer es vivir la vida como si Dios existiera, porque tal
vida tiene todo que ganar y nada que perder. Si vivimos como que Dios si
existe, y ciertamente él existe, hemos ganado el cielo. Si él no existe, no
hemos perdido nada. Si, por el contrario, vivimos como si Dios no existiera y él
realmente existe, hemos ganado el infierno y el castigo y hemos perdido el
cielo y el gozo. Si se ponderan las opciones, claramente la elección racional
de vivir como si Dios existiera, es la mejor de las opciones posibles. El
sensato Pascal sugirió incluso que, en su momento, algunos no tendrán la
capacidad de creer en Dios. En tal caso, uno debería vivir como si de todas
maneras tuviera fe.
Tal
vez el vivir como si uno tuviera fe puede conducirnos a venir a la fe realmente…
¿O no?
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