EL RESENTIMIENTO. PERCY ZAPATA MENDO.
EL RESENTIMIENTO
En estos días se habla con frecuencia en nuestro lenguaje
cotidiano acerca del resentimiento, y muchos citan a esta palabra sin conocer
su real significado… tan sólo tienen una pálida noción de la misma. Y como me
han preguntado en reiteradas ocasiones sobre el significado y alcance de esta
palabra, y en muchas otras, me calificado de resentido por la manera en que
escribo y respondo – he tratado de hacer entender a mis ocasionales
interlocutores que me han encasillado en esa denominación, sin éxito claro
está, pues el admitir un error por parte de alguien, es igualmente una tarea
titánica y se muestran reacios o renuentes de aceptar que estaban equivocados
en cuanto a la definición - , intentaré en forma breve y “serena” fijar algunas
notas sobre el concepto mencionado.
El resentimiento es un fenómeno complejo, basado en la
conciencia de la propia incapacidad y flaqueza, principalmente cuando esa
incapacidad no permite llevar a cabo la venganza deseada.
El resentimiento es
una autointoxicación psíquica, revela la conciencia de la propia impotencia
pues lleva a refrenar ese impulso
espontáneo de venganza que se va acumulando, y retrasando así el contraataque.
El resentimiento se manifiesta a través del sentimiento de
rencor que podemos definirlo como “odio retenido”, de ahí que antiguamente se
llamaba “amargos” o “amargados” a los resentidos, porque retienen la ira por
largo tiempo (Tomás de Aquino, S.T. I-IIae, cuestión 46, de “Las especies de
iras”).
La persona que es genuina tiene conciencia espontánea de su
propio valor, lo cual le da seguridad y le permite aceptar el valor de los
demás, incluso cuando son superiores a él. El resentido por el contrario en
lugar de reconocer los valores superiores y resignarse, los rebaja, negando la
bondad de aquello mismo que envidiaba.
Queda finalmente por responder si puede el hombre salir o
liberarse del resentimiento.
Fríamente (otro adjetivo con el que pretenden calificar a mi
pragmatismo, y admito que me enorgullezco de esta última cualidad, pues va de
la mano con la realidad, y ésta requiere necesariamente de la verdad, de la
cual me jacto), entiendo que del resentimiento se puede salir de cuatro formas
o maneras:
a) La primera
y más expeditiva, es la venganza de la ofensa, que produce la liberación del
odio retenido o rencor (entiendan que sólo la menciono, no estoy haciendo
apología a la represalia).
b) La segunda
posibilidad, es el perdón, que es sacrificar libremente el valor de la
satisfacción que produce la venganza, pero puede que suene paradójico, sólo se
perdona auténticamente cuando uno todavía se siente lastimado.
c) La tercera
actitud, es a través del olvido, lo que implica el paso del tiempo (que es a lo
que usualmente recurro), y por último:
d) Y cuarta y
última, tenemos el duelo, interpretando de otra forma la ofensa, reubicándola
en el recuerdo.
Vemos, pues, que lo determinante en el surgimiento del
resentimiento así como su solución o superación no radica tanto en la ofensa
sino en la respuesta personal a la misma. De ahí que una misma agresión u
ofensa hecha por igual a varias personas, en unos cause un sentimiento pasajero
de dolor y en otros despierte un rencor perdurable.
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